La guarida
El pr¨®ximo presidente de Brasil ser¨¢ quien mejor garantice la cobertura de quienes lo eligen
Encerrado en el palacio de Planalto, Michel Temer resiste su ca¨ªda. La clave de su supervivencia radica en que conoce como nadie los vicios del orden que encabeza. Su Gobierno entr¨® en coma el 17 de este mes, cuando se conoci¨® la autoincriminaci¨®n de Joesley Batista. Este empresario frigor¨ªfico exhibi¨® una grabaci¨®n en la que aparece la voz de Temer, al parecer, alent¨¢ndolo a pagar un supuesto soborno al diputado Eduardo Cunha, que le estar¨ªa extorsionando. El registro, muy defectuoso, todav¨ªa no fue convalidado por la justicia. Pero Temer qued¨® al borde del abismo. Si sigue al frente del pa¨ªs es porque, en su ca¨ªda, podr¨ªa desmoronar todo un sistema. La soluci¨®n de la crisis brasile?a se aleja. En vez de so?ar con una regeneraci¨®n de la vida p¨²blica, casi toda la clase pol¨ªtica de Brasil imagina ardides procesales que la salven de la c¨¢rcel.
Enfocado en esta prioridad, Temer design¨® el domingo pasado a un nuevo ministro de Justicia: Torquato Jardim. Un detalle relevante: de Jardim depender¨¢ la Polic¨ªa Federal, que es determinante en el rumbo del caso Lava Jato. El objetivo inmediato de Temer es que el Superior Tribunal Federal (STF) postergue el tratamiento de la denuncia de Batista. Y que el Superior Tribunal Electoral (STE) demore el juzgamiento del financiamiento clandestino de la f¨®rmula que ¨¦l integr¨® con Dilma Rousseff, su antecesora. Prevista para el 6 de junio, esa audiencia debe ser dirigida por Gilmar Mendes, miembro del STF y titular de la justicia electoral. Mendes est¨¢ enredado en su propia peripecia. Seg¨²n la revista Veja, estar¨ªa en la mira de los investigadores del caso Lava Jato. Si la versi¨®n se corroborara, ser¨ªa la primera vez que el esc¨¢ndalo que sacude a Brasil alcanza a un juez del STF.
Temer tiene un aliado invalorable para demorar su salida del poder. Es la dificultad de la dirigencia pol¨ªtica para encontrar un sucesor. El PSDB, aliado del presidente en la remoci¨®n de Rousseff, amenaza con retirar a sus ministros del Gabinete, en protesta por el nuevo esc¨¢ndalo. Pero todav¨ªa no lo ha hecho. Su indignaci¨®n se procesa en c¨¢mara lenta. Adem¨¢s, en ese partido tienen motivos m¨¢s inmediatos de padecimiento: su presidente y ¨²ltimo candidato presidencial, el senador Aecio Neves, tambi¨¦n fue grabado por Batista, pidiendo dinero. El STF lo suspendi¨® del Senado. Al frente del PSDB qued¨® Tasso Jereisati, a quien se propone como reemplazante de Temer. Es un mero ejercicio intelectual: con 58 legisladores, Jereisati depende por completo del PMDB de Temer, que jam¨¢s lo elegir¨ªa despu¨¦s de una ruptura.
Otro candidato es Nelson Jobim. Expresidente del STF, fue ministro de Fernando Henrique Cardoso y de Dilma. Pero carga con dos inconvenientes. Fue abogado de constructoras involucradas en el caso Lava Jato y es consejero del banco BTG Pactual, complicado en ese proceso.
Temer cuenta, al parecer, con un solo reemplazante solidario: Rodrigo Maia, presidente de la C¨¢mara de Diputados. Maia pertenece al partido Dem¨®cratas, pero tiene un fuerte v¨ªnculo con Temer: es yerno de Wellington Moreira Franco, quien ejerce la Secretar¨ªa General de la Presidencia, y fue nombrado 34 veces por un arrepentido de Odebrecht.
En la constituci¨®n de un Gobierno desde el Congreso opera un factor important¨ªsimo. Los partidos s¨®lo votar¨¢n a alguien que garantice la permanencia de ministros con riesgos judiciales. Ser¨¢ presidente quien mejor garantice la cobertura de quienes lo eligen. Hoy la obtenci¨®n de fueros especiales es un incentivo poderos¨ªsimo en la pol¨ªtica brasile?a. Por eso no suena surrealista la versi¨®n que public¨® O Estado de S?o Paulo el viernes pasado: que en el Senado se negocia un acuerdo para conceder ese blindaje a los expresidentes. Un salvoconducto para Temer y Lula, y tambi¨¦n para Dilma, Jos¨¦ Sarney y Fernando Collor. Todos est¨¢n en la mira judicial.
Brasil tambalea al borde del precipicio de la ilegitimidad. Esa declinaci¨®n comenz¨® cuando Dilma rompi¨® el pacto electoral, abraz¨¢ndose al programa econ¨®mico que hab¨ªan defendido sus rivales. Temer fue m¨¢s all¨¢: arm¨® una coalici¨®n con sus rivales. El impeachment de Dilma fue llevado adelante por muchos diputados y senadores acusados de corrupci¨®n. Ahora esos legisladores impugnados deber¨ªan consagrar a un nuevo presidente. El problema principal: para las elecciones generales faltan 17 meses. Una eternidad.
Expresi¨®n de esa ¨¦lite acorralada, Temer y sus allegados denuncian un complot entre los medios de comunicaci¨®n y los magistrados. Y entre la cadena O Globo y Batista. Creen, adem¨¢s, que los fiscales est¨¢n m¨¢s agresivos por la disputa para reemplazar, en agosto, al procurador general, Rodrigo Janot.
Tal vez Temer pueda maniobrar en la justicia y el Congreso. Pero su mayor peligro acecha en otra parte. En la confesi¨®n de Batista aparece registrado un allegado suyo, el diputado Rodrigo Rocha Loures, recibiendo dinero para favorecer al empresario. Loures devolvi¨® esa suma a la polic¨ªa. El presidente depende de que ese diputado no resuelva incinerarlo. Hoy Brasil es conducido por los delatores.
El genial Oscar Niemeyer muri¨® a los 105 a?os, en 2012, meses antes de que se desatara la gran crisis brasile?a. Se salv¨® de contemplar, por lo tanto, la transformaci¨®n del exquisito palacio de Planalto, que proyect¨® en 1956 como sede de la presidencia, en una guarida.
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