Rashid Dostum: el se?or de una guerra interminable
El vicepresidente afgano simboliza todo lo que ha ido mal en este pa¨ªs desde la invasi¨®n sovi¨¦tica
Rashid Dostum, se?or de la guerra y vicepresidente afgano, simboliza todo lo que ha podido ir mal en este pa¨ªs, engullido por la violencia desde hace d¨¦cadas y que se encuentra en una situaci¨®n cr¨ªtica. Los talibanes han ido poco a poco recuperando el poder que perdieron en el oto?o de 2001 cuando las tropas de la Alianza del Norte, apoyadas por la aviaci¨®n de Estados Unidos, reconquistaron Kabul. Dostum, de etnia uzbeca, ha tenido que refugiarse en Turqu¨ªa despu¨¦s de que milicianos a su mando hayan sido acusados de secuestrar, torturar y asaltar sexualmente a un rival pol¨ªtico.
A sus 62 a?os, dirige su propio ej¨¦rcito privado y se enfrenta a una larga lista de acusaciones de violaciones masivas de los derechos humanos, como el asesinato, en 2001, de centenares de presos talibanes, a los que meti¨® en contenedores de metal y dej¨® morir de sed y calor en mitad del desierto. Sin embargo, todo eso no ha impedido que el se?or de Mazar-i-Sharif, la ciudad del norte del pa¨ªs donde tiene su feudo, sea vicepresidente primero del Gobierno afgano desde 2014, en un Ejecutivo formado con el objetivo de reflejar los delicados equilibrios ¨¦tnicos del pa¨ªs.
La acusaci¨®n contra Dostum se enmarca dentro de su viejo historial de crueldad y parece sacada m¨¢s de un cap¨ªtulo de Juego de tronos que de la pol¨ªtica de un pa¨ªs tutelado en teor¨ªa por la comunidad internacional y con la presencia de tropas de varios pa¨ªses que apoyan al Gobierno. La presunta v¨ªctima es Ahmad Ishchi, de 63 a?os, antiguo gobernador de la provincia norte?a de Jowzjan, y la pelea se produjo a finales de noviembre de 2016, durante un partido de buz?kashi, un deporte tradicional afgano en el que los jugadores, a caballo, se enfrentan por una piel de cabra, un violento combate que Joseph Kessel utiliz¨® para describir el pa¨ªs en su cl¨¢sica novela Los jinetes.
Por motivos que los medios locales no han relatado, Dostum le dio un pu?etazo en la cara a Ishchi, luego le pate¨® y posteriormente se lo llevaron sus hombres. Entonces, seg¨²n su relato, corroborado por ex¨¢menes m¨¦dicos independientes, fue apaleado y sodomizado con un arma. Un portavoz del partido de Dostum, Jumbash, ha negado tanto las acusaciones como el hecho de que el se?or de la guerra haya huido a Turqu¨ªa. Seg¨²n su versi¨®n, se encuentra all¨ª, pero en un viaje por motivos m¨¦dicos. Tampoco reconoce que el cuartel general de Dostum, en Kabul, se encontrase bajo vigilancia militar desde febrero, cuando se neg¨® a entregar a la fiscal¨ªa a sus nueve guardaespaldas acusados de las torturas.
El l¨ªder uzbeko ha huido a Turqu¨ªa despu¨¦s de haber sido acusado de torturar a un rival pol¨ªtico
No es la ¨²nica atrocidad reciente que se les achaca a los leales a Dostum. Despu¨¦s de llegar al poder en Kabul como vicepresidente, en 2014, tras presentarse a los comicios junto al actual presidente, el past¨²n Ashraf Ghani, Dostum reorganiz¨® su milicia para luchar contra los talibanes en las provincias de Faryab y Sar-e Pul. Sin embargo, diferentes organizaciones internacionales acusan a sus hombres de haber cometido violaciones de los derechos humanos contra la poblaci¨®n civil.
¡°Estos cr¨ªmenes son los ¨²ltimos en un largo historial de atrocidades cometidas por las milicias de Dostum¡±, explic¨® Patricia Gossman, experta en Afganist¨¢n de la organizaci¨®n Human Rights Watch en un informe. ¡°El hecho de que estas fuerzas, as¨ª como el propio vicepresidente, nunca hayan sido juzgados por estos actos ha minado la seguridad en el norte de Afganist¨¢n¡±.
En un pa¨ªs donde los caudillos que combatieron en la guerra civil siguen en posiciones de poder y nunca han sido investigados por sus cr¨ªmenes, la impunidad y la corrupci¨®n campan a sus anchas. ¡°Si el Gobierno no puede remediar esta situaci¨®n, dudo que sea capaz de recuperar la confianza de los afganos¡±, declar¨® a la agencia Reuters Sayeb Ikram Afzali, analista de Integrity Watch.
La vida de Dostum resume la desgraciada historia de Afganist¨¢n desde 1979, cuando el pa¨ªs centroasi¨¢tico fue invadido por las tropas sovi¨¦ticas y estall¨® una guerra civil de la que, casi 40 a?os despu¨¦s, todav¨ªa no ha salido. Nacido en 1954 en Khwaja Du Koh, un pueblo cerca de la ciudad de Sheberghan, en el seno de una familia humilde, apenas pudo estudiar y trabaj¨® desde muy joven en una refiner¨ªa, donde se convirti¨® en un l¨ªder sindical. Sin embargo, por su militancia comunista, se enrol¨® en el Ej¨¦rcito en 1978 y luch¨® contra los muyahidines que combat¨ªan al Gobierno prosovi¨¦tico.
Fund¨® su milicia en la ¨¦poca de la invasi¨®n sovi¨¦tica, durante la que luch¨® contra la muyahidines
Fue entonces cuando logr¨® movilizar a su propia milicia, que ha mantenido activa hasta la actualidad. Se convirti¨® en un poderoso se?or de la guerra durante el conflicto civil que sigui¨® a la salida de los sovi¨¦ticos, y all¨ª combati¨® contra los talibanes y contra otros comandantes, con los que a veces se aliaba y otras se enfrentaba.
Las milicias radicales tomaron en 1996 Kabul, que hab¨ªa quedado en ruinas durante los combates. Pero la guerra continu¨® en el norte. Desde la ca¨ªda de los talibanes, Dostum controla una parte del pa¨ªs, sobre todo Mazar-i-Sharif, y mantiene una enorme capacidad de movilizaci¨®n sobre los uzbecos, en torno a 2 millones de los 23 millones de afganos.
El paquistan¨ª Ahmed Rashid, autor de Los talib¨¢n y uno de los grandes expertos en Afganist¨¢n, escribi¨® recientemente en un art¨ªculo en el Financial Times que el pa¨ªs se encontraba en una situaci¨®n muy parecida a la que propici¨® la llegada de los talibanes al poder en medio del caos de la guerra civil. ¡°Los talibanes nacieron en 1993 con la promesa de que iban a derrotar a los se?ores de la guerra. Ahora han vuelto y est¨¢n amenazando de nuevo al Gobierno. La Administraci¨®n est¨¢ al borde del colapso y, si vuelve a caer, no hay duda de que el pa¨ªs se enfrentar¨¢ a un periodo sangriento y desastroso¡±. Dostum es el m¨¢ximo s¨ªmbolo de esa tragedia interminable.
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