El escorpi¨®n perfumado
Marine Le Pen abjura de su apellido y de su partido en una operaci¨®n de photoshop pol¨ªtico con la que pretende huir de la marginalidad y llegar a la segunda vuelta
Llamadla Marine. Porque as¨ª se anuncia ella misma en los carteles electorales. Y se hace retratar sonriente. M¨¢s coqueta de lo que traslada su habitual imagen descuidada. Y presumiendo de sus p¨®mulos de m¨¢rmol y de sus ojos azules. Como el color de la bandera de Francia que se aferra al asta.
Llamadla Marine porque no constan en los carteles electorales ni su apellido, Le Pen, ni su partido, el Frente Nacional. Se dir¨ªa que Marine, llamadla as¨ª, ha percibido que su linaje y el frentismo representan un obst¨¢culo desmedido para aspirar al El¨ªseo. Marine se ha sometido a un tratamiento de photoshop. No t¨¦cnico, sino conceptual.
Marine quiere acercarse con su nombre de pila. Hacerse familiar, compartir con los vecinos el franco, el mantel a cuadros, las pel¨ªculas de Fernandel, las fiestas de guardar, el acorde¨®n y el picnic en el campo. Cuando no hab¨ªa tantos negros en la selecci¨®n bleue ni tantos alminares en las periferias. Y cuando no era necesaria la polic¨ªa textil, depurando el burkini de las playas.
Marine abjura de su padre y hasta de su partido para aspirar a convertirse en Juana de Arco. O en la alegor¨ªa de la mujer que encarna la imagen de la Rep¨²blica. No es Marianne guiando al pueblo. Es Marine guiando al pueblo. Marine que quiere ser francesa y no capitana de la tropa aragonesa.
Marine trata de suavizarse. No corrigiendo la aversi¨®n a los inmigrantes legales e ilegales pero s¨ª rectificando el racismo y eludiendo las posiciones m¨¢s radicales que pueden marginarla. Francia es para los franceses, todos los franceses y todos los votantes. Y Francia est¨¢ llamada a recuperar la grandeur, a despojarse de la hegemon¨ªa alemana. O, cuando menos, a resistir como la aldea gala de Ast¨¦rix.
Jean Marie Le Pen lleg¨® a la proeza de disputar una segunda vuelta. Lo hizo bromenando con el Holocausto, ejerciendo el odio y la xenofobia. Y arrastrando a su favor la extrema derecha y la extrema izquierda. Era el l¨ªmite del Frente Nacional. El l¨ªmite que quiere sobrepasar Marine. Jugando la final¨ªsima de la segunda vuelta, que parece muy probable. Y gan¨¢ndola si sus compatriotas se atreven a llamarla Marine.
Marine quiere acercarse con su nombre de pila. Hacerse familiar, compartir con los vecinos las fiestas de guardar, el acorde¨®n y el picnic en el campo
?Lo har¨¢n, finalmente? ?Ser¨¢ Marine la primera jefa del Estado franc¨¦s? Su proceso de edulcoramiento evoca la met¨¢fora del escorpi¨®n perfumado. Y ha adquirido credibilidad entre los agricultores, la clase proletaria, incluso en el ¨¢mbito de los j¨®venes votantes. Gusta Marine a los menores de 24 a?os. Y gusta a los jubilados.
Es probable que no vaya a encontrase nunca tan cerca de ganar unas elecciones. Y que ¨¦sta sea la ¨²ltima oportunidad. Puede contribuir a la victoria la psicosis del atentado terrorista. Porque es Marine el gendarme de Francia. La candidata que ha convertido la seguridad en el eje de su campa?a. La que m¨¢s vincula el terrorismo a la inmigraci¨®n. Y la inmigraci¨®n a los h¨¢bitos musulmanes que vulneran el laicismo republicano.
Llamadla Marine porque as¨ª lo quiere ella. Una mujer de confianza. Una francesa pura. Una populista ut¨®pica que tiene el carisma de una valquiria y el discurso rotundo e inequ¨ªvoco de una lideresa providencial: Francia para los franceses. Por eso, la expectativa de su victoria no estriba tanto en quienes han manifestado que van a votarla, sino en quienes ocultan su intenci¨®n. Porque prefieren llamarla Marine en la intimidad.
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