Amotinados por una guerra que no cobraron
Los rebeldes de Costa de Marfil que ayudaron al actual presidente a llegar al poder y se reciclaron como soldados sit¨²an el pa¨ªs al borde de la crisis por las pagas pendientes
Llega al banco en un BMW con los cristales tintados. El sargento Traor¨¦ hoy no lleva arma ni uniforme. Saluda a otros militares, tambi¨¦n de civil, que han llegado en sus motos para cobrar, seis a?os y dos motines despu¨¦s, su prometida ¡°prima de guerra¡±. Los soldados se arremolinan ante la puerta del banco de Bouak¨¦, la segunda ciudad de Costa de Marfil, que vuelve a saborear la calma donde hace muy poco tiempo el escenario era de miedo: los que ahora sonr¨ªen paseaban ca?¨®n al aire, con ristras de munici¨®n alrededor del cuello; circulando velozmente en coche al ritmo de las balas y del cantante de reggae Tiken Jah. Cuatro d¨ªas de p¨¢nico, carreteras cortadas y civiles asustados, temerosos ante un posible nuevo conflicto, que el acuerdo entre Gobierno y soldados amotinados alcanzado el 16 de mayo ha despejado por el momento.
¡°Nuestros jefes nos han traicionado¡±, dice el sargento Traor¨¦. Fue rebelde, igual que los otros 8.400 amotinados que empujaron a mediados de mes a Costa de Marfil al borde de una nueva crisis armada. Todos ellos fueron miembros de las Fuerzas Nuevas (FN), el movimiento armado que en 2002 dej¨® el pa¨ªs dividido en dos. ¡°Luchamos, perdimos a compa?eros¡±, explica el corpulento y brusco cabo primero Yacouba. Desde el cuartel general en Bouak¨¦ controlaron el norte del pa¨ªs hasta 2011. ¡°Cuando nos pidieron ayuda para desalojar a Laurent Gbagbo [expresidente] nos prometieron que, si gan¨¢bamos la guerra, nos dar¨ªan dinero y una casa¡±. Traor¨¦ y Yacouba hablan a la vez: ¡°Combatimos y ganamos la guerra, pero despu¨¦s se olvidaron de nosotros¡±.
Un golpe de Estado fallido dividi¨® en dos a Costa de Marfil en 2002. Los rebeldes intentaron derrocar al presidente Gbagbo, elegido dos a?os antes. No lo consiguieron, pero se quedaron con el control del norte. As¨ª funcion¨® Costa de Marfil durante ocho a?os, controlada por dos ej¨¦rcitos, cada uno con un l¨ªder pol¨ªtico: en el sur, el Ej¨¦rcito regular con Laurent Gbagbo; en el norte, las FN dirigidas por Alassane Ouattara. Cada uno gestionaba su territorio mientras se suced¨ªan acuerdos de paz infructuosos y se intentaba organizar unas nuevas elecciones.
Cuando se celebraron los comicios en 2010, el conflicto estall¨®. Ambos candidatos se consideraron ganadores. Y cada uno llam¨® a su ej¨¦rcito. Gbagbo jur¨® el cargo en el palacio de la presidencia; Ouattara en el Hotel du Golf. Entonces estall¨® la guerra. ¡°En ese momento nos piden que bajemos a Abiy¨¢n para desalojar a Gabgbo¡±, insisten los rebeldes, ¡°prometiendo que, si hay victoria, habr¨¢ recompensa¡±. Los 8.400 hombres de Ouattara fueron integrados al Ej¨¦rcito regular ¨Cque tiene 20.000 hombres.
Miedo a otro conflicto
Pero no cobraron lo pactado. Uno de ellos, Yacouba, pas¨® toda la rebeli¨®n en el control de entrada de Bouak¨¦. Los rebeldes cobraban un impuesto a los veh¨ªculos para alimentar al ej¨¦rcito paralelo. Este mes, durante el mot¨ªn por la paga pendiente se han plantado en el mismo lugar disparando al aire y cortando el tr¨¢fico. Pero sus jefes de entonces ya no est¨¢n. ¡°Tienen cargos, mansiones y buenos coches en Abiy¨¢n [sede del Gobierno]. ?Ellos s¨ª han cobrado bien la victoria!¡±, se quejan. Sus jefes son los llamados com zones (comandantes de zona) y sus nombres ahora son celebres: de rebeldes a militares de alto rango.
¡°Yo era guardaespaldas de Guillame Soro¡±, ahora presidente de la Asamblea Nacional, explica uno de los rebeldes. ¡°A m¨ª me comandaba Wattao, ahora jefe de la Guardia Republicana¡±, dice otro.
El malestar por el impago se arrastraba desde hace seis a?os. Pero la ¨²ltima promesa incumplida del Gobierno al que ayudaron a instaurarse fue la gota que colm¨® el vaso. Tras un primer mot¨ªn, el pasado enero, el Estado acept¨® pagar 18.000 euros a cada excombatiente. Les ingres¨® una primera parte (7.600 euros) y les prometi¨® que en mayo cobrar¨ªan el resto. Pero ahora, alegando dificultades econ¨®micas, el Ejecutivo de Ouattara dice que no hay dinero.
Un movimiento torpe que ¡°ha dejado al pa¨ªs fragilizado y una grave crisis de confianza¡±, afirma el soci¨®logo Doctor Mazu. Ouattara no ha sabido gestionar a sus soldados ni proteger del miedo a la poblaci¨®n. Sin control y sin palabra, el ¡°resurgimiento¡± de Costa de Marfil del que tanto le gusta presumir ha quedado en entredicho, al igual que su credibilidad.
En un bar, los amotinados ojean la prensa. ¡°Mira, mira este¡±, espeta Traor¨¦, y lee en voz alta: ¡°?Qui¨¦n ha traicionado a Ouattara?¡±. Se r¨ªen. Esta vez, ellos han ganado la batalla.
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