Alien, el pasajero perdido de una nave sin futuro
Hoy, nos despedimos de la criatura de Ridley Scott cuando salimos del cine y nos vamos a comer una pizza. Antes, nos inseminaba en la butaca y volv¨ªa a casa con nosotros. ?Qu¨¦ pas¨®?
(Aviso de spoiler: si no has visto la reci¨¦n estrenada Alien: Covenant y quieres verla, no leas el texto antes de hacerlo.)
En una poes¨ªa de principios del siglo XIX est¨¢ la clave para la tragedia, la de la humanidad y la del creador de Alien: el octavo pasajero.
"Hay algo escrito en ese pedestal:
'Soy Ozymandias, el gran rey. ?Mirad
Mi obra, hombres de poder! ?Desesperad!':
La ruina es de un naufragio colosal.
A su lado, infinita y legendaria
Solo queda la arena solitaria¡±.*?
En la reci¨¦n estrenada Alien: Covenant, la poes¨ªa la evoca un robot, o "sint¨¦tico", como lo llaman en la pel¨ªcula. Se llama David, como la estatua de Miguel ?ngel. David habla con otro sint¨¦tico, que se llama Walter. Y le dice que la poes¨ªa es del poeta ingl¨¦s Byron. En ese momento, algunos de entre el p¨²blico se sobresaltan: ?Ridley Scott, el director de la pel¨ªcula, se ha equivocado? ?Los guionistas se han equivocado? No se puede cometer un error como este en una pel¨ªcula de tama?a magnitud. ?Qu¨¦ quiere decir, entonces? Despu¨¦s, Walter corrije a David, de un hermano aindroide a otro: la poes¨ªa no es de Byron, sino de otro poeta, Percy Shelley.
Al humanizarse, el robot concluye que la humanidad es un error
El error del que fue dise?ado para no cometer errores indica que el androide se humaniza. Y la tragedia, para los humanos de la nave espacial Covenant, es justamente la humanidad del sint¨¦tico. Al pensar por s¨ª mismo, al ser capaz de tomar sus propias decisiones, David concluye que la humanidad es un error. Y, as¨ª, los 2.000 colonos que viajan en la nave hacia un planeta donde podr¨¢n empezar de nuevo, en la opini¨®n de David, no tienen derecho a la "resurrecci¨®n". La especie humana, que destruye su propio planeta, no tiene que tener derecho a un nuevo para¨ªso que posiblemente tambi¨¦n destruir¨¢. ?Se equivoca David, el robot que se humaniza, al pensar as¨ª? ?O solo se equivoc¨® al confundir Byron con Shelley?
Tal vez la respuesta est¨¦ en el nombre que no est¨¢, pero que est¨¢. Mary Shelley, mujer de Percy y amiga de Byron, es la autora de Frankenstein o el moderno Prometeo, la obra cl¨¢sica en la que un cient¨ªfico osa ser dios y crear vida. Su criatura, como sabemos, est¨¢ hecha de pedazos de humanos muertos y, al "nacer", no es f¨ªsicamente perfecta como su padre la idealizaba y, por eso, la rechaza. Pero el "monstruo" mira a los humanos ¡ªno a su cuerpo, sino a su alma¡ª y tambi¨¦n se horroriza.
La monstruosidad de este hijo renegado es tambi¨¦n la de se?alar la monstruosidad del padre. En Alien: Covenant, en cierta medida, sucede lo mismo. David, el androide humillado por su creador y por la humanidad, desprecia la especie a la vez que se humaniza m¨¢s y m¨¢s en su transcurso tr¨¢gico. El que es diferente se iguala a los que reniegan de ¨¦l exactamente cuando los destruye.
Sobre creadores y criatura
El director brit¨¢nico Ridley Scott, que hoy tiene 79 a?os, dirigi¨® la pel¨ªcula fundadora Alien: el octavo pasajero (1979), una obra decisiva para convertirlo en uno de los realizadores m¨¢s importantes de la segunda mitad del siglo XX. A continuaci¨®n, producir¨ªa otro cl¨¢sico de ciencia ficci¨®n, Blade Runner (1982), basada en la obra de Phillip K. Dick, que vuelve este a?o dirigida por otro cineasta. En el primer thriller de la saga Alien, el "monstruo", un organismo perfecto con gran poder de destrucci¨®n y un apetito feroz por la vida, acaba con la tripulaci¨®n de la nave Nostromo. La pel¨ªcula se ha convertido en un cl¨¢sico de la ciencia ficci¨®n ¡ªo del terror espacial¡ª y ha creado una horda de fan¨¢ticos de Alien.
