Presidente por la gracia de Dios
La comunidad cat¨®lica, no mayoritaria pero s¨ª relevante, permite al conservador Fillon encararar la recta final de campa?a con opciones de pasar a la segunda vuelta
Si un b¨®lido de motor di¨¦sel es capaz de ganar las 24 horas de Le Mans, Fran?ois Fillon tambi¨¦n es capaz de clasificarse a la final¨ªsima de las elecciones presidenciales. Parece la suya una campa?a de progresos lentos pero constantes. Puede qued¨¢rsele corta la carrera, truncarse la remontada, pero tambi¨¦n se le est¨¢ haciendo larga a otros pilotos de motor explosivo. Como el propio Emmanuel Macron (En Marche!) . O como Jean-Luc M¨¦lenchon (Francia Insumisa).
Se hacen inevitables las alegor¨ªas y las met¨¢foras automovil¨ªsticas porque Fillon naci¨® bastante cerca del circuito de Le Mans, aunque su idiosincrasia est¨¢ bastante m¨¢s cerca de los molinos y de las iglesias. Es el terru?o del departamento del Sarthe, la identificaci¨®n con un viejo oeste de tradiciones antiguas a las que apela Fillon consciente de que la victoria puede decidirse en los detalles, en los matices.
Los suyos conciernen al voto cat¨®lico. No mayoritario, pero s¨ª relevante, tanto por los franceses que se declaran practicantes -13%- como porque los institutos demosc¨®picos atribuyen a Fillon la mitad de las simpat¨ªas de los feligreses cristianos. Un porcentaje superior al de Le Pen (25%) y muy por encima del que sostiene a Macron (9%).
Las razones estriban no ya en el ¨¦nfasis con que Fillon se confes¨®, si hubiera dudas, en una entrevista al canal TF1 -"Soy cat¨®lico y me enorgullece serlo"-, sino en el esmero "confesional" con que ha elaborado su programa. Reniega del matrimonio homosexual, abjura de la adopci¨®n en familias monoparentales, rechaza los tratamientos de procreaci¨®n asistida a las mujeres solteras y ha llegado hasta el extremo de cuestionar la hist¨®rica ley francesa del aborto, aunque no ha dejado claro si piensa o no abolirla.
Semejantes argumentos le garantizan el voto de la se?ora Dusapin, una feligresa que frecuenta diariamente la fortaleza catedralicia de San Juli¨¢n y que podr¨ªa representar el arquetipo del votante cat¨®lico franc¨¦s: mujer, jubilada, medio rural.
"Por supuesto que voy a votarle", garantiza madame Dusapin. "Han querido enfangar su campa?a, sabotearla, pero Fran?ois Fillon es el ¨²nico candidato serio, respetable de estas elecciones. Habla con claridad de nuestros valores, de nuestra cultura. Y que yo sepa, aqu¨ª somos republicanos y cat¨®licos. No hay de qu¨¦ avergonzarse".
Las declaraciones sobrentienden un reproche a los partidos progresistas que cortejan a la heterog¨¦nea comunidad musulmanas. Bien lo sabe Fillon, pues ocurre que su campa?a al frente de Los Republicanos tanto subraya la idiosincrasia franco-cat¨®lica y el culto a la sagrada familia como apela a la ley del laicismo (1905) para neutralizar el burkini, el burka y cualquier transgresi¨®n religiosa en la vida p¨²blica.
Se trata de hacer equilibrismo entre la identidad propia y la ajena. Y de confortar al votante conservador en el tradicionalismo, sin necesidad de incurrir en el lenguaje xen¨®fobo o racista de Marine Le Pen. Es el motivo por el que ha convertido la Semana Santa en un pretexto para revitalizar la campa?a. Visitando lugares de peregrinaci¨®n como Puy-en-Velay. Concediendo su tiempo a los medios cat¨®licos. Y acerc¨¢ndose al monasterio de Solesmes, entre cuyos monjes benedictinos, maestros del canto gregoriano, tiene Fillon un confesor, el padre Louis Soltner: " Fran?ois viene a recogerse muchas veces a la iglesia. Es un ferviente cat¨®lico y practicante. Me pide consejo, me cuenta sus dificultades. Y s¨¦ que reza todos los d¨ªas".
Fran?ois Fillon ha jurado enterrarse en Solesmes ¡ªla ¨²ltima promesa posible en una campa?a de menos a m¨¢s¡ª y aspira a ser presidente por la gracia de Dios. Caen en picado en Francia los bautizos, las comuniones y las vocaciones, hasta el extremo de que ¨²nicamente se declara cat¨®lico el 7% de los j¨®venes entre los 18 y los 25 a?os, pero la estrategia de Fillon a bordo de su b¨®lido diesel consiste en clasificarse a la final con el empuj¨®n de los creyentes. Los de ¨¦l y los de ?l.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.