Un incendio en Lima revela un infierno de abusos y esclavitud
El fuego en una galer¨ªa comercial del centro de Lima ha dejado al menos cuatro muertos y 15 heridos
El incendio en una galer¨ªa comercial del centro de Lima, que dej¨® al menos cuatro muertos y 15 heridos, ha revelado las precarias condiciones laborales de un grupo de trabajadores. Los empleados permanec¨ªan encerrados bajo llave en construcciones ilegales sin ba?os. Cerca de 300 bomberos voluntarios repartidos en 60 unidades cumplieron este lunes el quinto d¨ªa de trabajos ininterrumpidos para intentar sofocar el fuego en la galer¨ªa Nicolini. Es uno de los principales centros de venta de productos de ferreter¨ªa de la capital peruana, con cerca de 1.500 comercios.
El fuego empez¨® el pasado jueves. Pronto se propag¨® hacia los pisos superiores del edificio, donde hab¨ªa productos inflamables como cloro, pintura, telas y materiales sint¨¦ticos. Cuando el fuego amenaz¨® con expandirse a un mercado vecino, los vendedores quisieron ingresar para sacar sus productos, pero la polic¨ªa lo impidi¨®.
El siniestro oblig¨® a cerrar el tr¨¢nsito en las calles aleda?as al edificio y produjo una densa humareda que ha obligado a los peatones a llevar m¨¢scaras. El Ministerio de Salud advirti¨® de las graves consecuencias que pod¨ªa acarrear la inhalaci¨®n de los gases t¨®xicos y pidi¨® no acercarse a menos de 10 calles del lugar.
La primera planta de la galer¨ªa fue adquirida a?os atr¨¢s por un nutrido grupo de comerciantes, que pag¨® m¨¢s de siete millones de d¨®lares por el terreno y que ha perdido todo en el incendio. Seg¨²n la Municipalidad de Lima, contaban con los permisos y las licencias correspondientes. No pasaba lo mismo con los niveles superiores y con el s¨®tano.
Estos pertenec¨ªan a Inversiones JEPG SAC, una empresa propiedad de Jos¨¦ Enrique L¨®pez Ram¨ªrez y Juan Manuel Polar De Rivera, quienes se encuentran desaparecidos. Por no contar con las medidas de seguridad m¨ªnimas, en junio pasado las autoridades les clausuraron un taller que funcionaba en el tercer piso. Como respuesta, los responsables de JEPG SAC lo trasladaron a los altos.
Durante meses construyeron una colmena de 20 contenedores met¨¢licos, repartidos en bloques de tres y cuatro niveles, que sobresal¨ªa de la azotea. Adem¨¢s de ser ilegales, las construcciones albergaban a j¨®venes empleados en condiciones infrahumanas.
Falsificaciones
La prensa peruana no ha dudado en calificar su situaci¨®n de ¡°esclavitud¡±. Jorge Luis Huam¨¢n Villalobos, de 19 a?os, y Jovi Herrera Alania, de 21 a?os, eran dos de los cuatro trabajadores fallecidos, aunque las autoridades no han hallado a¨²n sus cuerpos porque no han podido acceder a todas las zonas. Se dedicaban a adulterar etiquetas de tubos fluorescentes de mala calidad, que empaquetaban en cajas de marcas conocidas. Posteriormente, estas falsificaciones eran vendidas en las galer¨ªas y centros ferreteros de la zona.
Ambos trabajaban desde la ma?ana hasta la noche, todos los d¨ªas de la semana. Para impedir que robaran o fueran descubiertos por los inspectores municipales, permanec¨ªan encerrados con llave durante toda la jornada. En los contenedores no hab¨ªa ba?os y solo ten¨ªan una pausa de 30 minutos a mediod¨ªa, para comer. Ganaban menos de un d¨®lar la hora.
Los j¨®venes llamaron a sus parientes durante el incendio. Entre toses explicaron que hab¨ªan sido abandonados y no ten¨ªan c¨®mo abrir la puerta del contenedor. Los familiares pidieron ayuda a las autoridades. Uno de los j¨®venes alcanz¨® a sacar una mano por la rendija del contenedor y mostr¨® una luz fluorescente para indicar d¨®nde estaban. Incluso llegaron a grabarse mientras intentaban escapar, pateando in¨²tilmente la puerta de metal. Se piensa que otros dos muchachos perecieron en condiciones semejantes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.