La corrupci¨®n de la polic¨ªa argentina devora a sus jefes
Casi 5.000 efectivos de la Bonaerense fueron apartados en un intento por desterrar la corrupci¨®n en la mayor fuerza del pa¨ªs
Las cifras impactan. Desde el 10 de diciembre de 2015, el gobierno de la provincia de Buenos Aires inici¨® en la polic¨ªa Bonaerense 12.395 sumarios internos, apart¨® a 4.747 uniformados y encarcel¨® a 390. La mitad de los procesos fueron por corrupci¨®n y un 15% por violencia de g¨¦nero, polic¨ªas hombres que maltratan en casa a sus mujeres. Casi 900 uniformados est¨¢n hoy investigados por enriquecimiento il¨ªcito y 73 ya enfrentan procesos penales. En pocas semanas, los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n le costaron el cargo a dos jefes policiales. A principios de mayo renunci¨® el titular de la Bonaerense, Pablo Bressi. A finales de abril, termin¨® preso su par en la nueva polic¨ªa de la Ciudad de Buenos Aires, Jos¨¦ Potocar, acusado de enriquecimiento il¨ªcito durante su paso por la Polic¨ªa Federal. El mapa del delito policial es variado. Con 93.000 hombres, la Bonaerense arrastra d¨¦cadas de intentos de normalizaci¨®n, hasta ahora fallidos. La gobernadora Mar¨ªa Eugenia Vidal prometi¨® que esta vez ser¨¢ diferente porque su gobierno ¡°no forma parte de la mafias¡±. Pero el desaf¨ªo es enorme y los resultados pueden no ser los esperados.
Para la gobernadora Vidal el origen del problema est¨¢ claro: ¡°Tiene que ver con un sistema que aval¨® que convivieran determinadas mafias, que crecieran y se creyeran impunes¡±, dijo. Los nombres de polic¨ªas detenidos llegan a la prensa cada d¨ªa, por goteo. El ¨²ltimo caso involucr¨® a siete efectivos, dos de ellos de alto rango, acusados de proteger a una red de trata de personas que operaba en el sur del extrarradio de la ciudad de Buenos Aires. El caso m¨¢s grave se conoci¨® hace un a?o, cuando ocho jefes policiales fueron detenidos sospechados de montar una red que cobraba a narcotraficantes y proxenetas por protecci¨®n. Asuntos Internos encontr¨® en la jefatura departamental 36 sobres numerados con m¨¢s de 150.000 pesos (unos 10.000 d¨®lares), producto del cobro de sobornos. El ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, dice que la reforma que lidera es ¡°hist¨®rica¡± porque ha roto la cadena de complicidades internas. ¡°Los polic¨ªas honestos perdieron el miedo, est¨¢n levantando un tel¨¦fono y denuncian a quienes lucran con un uniforme y lucran con la Instituci¨®n. Los buenos polic¨ªas ven que los corruptos est¨¢n cayendo, y los honestos saben que se act¨²a y que pueden dejar tras las rejas a quienes manchan el uniforme¡±, explica.
En el gobierno nacional est¨¢n convencidos de que depurar la Bonaerense es la madre de todas las batallas. Luego, como una cascada, las mejoras llegar¨¢n a otras provincias consideradas complicadas, como Santa Fe. El diputado oficialista Waldo Wolff, vicepresidente de la comisi¨®n de Seguridad de la C¨¢mara baja, dice que si nadie ha podido resolver hasta ahora la cuesti¨®n policial es porque ¡°cada uno hizo un parche sin pensar en una pol¨ªtica integral¡±. ¡°Todav¨ªa se arrastran vicios de otras ¨¦pocas. Se ha permitido que parte de la estructura policial sea una caja de la pol¨ªtica y que tenga ciertos kioscos (cajas de recaudaci¨®n ilegal)¡±. Los planes de recuperaci¨®n de la polic¨ªa en Buenos Aires han sido m¨²ltiples y variados, todos bajo gobiernos peronistas, al mando de esa provincia, la m¨¢s grande del pa¨ªs, entre 1987 y 2015, cuando Vidal dio la sorpresa y venci¨® al candidato de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner. "Salvo un peque?o per¨ªodo con [Le¨®n] Arslani¨¢n, no hubo vocaci¨®n pol¨ªtica de pelear en serio contra esto", dijo la gobernadora.
Arslani¨¢n fue uno de los jueces federales que lider¨® el llamado Juicio a las Juntas que en 1985, bajo la presidencia de Ra¨²l Alfons¨ªn, llev¨® a prisi¨®n a los jerarcas de la ¨²ltima dictadura militar argentina. Fue ministro de Seguridad de Buenos Aires entre 1997 y 1998 y otra vez en 2004, cuando emprendi¨® la mayor reforma policial jam¨¢s realizada. Eran los tiempos de la ¡°maldita polic¨ªa¡±, como se la llamaba entonces. ¡°Yo logr¨¦ que dejara de ser la maldita polic¨ªa¡±, dice Arslani¨¢n. ¡°Nos planteamos un programa de seguridad tratando de democratizar el aparato prusiano de polic¨ªas organizadas verticalmente, heredado de las formas militares. La polic¨ªa no se puede gobernar a s¨ª misma, por eso creamos un ministerio de Seguridad con un ministro civil y dise?amos un modo de penetrar la estructura para poder apropiarnos de la informaci¨®n que maneja la polic¨ªa, para no ser cautivos de ella¡±, explica. Arslani¨¢n elimin¨® la figura del jefe polic¨ªal, recuperada despu¨¦s de 2007 por el gobernador kirchnerista Daniel Scioli y mantenida por Vidal, a pesar de sus esfuerzos por aumentar el control civil sobre la fuerza.
Los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, de hecho, terminaron con la carrera del jefe de la Bonaerense, Bressi, un hombre de perfil bajo que decidi¨® renunciar luego de semanas de enfrentar las denuncias de la diputada oficialista Elisa Carri¨® sobre una supuesta connivencia con el narcotr¨¢fico. ?El sucesor, Fabi¨¢n Perroni, es la contracara de Bressi. Medi¨¢tico, se exhibe al frente de operativos contra la polic¨ªa y no teme a las c¨¢maras. ¡°Vidal no entendi¨® la importancia de resolver el tema de la jefatura policial. Ayer fue Bressi, hoy ser¨¢ otro, pero va a reproducir el mismo problema si no entiende que el modelo de conducci¨®n es el que nosotros establecimos, con un civil. La gobernadora tiene que recuperar la reforma y profundizarla¡±, advierte Arslani¨¢n. En el fondo est¨¢ el esfuerzo por doblegar a una fuerza que parece incontrolable.
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