Para los menos obsesionados con Alien, hay que explicar que, despu¨¦s de la primera pel¨ªcula, hubo tres m¨¢s. La segunda ¡ªAliens: el regreso (1986)¡ª la dirigi¨® el canadiense James Cameron. Ya ten¨ªa un ¨¦xito a sus espaldas, Terminator, y despu¨¦s producir¨ªa otros, como Titanic y Avatar. Alien 3 (1992) tuvo una producci¨®n agitada y la dirigi¨® David Fincher, que se estrenaba en la gran pantalla pero que m¨¢s tarde har¨ªa pel¨ªculas importantes como El club de la pelea y La red social. La cuarta ¡ªAlien: resurrecci¨®n (1997)¡ª es del franc¨¦s Jean-Pierre Jeunet, que se hab¨ªa dado a conocer con Delicatessen y que, curiosamente, despu¨¦s de un Alien terror¨ªfico, har¨ªa el hit de la candidez m¨¢xima: Am¨¦lie.
Por lo tanto, Ridley Scott vio como su hijo m¨¢s original arrasaba por lo menos otro planeta y viajaba clandestino en diferentes naves espaciales en manos de otros mientras ¨¦l emprend¨ªa diferentes proyectos cinematogr¨¢ficos. Y solo a?os despu¨¦s, ya en la segunda d¨¦cada de este siglo, decidi¨® volverse a apropiar de su criatura para enfrentar la pregunta no respondida por sus sucesores: el origen de Alien y los porqu¨¦s. La primera pel¨ªcula se llama Prometheus, lanzada en 2012. Alien: Covenant, ahora en los cines, es la segunda. Y se anuncia que vendr¨¢n por lo menos otras dos.
Ya no hay m¨¢s futuro... ni espacio
Ozymandias, el poema de Percy Shelley, evocaba a Rams¨¦s II, uno de los m¨¢s poderosos faraones de Egipto, reducido a una estatua en ruinas en el desierto. En Alien: Covenant, el poema se recuerda para expresar la ca¨ªda de los padres creadores de la humanidad, buscados y encontrados en Prometheus. Y anunciar la ca¨ªda de los humanos, padres creadores de los robots que sostienen la conversaci¨®n. El poema habla de la fugacidad del poder y tambi¨¦n de la mortalidad y el olvido. Del polvo de donde venimos y del polvo al que volveremos mientras la vida sigue su curso sin aquel que un d¨ªa se consider¨® insuperable e indestructible. En Alien: Covenant, no solo un individuo, sino una especie entera.
Ozymandias se ha convertido en una referencia en la cultura pop. Por ejemplo, fue el nombre del cap¨ªtulo decisivo de Breaking Bad, una de las series de televisi¨®n a las que m¨¢s se rinde culto en este momento en que las series se han convertido en la expresi¨®n cultural que mejor refleja el tal esp¨ªritu del tiempo. Cuando tomamos una referencia del pasado para hablar del futuro en el presente, como hace Ridley Scott, corremos el riesgo de que la cita nos cite m¨¢s all¨¢ de lo que hubi¨¦ramos deseado.
La nave ya no es la caravela que nos lleva al nuevo mundo, sino el presente en el que estamos confinados
Tal vez Ozymandias indique la imposibilidad de crear un futuro dist¨®pico que ya no pertenezca al pasado. O, en otras palabras: el futuro dist¨®pico es el pasado. Algunos meses atr¨¢s escrib¨ª aqu¨ª sobre los efectos que se producen en el presente al no conseguir imaginar un futuro que no sea una distop¨ªa, en la medida en que el presente tambi¨¦n est¨¢ determinado por el futuro que somos capaces de imaginar. Alien: Covenant quiz¨¢s se?ale la imposibilidad de esta ¨¦poca de imaginar cualquier futuro, ni siquiera uno dist¨®pico.
