Un reforzado Corbyn acalla al ala pragm¨¢tica de su partido
El veterano socialista logra 29 esca?os que los obtenidos en las ¨²ltimas elecciones generales
¡°Hemos cambiado el rostro de la pol¨ªtica brit¨¢nica¡±, proclamaba un euf¨®rico el l¨ªder laborista, Jeremy Corbyn, tras confirmarse los resultados electorales que han desafiado los pron¨®sticos de hace s¨®lo siete semanas sobre la casi aniquilaci¨®n del laborismo bajo su liderazgo. En aquel arranque de la campa?a, su partido estaba 20 puntos por debajo de los conservadores de Theresa May. Hoy los laboristas se reivindican como los vencedores morales de la liza que se ha traducido en un Parlamento sin mayor¨ªa absolutas y con la gran rival, May, tremendamente debilitada.
La demanda de Corbyn de que May se retire de la escena, junto a la propia disponibilidad para intentar formar una coalici¨®n arco¨ªris, dif¨ªcilmente llegar¨¢ a buen puerto. Pero por primera vez desde que arribara en unas primarias al liderazgo laborista, hace dos a?os, este socialista irreductible acaba de presentarse como una alternativa real de gobierno. Y lo hace con un programa enfrentado a la ortodoxia econ¨®mica en tiempos de austeridad que defiende el grueso del centroizquierda europeo. Con propuestas como la nacionalizaci¨®n parcial de algunos servicios p¨²blicos (ferrocarriles, el¨¦ctricas¡) o un sustancial aumento de la inversi¨®n p¨²blica en los sectores de la salud y la educaci¨®n, gravando a las rentas m¨¢s altas, frente a uno de los anatemas de sus antecesores desde Tony Blair: ¡°M¨¢s impuestos, mayor gasto¡±.
?El fin del Nuevo Laborismo? Por el momento, m¨¢s bien se tratar¨ªa de un repliegue o de una suspensi¨®n del debate sobre el alma del partido que ninguno de los numerosos rivales de Corbyn, a sus 68 a?os un socialista de la vieja escuela, quiere suscitar cuando su liderazgo se ha visto reforzado. Muchos pesos pesados del partido que hasta hace poco lo tildaban de ¡°inelegible¡±, y de bomba de relojer¨ªa que iba a conducir a una debacle, est¨¢n cerrando filas con ¨¦l. La magia, o en realidad el posicionamiento t¨¢ctico, est¨¢ en ese aumento de 29 esca?os (hasta un total de 261), ganados a base de ofrecer ¡°esperanza¡± con un mensaje ¡°positivo, optimista, honesto y din¨¢mico que ha movilizado al electorado joven¡±. La declaraci¨®n responde a Owen Smith, quien encabezara una fallida rebeli¨®n del grupo parlamentario laborista contra el l¨ªder, al a?o de ser ¨¦ste elegido gracias al aplastante apoyo de la juventud y los sindicatos. Desde el desembarco de Corbyn, en 2015, el partido ha doblado el n¨²mero de afiliados hasta el medio mill¨®n.
¡°Estaba equivocado, me quito el sombrero¡±, manifest¨® Smith la noche electoral en l¨ªnea con tantos otros dirigentes moderados y algunos antiguos conspiradores contra Corbyn, como la exministra Yvette Cooper, que ayer daba un giro copernicano: ¡°En el Partido Laborista convocamos elecciones al liderazgo, y Jeremy gan¨® la ¨²ltima de forma limpia. Estoy a su servicio¡±. Tanto a ella como al vicel¨ªder del partido, Tom Watson, o al blairita Chuka Umunna (todos ellos exigieron el a?o pasado la renuncia de Corbyn) les pill¨® en falso, en el tramo final de la campa?a, la capacidad de Corbyn de movilizar al electorado; de llenar sus m¨ªtines con votantes primerizos y, sobre todo, de entusiasmar a base de una extra?a combinaci¨®n entre el viejo socialismo y el idealismo de los j¨®venes. La participaci¨®n en las elecciones generales ha rozado el 70%, la m¨¢s alta de los ¨²ltimos cinco lustros.
Pero Corbyn y su tibieza europe¨ªsta no pueden apuntarse el tanto del voto decisivo de aquellos contrarios al Brexit que quer¨ªan vengarse de May. Tampoco sus postulados econ¨®micos seducen a muchos electores de centroizquierda que, sin embargo, decidieron votar al laborismo para evitar una marea conservadora, una vez convencidos (por los sondeos) de que Corbyn nunca llegar¨ªa a dirigir el Gobierno. El ala pragm¨¢tica del Labour sabe que representa a esos sectores y est¨¢ a la espera de tiempos mejores. Porque la escena de hoy pertenece a Corbyn, un veterano que para su propia sorpresa tom¨® las riendas del partido cuando su ambici¨®n no iba m¨¢s all¨¢ de generar un debate sobre el futuro de la izquierda.
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