Un poco m¨¢s de miedo
El nuevo fen¨®meno de los apu?alamientos expande el abanico de riesgos y a la vez sugiere que la labor policial de prevenci¨®n dificulta el acceso a armas de fuego y explosivos
Me despert¨¦ esta ma?ana temprano aqu¨ª en Londres y vi un mensaje de una amiga que vive en Sud¨¢frica. ¡°?T¨² y tu hijo no estabais cerca de London Bridge anoche, espero? Por favor, di que no¡±. Le contest¨¦, medio dormido y sin pens¨¢rmelo mucho: ¡°Felizmente no. Pero se est¨¢n acercando¡±.
Pienso lo mismo ahora, un caf¨¦ y un par de horas de reflexi¨®n despu¨¦s. De repente da un poco m¨¢s de miedo vivir en Londres. La parte racional de mi cerebro me dice que, estad¨ªsticamente hablando, uno tendr¨ªa que tener una extraordinaria mala suerte para caer v¨ªctima de un atentado como el del s¨¢bado por la noche en el Puente de Londres y en el cercano Borough Market. Pero, tras la masacre de M¨¢nchester hace dos semanas, murieron siete personas m¨¢s, hubo al menos 48 heridos y con el nuevo fen¨®meno de los apu?alamientos terroristas se expande el abanico de posibilidades mortales para nosotros los ciudadanos de Londres y, se supone, para los de otras ciudades europeas a¨²n no tan acostumbradas a vivir bajo la sombra del terror como los habitantes de Oriente Pr¨®ximo.
Siempre hab¨ªa pensado que el lugar donde uno deber¨ªa estar m¨¢s alerta era en el metro, usado por m¨ª y mi hijo de 17 a?os todos los d¨ªas. Tiene que ser el objetivo m¨¢s deseado para el terrorista suicida, el que ofrece la mejor posibilidad de maximizar las v¨ªctimas, el horror y el impacto en el colectivo social.
Ahora resulta que hay que estar igual de alerta o m¨¢s cuando uno sale de noche a Borough Market, un lugar muy concurrido lleno de bares y restaurantes cerca del T¨¢mesis que me gusta mucho y al que voy con frecuencia.
Habr¨¢ que estar atento ahora cuando uno se encuentra en cualquier grupo de gente que se aproxime a una multitud, cuando uno sale de juerga en la noche o de compras en Oxford Street, o cuando uno va a un partido de f¨²tbol, o a un concierto, o a un aeropuerto, o cuando uno viaja en autob¨²s o en tren. A estos locos homicidas que optan por utilizar un veh¨ªculo motorizado como arma letal les parecen gustar los puentes tambi¨¦n, con lo cual se agrega un factor de alarma a lo que antes hubiera sido un inocente paseo por el r¨ªo.
No hay consuelo posible para las v¨ªctimas o sus familiares, pero si hubiese algo, algo de agradecer, es que los tres yihadistas de London Bridge no tuvieran ni bombas ni armas de fuego. Que se hubiesen visto obligados a recurrir a veh¨ªculos y a cuchillos para matar indica un punto de relativa impotencia y desesperaci¨®n, da razones para pensar que el trabajo preventivo de la polic¨ªa brit¨¢nica y los servicios de inteligencia alg¨²n fruto ha dado.
O al menos, en lo que amenaza con ser un verano de m¨¢s miedo en Londres de lo habitual, eso es lo que quiero y necesito pensar.
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