Esta es una de mis hip¨®tesis para la p¨¦rdida de potencia de Alien como obra capaz de dialogar con nuestros horrores m¨¢s profundos, algo que las primeras cuatro pel¨ªculas consiguieron de forma magistral. La nueva saga es, en cierto modo, mucho menos un cuento de terror y m¨¢s un intento de crear una distop¨ªa. A¨²n cuando se vuelve al pasado de Alien, o de la propia creaci¨®n humana, Ridley Scott apunta al futuro. Pero quiz¨¢s ya no sea posible crear un futuro dist¨®pico, lo cual hace que la nueva saga tambi¨¦n se enrede en citas y creaciones de otros sin conseguir crear una s¨ªntesis propia. Por lo menos por ahora.
Esta es la tragedia de Ridley Scott como padre creador de este tiempo. ?l es, como buena parte de la poblaci¨®n actual, un humano del siglo XX que llega al siglo XXI sumergido en un presente que es, en s¨ª mismo, una distop¨ªa. Pero una distop¨ªa en que las referencias ya no sirven. Se buscan desesperadamente los mitos fundadores, se reciclan los personajes arquet¨ªpicos y se reeditan las tragedias cl¨¢sicas, pero ya son or¨¢culos sin respuestas, porque nosotros, los que interrogamos, estamos condenados al presente. Ya no podemos ni siquiera contar con el espacio como fuga. Y la Tierra, el ¨²nico planeta que tenemos, se parece cada vez m¨¢s a una nave superpoblada y demasiado averiada, de la cual nada muestra que se pueda salir.
Y as¨ª, giramos todos en falso. Y la pel¨ªcula de Ridley Scott tambi¨¦n gira en falso. Paralizados por la imposibilidad de imaginar un futuro, cualquier futuro, ya no conseguimos dialogar con nuestros mitos como antes. Este es el vac¨ªo que, contrariando la l¨®gica, no se llena. No la falta que produce movimiento de b¨²squeda, sino el vac¨ªo paralizante.
La nave ya no es la caravela que nos lleva al nuevo mundo, o al para¨ªso perdido. La nave es el presente en el que estamos confinados. En los blancos pasillos claustrof¨®bicos viajamos con la destrucci¨®n que cargamos.
Para no decir que no habl¨¦ sobre madres
En el primer Alien, como en los tres que lo siguieron, hab¨ªa dos protagonistas. Este otro al que llamamos monstruo, o "xenomorfo". Y la humana que lucha contra ¨¦l, interpretada por Sigourney Weaver. Alien, la criatura, fue creada por un artista suizo fascinante, H.R. Giger. Creaba a partir de sus sue?os, que anotaba. Y, durante la creaci¨®n de Alien, cuenta que tambi¨¦n ley¨® El libro de los sue?os de Freud. La criatura es una creaci¨®n colectiva de todos los que la formaron, pero tiene el ADN inconfundible de Giger. Y proviene del espacio insondable del inconsciente, de todo aquello que permanece hibernando, esperando una oportunidad para emerger. Todo aquello que somos nosotros y los otros que habitan en nuestras profundidades abisales. El espacio, lo desconocido, est¨¢ dentro, no fuera.
Alien, este extranjero ¨ªntimo hecho de la materia de los sue?os, despierta nuestros miedos m¨¢s profundos e inconfesables
Fue por estar hecho de la materia de los sue?os que Alien, el primero, provoc¨® tanto horror e identificaci¨®n entre el p¨²blico y se convirti¨® en aquella pesadilla que tenemos que repetir y repetir y repetir de nuevo. Como los ni?os que piden que les contemos aquella historia inquietante otra vez y otra y otra. Alien es un cuento de hadas para adultos que dialoga con nuestros miedos m¨¢s profundos e inconfesables. Todos los creadores son int¨¦rpretes. Y al encarnar la pesadilla, transform¨¢ndola en una criatura, en un alien¨ªgena que es, a la vez, extranjero e ¨ªntimo, sus creadores engendraron algo original.
Alien, la criatura, aparece poco y siempre r¨¢pidamente en la primera pel¨ªcula. Hecho de la materia de los sue?os, solo puede vislumbrarse. Cuando aparece, el monstruo contin¨²a, en cierto modo, oculto. Si no fuera por esta decisi¨®n de los realizadores, Alien seguramente ser¨ªa solo una pel¨ªcula B de terror espacial que se olvidar¨ªa en seguida.
