La tortuosa marcha de China hacia las energ¨ªas renovables
El gigante asi¨¢tico es el mayor productor de energ¨ªas limpias, pero su implantaci¨®n no est¨¢ libre de problemas
M¨¢s alto, mayor, m¨¢s fuerte. China parece haber hecho suyo el lema ol¨ªmpico, en cuanto al desarrollo de energ¨ªas renovables. En las zonas ¨¢ridas de Qinghai, al oeste del pa¨ªs, se est¨¢ construyendo la mayor planta solar del mundo, con una superficie de 27 kil¨®metros cuadrados. En la otra punta, en el este, la ciudad de Dezhou ha hecho de la energ¨ªa solar una forma de vida: con un centenar de empresas especializadas y hasta un museo dedicado, casi cada vivienda tiene instalada una placa fotovoltaica en esta localidad de 5 millones de habitantes.
M¨¢s al sur, en la provincia de Anhui, se acaba de conectar a la red lo que sus promotores describen como ¡°la mayor f¨¢brica acu¨¢tica de energ¨ªa solar¡±. Es una planta instalada sobre las aguas que anegaron una antigua mina de carb¨®n. Con una capacidad de 40 megavatios de energ¨ªa, el l¨ªquido enfriar¨¢ los 166.000 paneles y les permitir¨¢ producir mayor cantidad de electricidad, seg¨²n explica el gobierno local.
Son proyectos que ponen de manifiesto la ambici¨®n china. La Agencia Nacional de Energ¨ªa china prev¨¦ invertir cerca de 350.000 millones de euros hasta 2020 en renovables. En 2015 el sol y el viento aportaban apenas el 4% de la cesta energ¨¦tica china: el objetivo es que para 2030 las energ¨ªas no f¨®siles sumen el 20%.
Las metas cobran a¨²n mayor relevancia tras el abandono por parte de Washington del acuerdo de Par¨ªs sobre cambio clim¨¢tico. China, el pa¨ªs m¨¢s contaminante del mundo, ha reiterado su compromiso con el pacto, mientras otras naciones y expertos han empezado a hablar de Pek¨ªn como l¨ªder en esta lucha.
Esa imagen complace al Gobierno chino, cada vez m¨¢s deseoso de imprimir su huella en el escenario internacional. Esta semana, Pek¨ªn acog¨ªa una cumbre sobre energ¨ªas limpias. Su vice primer ministro Zhang Gaoli instaba en la inauguraci¨®n, seg¨²n la agencia Xinhua, a ¡°promover una cooperaci¨®n innovadora en energ¨ªas limpias, mejorar el sistema de uso de energ¨ªa y promover un consumo m¨¢s limpio y eficiente¡±. Todo un cambio de actitud para un pa¨ªs que hace apenas un lustro a¨²n calificaba oficialmente de ¡°niebla¡± su nube de contaminaci¨®n.
Pero no es oro todo lo que reluce. Aunque aumenta la producci¨®n, tambi¨¦n crece el desperdicio de estas energ¨ªas limpias. Seg¨²n un estudio de Greenpeace, en 2016 un 17% de la electricidad producida por turbinas e¨®licas se ech¨® a perder. Hubiera podido cubrir las necesidades de todo Pek¨ªn, una capital de 22 millones de habitantes, durante todo el a?o 2015.
La energ¨ªa solar no tuvo mejor suerte: el desperdicio aument¨® un 50% en los ¨²ltimos dos a?os, seg¨²n ese informe. En provincias como Gansu o Xinjiang, en el oeste, el 30% de lo generado nunca lleg¨® a la red.
Las causas de este derroche, que cuestan al sector casi 5.000 millones de euros en ingresos perdidos, son variadas: las plantas e¨®licas chinas se encuentran en su mayor¨ªa en provincias despobladas en el norte y noroeste del pa¨ªs, alejadas de las ciudades que acaparan el consumo. La red el¨¦ctrica china est¨¢ anticuada, dividida entre unas provincias que guardan celosamente sus competencias energ¨¦ticas y que, en el caso de aquellas ricas en carb¨®n o con fuerte presencia de plantas alimentadas con este mineral, no quieren poner en peligro unas ping¨¹es fuentes de ingresos. Incluso en casos en los que existe conexi¨®n a la red, las compa?¨ªas el¨¦ctricas solo utilizan las renovables en las horas de mayor consumo.
¡°Se necesitan urgentemente mejoras en el sistema de suministro, incluida una estructura f¨ªsica m¨¢s flexible de la red y canales eficientes de transmisi¨®n de provincia a provincia¡±, as¨ª como una gesti¨®n que tenga en cuenta de modo adecuado las horas de mayor y menor uso, explicaba la responsable de la campa?a sobre energ¨ªa de Greenpeace Yuan Ying en la presentaci¨®n del informe.
Pek¨ªn es consciente de la situaci¨®n. Buena parte de la atenci¨®n durante la cumbre de esta semana se dirigi¨®, precisamente, a tecnolog¨ªas de almacenamiento de la energ¨ªa o c¨®mo hacer m¨¢s eficientes los tendidos el¨¦ctricos. En la medida de lo posible, se intenta alentar que las plantas se construyan m¨¢s cerca de donde hay m¨¢s demanda.
Aunque no son los ¨²nicos problemas que China tendr¨¢ que resolver para convertirse en un verdadero l¨ªder clim¨¢tico. Aunque desde 2014 ha ido reduciendo su consumo de carb¨®n y este a?o ha echado el freno a m¨¢s de un centenar de plantas, sus cr¨ªticos le acusan de exportar contaminaci¨®n, al continuar participando en el desarrollo de esas f¨¢bricas en el exterior.
Una nueva base de datos de la Global Economic Governance Initiative (GEGI), de la Universidad de Boston, arroja que desde 2000 la mayor parte de las inversiones de los bancos institucionales chinos en proyectos de energ¨ªa en el exterior se han destinado a plantas el¨¦ctricas, un 80%. De esta proporci¨®n, un 66% se destin¨® a plantas alimentadas por carb¨®n. Esta misma semana una empresa china ha suscrito un acuerdo para participar en una pol¨¦mica planta en las cercan¨ªas de un ¨¢rea patrimonio de la Humanidad en la isla de Lamu, en Kenia.
Dentro del pa¨ªs, el medioambiente es a¨²n un problema acuciante. La calidad del aire es a¨²n una de las peores del mundo en gran parte de su territorio; en Shangh¨¢i o el puerto de Tianjin, m¨¢s del 85% del agua es inadecuada para el contacto humano. Al menos el 19,4 % de los terrenos cultivables est¨¢n contaminados. A ello se suma que las empresas -y los gobiernos locales- oponen resistencia a cambios de comportamiento que puedan restarles beneficios. En una inspecci¨®n durante las ¨²ltimas dos semanas a cerca de 200 empresas en el ¨¢rea en torno a Pek¨ªn -considerada prioritaria-, el Ministerio de Protecci¨®n Medioambiental detect¨® que el 96% de ellas hab¨ªan violado las normas ecol¨®gicas.
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