Se avecina el caos
El colosal error de May al convocar las elecciones sumado al colosal error del voto a favor del Brexit han condenado al Estado brit¨¢nico y a sus habitantes
En la pol¨ªtica, como en la vida, la tristeza o la felicidad dependen de las expectativas. El Partido Laborista brit¨¢nico perdi¨® las elecciones generales de 2015 y su l¨ªder, hundido, dimiti¨®. El Partido Laborista brit¨¢nico acaba de perder las elecciones generales de 2017 pero su l¨ªder, exultante, se siente m¨¢s fuerte que nunca. Mientras, la l¨ªder del partido ganador, la conservadora Theresa May, se tambalea. Muchos especulan que es ella la que en poco tiempo se ver¨¢ obligada a dimitir.
Todo tiene que ver con el margen de victoria. Nadie, pero nadie se esperaba este resultado cuando la primera ministra anunci¨® elecciones anticipadas en abril. El consenso total en el mundo pol¨ªtico brit¨¢nico, empezando por los diputados parlamentarios del propio partido laborista, era que los conservadores iban a ganar por goleada. No solo no ganaron por goleada sino que perdieron su mayor¨ªa parlamentaria. Por eso fue que, aunque los laboristas acabaron con 57 esca?os menos que los conservadores, en circunstancias normales un desastre, el l¨ªder laborista, Jeremy Corbyn, se declar¨® ¡°orgulloso¡± y pidi¨® la dimisi¨®n de May, que sigue como primera ministra pese a que el resultado electoral ha sido un fiasco pol¨ªtico y una humillaci¨®n personal.
La confusi¨®n hoy es total; las posibilidades, muchas. May ha anunciado una alianza con los unionistas de Irlanda del Norte que le dar¨ªa una m¨ªnima mayor¨ªa parlamentaria, pero ?durar¨¢ ella m¨¢s de unas semanas al frente de un Partido Conservador en plena rebeld¨ªa contra su calamitoso liderazgo electoral? ?Dimitir¨¢ May, entregando el liderazgo de su partido al payasesco pero erudito Boris Johnson, ¡°Donald Trump con un Tesauro¡±? ?Intentar¨¢ Corbyn formar m¨¢s adelante un gobierno de coalici¨®n? Y en tal caso, ?con qui¨¦n lo formar¨ªa? ?Con el partido nacionalista escoc¨¦s, que acaba de sufrir un rev¨¦s electoral tan inesperado y tan desastroso como el de los conservadores, que a su vez ganaron muchos m¨¢s votos de los previstos en Escocia?
Dada la dificultad que tendr¨ªan los dos principales partidos para gobernar ?se celebrar¨¢n otras elecciones generales en el oto?o, y quiz¨¢ otras m¨¢s unos pocos meses despu¨¦s, a la espa?ola?
Todo esto ser¨ªa de inter¨¦s meramente local, y ni necesariamente de gran trascendencia para los propios brit¨¢nicos, si no fuera por el hecho de que en diez d¨ªas Reino Unido inicia negociaciones formales con Bruselas sobre los t¨¦rminos de su salida de la Uni¨®n Europea. La idea de May cuando anunci¨® las elecciones era que el enorme voto de confianza que ella lograr¨ªa se traducir¨ªa en una posici¨®n negociadora m¨¢s fuerte frente a los europeos para poder conseguir lo que ella lama ¡°un buen Brexit¡±. May se jact¨® una y otra vez durante la campa?a (hasta el agobio de los votantes, como se vio) de que lo que necesitaba el pa¨ªs en este momento de tan enorme importancia para el futuro de todos los brit¨¢nicos era el liderazgo strong and stable, fuerte y estable, que solo ella era capaz de ofrecer. Le sali¨® el tiro por la culata.
Hoy no solo es May la que se encuentra en una posici¨®n d¨¦bil e inestable. Su colosal error al convocar las elecciones del pasado jueves sumado al colosal error del voto a favor del Brexit en el refer¨¦ndum del a?o pasado ha condenado al Estado brit¨¢nico y a sus habitantes a un futuro m¨¢s que incierto. Todo indica que lo que se avecina es el caos.
Pero en la pol¨ªtica, como en la vida, todo cambia. A r¨ªo revuelto, ganancia de pescadores. ?Qui¨¦n sabe? Quiz¨¢ a la larga los brit¨¢nicos aprendan del trauma que padecen hoy; quiz¨¢, eventualmente, se celebre otro refer¨¦ndum sobre el Brexit.
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