En su primera aparici¨®n, la criatura le revienta el pecho a un hombre, de dentro hacia fuera. Es espeluznante, pero no solo porque es espeluznante en s¨ª, sino porque es un parto. No solo el miedo, sino una inquietud profunda y visceral, provocada por la escena, hace que muchos abandonen el cine. Al tener contacto con los huevos de la criatura desconocida, un hombre fue violado y fecundado por la boca, como vimos en escenas anteriores, y ahora un beb¨¦ Alien nace de su pecho. Y lo mata al nacer. La criatura que se esconde y crece velozmente en los pasillos oscuros de la nave espacial evoca un falo.
En esta primera pel¨ªcula, se establece que la protagonista que combate al alien¨ªgena y le sobrevivir¨¢ es una mujer. Sigourney Weaver, la teniente Ripley que protagonizar¨¢ las cuatro primeras pel¨ªculas, es muy alta, delgada, cabellos cortos. Ya en el estreno, Alien esboza (tambi¨¦n) un cuento de terror er¨®tico en el cine. Y el erotismo velado, el erotismo que dialoga con nuestras pulsiones m¨¢s profundas, forma parte del ¨¦xito que lleva al constante retorno de Alien. Vale recordar que, al final, Ripley extermina ese pito gigante y amenazador, el alien¨ªgena que penetr¨® en la nave. Y que volver¨¢ en la pr¨®xima pel¨ªcula. Y en la pr¨®xima. Y en la pr¨®xima.
A partir de la segunda pel¨ªcula, el enfrentamiento se vuelve casi que exclusivamente femenino. O materno. Sabemos al principio que la teniente Ripley vag¨® por el espacio durante m¨¢s de 50 a?os despu¨¦s del encuentro con Alien, como ¨²nica superviviente de la nave Nostromo. Cuando finalmente la encuentran y la despiertan, descubre que su hija ya ha muerto de vieja. Mientras Ripley dorm¨ªa, el planeta donde su tripulaci¨®n encontr¨® al Alien ha sido colonizado. Y ahora, la empresa que financi¨® la ocupaci¨®n y la controla env¨ªa a Ripley de vuelta porque hay se?ales de que la poblaci¨®n ha sido diezmada.
Ripley encuentra a una ¨²nica superviviente, una ni?a que tiene m¨¢s o menos la edad de la hija que dej¨®. Descubrimos entonces que la criatura se reproduce de forma parecida a las abejas. Hay una reina, que protege a su prole. El enfrentamiento pasa a ser entre estas dos madres terribles, la humana y la otra. Cada una queriendo garantizar la continuaci¨®n de su especie. Primero, ambas env¨ªan a sus respectivos soldados. Despu¨¦s, el enfrentamiento se produce entre ellas dos. James Cameron fue brillante al filmar este encuentro de maternidades feroces.
?No son todos los hijos alien¨ªgenas mientras se engendran en el interior de la madre?
Pero la inmersi¨®n en este femenino visceral se vuelve m¨¢s compleja a partir de la tercera pel¨ªcula, de David Fincher, que transcurre en un planeta que es, todo ¨¦l, una prisi¨®n de m¨¢xima seguridad solo ocupada por hombres, una parte de ellos convertida a una especie de religi¨®n evang¨¦lica. Ripley, al despertar, descubre que tambi¨¦n ha perdido a su hija adoptada, aquella ni?a a la que hab¨ªa conseguido salvar. Y, de nuevo, la protagonista penetra en un mundo totalmente masculino. Rodeada de hombres ¡ªy uno de ellos intentar¨¢ violarla¡ª, ser¨¢ ella quien decida el futuro. De nuevo.
Ripley descubre que la criatura la fecund¨®. Dentro de ella hay una reina que ahora forma parte de ella misma. Ripley toma una decisi¨®n: se sacrifica, suicid¨¢ndose, como ¨²nica forma de matar a la hija indeseada que lleva dentro. Se incinera. ?No son todos los hijos alien¨ªgenas mientras se engendran en el interior de la madre?
Y as¨ª, la saga de Alien va alcanzando nuevas capas de tab¨²s y de pesadillas. Esta escena, que es al mismo tiempo un sacrificio y un filicidio, es bell¨ªsima.
