El mensajero, mejor encerrado
La p¨¦rdida de respeto por los reporteros no es exclusiva de las guerras de hoy sino tambi¨¦n es tendencia en las democracias m¨¢s d¨¦biles y reg¨ªmenes poco amigos de las libertades
Mirarse al ombligo de reportero es cosa f¨¢cil. All¨¢ por diciembre de 2016, sentado en una calurosa oficina de la ciudad de Bujumbura, capital de Burundi, el peque?o de los Grandes Lagos, este periodista se las vio y dese¨® para obtener la firma del departamento gubernamental de comunicaci¨®n -¨®rgano que se dice independiente del presidente y exrebelde hutu Pierre Nkurunziza- y as¨ª poder trabajar en el pa¨ªs. El coste: tres horas de charla inc¨®moda, 300 d¨®lares, esto es, el precio oficial del permiso -no apto para todos los p¨²blicos-, y una palmadita en la espalda. ?A qui¨¦n no cabrear¨ªa? M¨¢s si el funcionario de turno sugiere, antes de que la r¨²brica est¨¦ seca, que la prensa extranjera solo viaja a su pa¨ªs para desinformar. Unos d¨ªas despu¨¦s, una charla junto al lago Tanganika con dos j¨®venes burundeses, periodistas en ciernes, pondr¨ªa el enfado en su contexto: decenas de radios -medio preferido a¨²n en muchas partes de ?frica- cerradas por las fuerzas de seguridad tras el brote de violencia de 2015, el sindicato del ramo suspendido y reporteros locales detenidos. "Podr¨ªais usar la Red para informar, ?no?", pregunta de un extranjero con cierta inocencia. Risas. Contratar una hora de Internet en uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo es misi¨®n prohibitiva. El callej¨®n de la informaci¨®n tiene all¨ª pocas salidas.
Es un peque?o gran episodio de una realidad que se repite en muchos pa¨ªses africanos, no sin la protesta emergente e in crescendo de los profesionales locales. Sin duda que la encrucijada del periodismo tiene monta?as m¨¢s altas hoy en las autoritarias Turqu¨ªa o Egipto, con decenas de periodistas entre rejas; en M¨¦xico, aterrorizada todav¨ªa por el narco, o en Siria e Irak, frentes de batalla sin miramientos hacia los reporteros de guerra. Sirven de ejemplos. Pero el cuentagotas de los abusos contra la libre prensa en ?frica no debe dejarse a un lado.
Unos meses despu¨¦s, la cosa en Burundi no acaba de mejorar. El pasado 6 de abril, la oficina africana de Reporteros sin Fronteras denunciaba el interrogatorio de Joseph Nsabiyabandi, redactor jefe de Radio Insanganiro, por supuesta colaboraci¨®n con emisoras burundesas que trabajan en el exilio de la vecina Ruanda. Burundi no es un caso aislado, ni mucho menos. El Comit¨¦ para la Protecci¨®n de Periodistas (CPJ, en sus siglas en ingl¨¦s) lleva meses denunciando la detenci¨®n de periodistas y medidas represivas como el corte de la Red en la franja occidental anglohablante de Camer¨²n, que protesta contra el aparente aislamiento que sufre en relaci¨®n con el resto del pa¨ªs. Las manifestaciones antigubernamentales han sido tambi¨¦n el campo de batalla en el que se ha batido la prensa local en otros pa¨ªses africanos como Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, contra el Gobierno de Joseph Kabia, o Kenia, frente al presidente Uhuru Kenyatta.
Caso aparte ser¨ªa la ausencia total de libertad de informaci¨®n en la Eritrea del dictador Isa¨ªas Afewerki, a la cola en libertad de prensa en la clasificaci¨®n de Reporteros sin Fronteras, o la violencia habitual contra los informadores en la lastrada Somalia y la convulsa y joven Sud¨¢n del Sur. Son ejemplos, hay m¨¢s, de que los reporteros africanos, protagonistas hoy m¨¢s que nunca de ese esfuerzo de desarrollo regional, sufren a¨²n el pisot¨®n de los autoritarismos y las dictaduras perpetuas. El avance del continente pasa sin duda por ellos.
Pero el estado de la situaci¨®n de los reporteros hay que medirlo m¨¢s hacia el noreste del globo. Seg¨²n las cifras del CPJ para los primeros tres meses de 2017, seis reporteros han muerto en el ejercicio de su profesi¨®n , entre ellos, la kurda-iraqu¨ª Shifa Zikri Ibrahim, reportera de Rudaw TV que muri¨® al estallar una mina mientras cubr¨ªa la ofensiva en Mosul contra el Estado Isl¨¢mico. Es el conflicto abierto en Mesopotamia uno de los grandes retos del reporterismo de guerra. La falta de seguridad en Irak y la violencia desatada contra los informadores en el norte de Siria ha obligado a muchos profesionales extranjeros a depender de una de las partes en el conflicto para viajar por el frente y desempe?ar su labor.
Un poco m¨¢s al norte se encuentra no obstante el que es quiz¨¢s uno de los mayores desaf¨ªos a la libertad de prensa en la actualidad: la Turqu¨ªa de Recep Tayyip Erdogan. El censo de reporteros detenidos elaborado por el CPJ cifra en 81 los reos en este pa¨ªs, seguido de lejos por China, con 38, y Egipto, con 25. Un periodista exiliado turco visitaba recientemente la redacci¨®n de EL PA?S en Madrid. Recordaba c¨®mo muchos compa?eros se arrepent¨ªan de no haber sido m¨¢s cr¨ªticos durante la respuesta al golpe de julio de 2016.? Y alertaba, sobre todo, de que la prensa tiene dos enemigos: las represalias del Gobierno y la autocensura de los informadores por miedo a estas represalias.
Este art¨ªculo pertenece a la cobertura especial que EL PA?S est¨¢ realizando durante este mes con motivo de la conferencia del D¨ªa Mudial de la Libertad de Prensa de la UNESCO.
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