En la cuarta pel¨ªcula, que cierra la primera tetralog¨ªa, Ripley resucita en una nave militar como resultado de una clonaci¨®n. Ella es humana, pero tambi¨¦n es alien¨ªgena, ya que la clonaci¨®n se ha producido a partir de lo qued¨® de ella y de su hija. El insconsciente, ese lugar en que los otros que somos respiran, ahora se encarna. Ripley se transforma en su pesadilla. En este nuevo cuerpo, aparentemente humano, la criatura acecha con sus ojos.
En esta forma Ripley mata a aquel que est¨¢ en posici¨®n de hijo. Un hijo que, en la transgresi¨®n de la clonaci¨®n, es suyo y de la otra, a la vez. La reina, ahora tambi¨¦n con ADN humano, ya no pone huevos. Ahora gesta y parir¨¢ con dolor. Pero entre estos dos personajes que ocupan la posici¨®n de madre con relaci¨®n a la criatura que nace, pero a la vez familiares una de la otra, el hijo escoge a Ripley, la humana ¡ªo la m¨¢s o menos humana¡ª. Y matar¨¢ a la alien¨ªgena ¡ªo m¨¢s o menos alien¨ªgena¡ª. Es una tragedia matricida. Ripley se reconoce en la mirada de este hijo monstruoso y, m¨¢s tarde, lo matar¨¢ violentamente para salvar a una androide que, aunque sint¨¦tica, se parece mucho m¨¢s a la hija que le gustar¨ªa tener. Ripley llora por este hijo mientras escucha sus gritos de dolor. Son escenas terribles. Y muy, muy inquietantes.
La primera saga Alien evoca un femenino feroz que huye de los clich¨¦s
La saga alcanza capas todav¨ªa m¨¢s profundas de pulsiones humanas que la mayor¨ªa preferir¨ªa transferir a alien¨ªgenas. Quiz¨¢s a tal punto, que termina. Las dos ¨²ltimas pel¨ªculas de la tetralog¨ªa fueron masacradas por la cr¨ªtica, en mi opini¨®n injustamente. Son pel¨ªculas que traen un femenino feroz. En ellas, los machos de cada especie son meros personajes secundarios, lo cual puede haber molestado a algunos. Hasta en este sentido, la saga Alien rompe un tab¨². Ripley es una de las primeras mujeres protagonistas de una pel¨ªcula de terror en el espacio. Y el erotismo, al igual que la maternidad que conjura, huye de los clich¨¦s. Hay algo en Ripley que sobrevive pel¨ªcula tras pel¨ªcula tambi¨¦n para seguir inquiet¨¢ndonos.
En la primera d¨¦cada de este siglo, la criatura volvi¨® en pel¨ªculas que la colocaban en oposici¨®n a otro personaje del cine, un cazador alien¨ªgena llamado "Predator" o "Depredador". El primer Alien vs. Predator o Alien contra Depredador es competente como diversi¨®n, el segundo es peor que malo. Pero, en ambos, Alien deja de inquietar y se transforma solo en una criatura m¨¢s. La pesadilla aqu¨ª es la habitual: la reducci¨®n de todo a la vulgaridad del entretenimiento.
Y entonces Ridley Scott vuelve para contar el origen de Alien.
Para no decir que no habl¨¦ sobre padres
La idea de tener a una mujer como protagonista en el primer Alien fue del productor Alan Ladd Jr., entonces presidente de la Fox. Los guionistas hab¨ªan dejado abierta esa posibilidad al decir que todos los personajes pod¨ªan ser hombres o mujeres. La saga seguramente no ser¨ªa lo que fue ni hubiera seguido los caminos que sigui¨® si no fuera por esa decisi¨®n que lo cambi¨® todo. En la nueva saga Alien, dirigida por Ridley Scott, las mujeres todav¨ªa son importantes. Pero ya no est¨¢ Sigourney Weaver, lo cual marca una diferencia enorme. Y el protagonismo est¨¢ sesgado.
Las hero¨ªnas, mujeres con un biotipo y una est¨¦tica semejantes a los de la teniente Ripley, excepto en la altura, son personajes mucho menos interesantes. Todav¨ªa existe la conexi¨®n visceral y la er¨®tica con la criatura: en Prometheus, el personaje de Noomi Rapace no consegu¨ªa quedarse embarazada mientras la fecundaci¨®n era exclusivamente humana, pero se qued¨® embarazada cuando su novio se contamin¨® con un alien¨ªgena. Despu¨¦s, esta madre se hace una ces¨¢rea para arrancarse el hijo monstruoso, que tendr¨¢ un papel crucial m¨¢s adelante.
En Alien: Covenant, el personaje de Katherine Waterston tiene algo de Bambi. Pierde a su marido al principio de la pel¨ªcula. Con ¨¦l ten¨ªa el proyecto de construir una caba?a a orillas de un lago en el nuevo planeta. Entonces, el personaje crea una relaci¨®n afectiva con el robot, al que trata con humanidad. Y ¨¦l la salva. S¨ª, porque ahora las hero¨ªnas necesitan que los hombres las salven, aunque tengan pitos sint¨¦ticos. En cierto modo, ella pone al robot en el lugar simb¨®lico de marido, lo cual puede provocar algunas pesadillas al p¨²blico masculino. Al final de la pel¨ªcula, poco antes de dormirse para la pr¨®xima etapa del viaje, hace una pregunta muy cursi: "?Me ayudar¨¢s a construir una caba?a?".
En la nueva saga, los hombres siguen muriendo, pero la figura masculina resurge en la piel sint¨¦tica del androide
En este momento, el terror se reedita, para preparar al espectador para la pr¨®xima pel¨ªcula, y queda claro que la bella tendr¨¢ pesadillas, ya que el androide superviviente tiene planes muy diferentes. Pero la desgracia ya se ha consumado: una de las ¨²ltimas frases del personaje femenino de una saga en la que las mujeres conquistaron protagonismo en un territorio hist¨®ricamente masculino, el de la ciencia ficci¨®n, podr¨ªa haberla pronunciado Blanca Nieves.
Pero ni la mujer ni la criatura son, de hecho, protagonistas de este retorno de Ridley Scott. Y, si los hombres eran personajes secundarios en la saga antigua, en la nueva tambi¨¦n solo sirven para morir. Sin embargo, resurgen como una creaci¨®n m¨¢s perfecta, en la piel de la "persona artificial". As¨ª, el protagonista ahora es el "sint¨¦tico", interpretado por el impecable Michael Fassbender.
En la primera saga, los androides trazan una narrativa propia e importante para la trama. Especialmente en la primera y en la cuarta pel¨ªcula. Pero solo en este retorno toman el papel principal. Al apartarse de la oposici¨®n entre Ripley y Alien, Ridley Scott se aparta de aquello que hizo de su creaci¨®n un cl¨¢sico. Un cl¨¢sico en el sentido utilizado por el escritor ?talo Calvino para la literatura: una obra que nunca termina de decir lo que tiene que decir.
Ridley Scott reduce a su propia criatura. Alien, que representaba tanto lo insondable como lo incontrolable, pasa a ser un organismo manipulado en el laboratorio de la mente cada vez m¨¢s humana del androide David. E Alien: Covenant encontrar¨¢ al robot viviendo una versi¨®n propia de la isla del Dr. Moreau, de H.G. Wells. O, volviendo a Mary Shelley, David se va transformando cada vez m¨¢s en el propio Frankenstein por el que siente tanto desprecio.
Al desplazar el protagonismo, Ridley Scott desplaza tambi¨¦n las cuestiones de su obra, que pasa a reflexionar sobre la inteligencia artificial contra la humana, as¨ª como sobre los dilemas del origen. En este cambio, su genial criatura se vac¨ªa. Ya no es capaz de reproducir las encrucijadas humanas m¨¢s rec¨®nditas. Quiz¨¢ las pr¨®ximas pel¨ªculas creen una trama m¨¢s elaborada, pero la que vimos hasta ahora es una historia poco sorprendente sobre creadores y criaturas. O sobre padres e hijos.
Lo que sabemos hoy es que los padres creadores desearon exterminar a sus criaturas, nosotros, los humanos. Sabemos tambi¨¦n que ellos mismos fueron masacrados. En este conflicto est¨¢ la g¨¦nesis de la criatura alien¨ªgena que m¨¢s tarde encontrar¨¢ la teniente Ripley. Quiz¨¢s haya m¨¢s vueltas, pero, de momento, Ridley Scott es el padre que mata a Alien, su hijo m¨¢s brillante, al reducirlo a un monstruo al servicio de una tesis.
La ficci¨®n nos ilumina cuando es capaz de llevarnos por pasillos todav¨ªa m¨¢s oscuros
No que las preguntas de David, la "persona artificial", no sean interesantes. Lo son, y dialogan con nuestro tiempo. Pero tal vez la fragilidad de esta nueva saga resida en el hecho de que se propone explicar algo. Y una obra de ficci¨®n es potente cuando habla con nuestros miedos y pesadillas m¨¢s escondidos suscitando nuevas preguntas, y, especialmente, suscitando m¨¢s pesadillas. La ficci¨®n nos ilumina cuando es capaz de llevarnos por pasillos todav¨ªa m¨¢s oscuros. Los pasillos blancos de la nave Covenant son apenas otra se?al de que la perspectiva de Ridley Scott ahora es otra.
Al exponer a su criatura a m¨¢s apariciones, al exhibirla a la luz, tambi¨¦n en la literalidad de la pel¨ªcula, Ridley Scott se somete a la saturaci¨®n de las im¨¢genes de esta ¨¦poca. Alien deja de vivir en nuestras pesadillas y ya no consigue asustarnos ni en la butaca del cine. En esta nueva versi¨®n, Alien est¨¢ all¨ª, durante las dos horas de pel¨ªcula, y al salir nos despedimos de ¨¦l y nos vamos a comer una pizza. En la primera saga, no: Alien nos inseminaba en la butaca del cine y volv¨ªa con nosotros a casa.
Es curioso el trayecto realizado por Ridley Scott. Junto a todo el equipo de la primera pel¨ªcula y, principalmente, junto a Giger, hab¨ªa creado una criatura mitol¨®gica, en el sentido de que permanece como encarnaci¨®n de pesadillas humanas universales. Y ahora, al envejecer, vuelve a ella, pero no verdaderamente, porque su nueva saga opta por vaciarla. Ridley Scott lo hace reciclando otras mitolog¨ªas y creaciones de otros.
Claro que el Alien de la primera saga tambi¨¦n part¨ªa de muchas referencias, ya que no hay nada que podamos crear que no venga, de alguna forma, de los universos culturales que compartimos. Pero en ¨¦l, Ridley Scott, Giger y todo el equipo hab¨ªan alcanzado una s¨ªntesis original. En la nueva saga, no.
Lo que no impide que haya momentos interesantes. Hay, por ejemplo, mucho de Ca¨ªn y Abel en el duelo entre dos hermanos androides. En este momento, la relaci¨®n reflejada de la primera saga, entre la mujer y la criatura, se sustituye por este otro espejo. Hay tambi¨¦n algo de Narciso cuando David se enamora de Walter. La pel¨ªcula acaba cuando la nave viaja hacia un nuevo planeta cargada de pioneros, y tambi¨¦n de embriones alien¨ªgenas. No sabemos qu¨¦ pasara de hecho en la tercera pel¨ªcula, pero en este momento el androide es el hijo malo, de camino al para¨ªso perdido, dispuesto a impedir que sus padres vuelvan a ¨¦l.
Todo hijo contiene, simb¨®licamente, la destrucci¨®n de su padre. Parece que Ridley Scott no desea que el suyo lo haga. Quiz¨¢s la respuesta est¨¦ en el di¨¢logo inicial entre David y su creador. "T¨² me has creado. Pero t¨² morir¨¢s, yo no". Quiz¨¢s sea este el dilema de los creadores. Quiz¨¢s haya siempre algo de Ozymandias en esta relaci¨®n.
Alien dio forma a lo que ya respiraba en nuestro interior. Este es el espacio insondable que seguir¨¢ habitando. Incluso contra su padre.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - O Avesso da Lenda, A Vida que Ningu¨¦m v¨º, O Olho da Rua, A Menina Quebrada, Meus Desacontecimentos, y de novela Uma Duas. Sitio web: desacontecimentos.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter: @brumelianebrum. Facebook: @brumelianebrum
Traducci¨®n: Meritxell Almarza
*Traducci¨®n del soneto Ozymandias, de Shelley: Fernando G. Toledo
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