Las grietas en el muro contra la pederastia
Las v¨ªctimas cuestionan la eficacia de la batalla del Vaticano contra los abusos sexuales tras la imputaci¨®n de su responsable de finanzas
Ballarat es una peque?a ciudad del Estado australiano de Victoria convertida en un polo religioso del pa¨ªs en los a?os 70. En ese periodo, sus vecinos vieron prosperar en la Iglesia al talentoso sacerdote George Pell, hoy m¨¢ximo responsable de las finanzas del Vaticano. El fen¨®meno coincidi¨® tambi¨¦n con una oleada de abusos masivos en colegios y centros religiosos que las asociaciones de v¨ªctimas cifran hoy en hasta 4.000 casos. Pas¨® hace mucho y en el otro lado del mundo. La mayor¨ªa de vecinos, la Iglesia y la polic¨ªa callaron. Pero el esc¨¢ndalo ha explotado esta semana en el Vaticano y ha salpicado a su c¨²pula por primera vez en la historia. El caso reabre el debate sobre el avance real de este Pontificado en la lucha contra la pederastia y las resistencias que encuentra en el camino de la prometida tolerancia cero.
El cardenal George Pell, consejero directo del papa Francisco, declarar¨¢ como imputado por presuntos abusos a menores el 18 de julio en Australia, donde oficialmente miles de casos denunciados entre 1980 y 2002 implican al 7% de los sacerdotes del pa¨ªs. Concretametne, se?alan fuentes de las asociaciones de v¨ªctimas, hay 10 acusaciones distintas, varias de la ¨¦poca en Ballarat
La Santa Sede conf¨ªa en su cardenal, pero le obliga a testificar pese a alegar desde hace tiempo problemas de salud para no viajar. Su paso por el banquillo, m¨¢s teniendo en cuenta las m¨²ltiples capas con las que conviene analizar los asuntos del Vaticano, constituye una diferencia sustancial con el pasado. El excardenal Bernard Law, por ejemplo, envuelto en el atroz esc¨¢ndalo de pederastia en Boston, evit¨® los tribunales y fue nombrado en mayo de 2004 arcipreste de la Iglesia de Santa Maria Maggiore en Roma. El caso Pell, sin embargo, obliga a interrogarse sobre por qu¨¦ fue nombrado y permaneci¨® hasta el jueves en su puesto -seguir¨¢ en excedencia- cuando sus v¨ªnculos con aquel periodo eran comprometedores y las acusaciones no cesaban.
El cardenal australiano, que el jueves dio la cara y neg¨® las denuncias, vivi¨® varios a?os en la misma casa que Gerald Ridsdale, el abusador en serie de la escuela Saint Alipius en Ballarat. Un centro, calificado por la prensa local como ¡°para¨ªso de pederastas¡±, en el que cinco de sus seis profesores fueron relacionados y condenados con casos de abusos. Ambos fueron colegas mucho tiempo. De hecho, Pell le acompa?¨® a testificar en 1993 a uno de los juicios por los que fue condenado a 18 a?os de c¨¢rcel por la violaci¨®n de hasta 54 menores, recuerda por tel¨¦fono Andrew Collins, presidente de la asociaci¨®n de v¨ªctimas de Ballarat. Durante d¨¦cadas ha habido decenas de suicidios ¡ªal menos 40, seg¨²n la polic¨ªa de Victoria¡ª relacionados con aquellos casos. ¡°Este a?o llevamos cuatro¡±, insiste esta v¨ªctima. Pero Pell asegur¨® en la comisi¨®n de investigaci¨®n en la que testific¨® hace un a?o que se hab¨ªa cometido "errores enormes" y que aquellos asuntos siempre le parecieron cotilleos.
Collins, que conoce a dos de las supuestas v¨ªctimas de Pell y da cr¨¦dito a sus acusaciones ¡ª¡°son gente destruida que se alegra enormemente de esta imputaci¨®n¡±¡ª enfurece al recordarlo. ¡°Es completamente imposible que no supiera nada. Adem¨¢s, alguien como ¨¦l no llega tan arriba sin enterarse de lo que pasa a su alrededor¡±, denuncia Collins, violado por hasta cuatro personas en aquel periodo. ?l y el resto de v¨ªctimas consultadas por este peri¨®dico, incluidas las dos que formaron parte de la Pontificia Comisi¨®n para la Protecci¨®n de los Menores para aconsejar al Papa sobre la cuesti¨®n, creen que no se han hecho avances en estos a?os. Incluso han visto, se?alan, rebajar condenas a abusadores.
¡°Simpat¨ªa por abusadores¡±
Marie Collins, prestigiosa activista en favor de las v¨ªctimas, se march¨® dando un portazo y denunciando las ¡°vergonzosas resistencias¡± que encontr¨® en la Curia para implementar lo que sal¨ªa de la comisi¨®n. Algunas propuestas, como la creaci¨®n de un tribunal espec¨ªfico para estos delitos, no prosperaron pese al inter¨¦s del Papa. Y entre otras cosas, se?ala a este peri¨®dico, que ¡°Pell tendr¨ªa que haber sido relevado antes¡±.
Peter Saunders, la segunda v¨ªctima seleccionada por el Vaticano para integrar este comit¨¦ fue invitado a tomarse un descanso tras criticar al cardenal Pell y que no hubiera sido destituido. Ahora se pregunta qui¨¦n pagar¨¢ su juicio y por qu¨¦ ese dinero nunca se ha empleado en las v¨ªctimas. ¡°La comisi¨®n nunca ha tenido recursos. Carece de independencia. Es una iniciativa con buena gente, pero muy leal a la Iglesia. Es eso de 'no juzguemos a estos pobres curas...'. Yo lo que detect¨¦ es mucha simpat¨ªa por los abusadores. Y eso no es proteger a los ni?os. Francisco dice cosas muy esperanzadoras, pero en t¨¦rminos de acci¨®n creo que no ha entendido la envergadura de este problema. Si Pell es culpable, tendr¨¢ que replantearse muy seriamente lo que est¨¢ haciendo¡±, critica por tel¨¦fono.
Los resultados son cuestionables. Pero uno de los m¨¦ritos de Francisco, que se ha reunido a menudo con v¨ªctimas, ha sido visibilizar el problema y romper el silencio. A su llegada tambi¨¦n dio impulso a medidas ya comenzadas en la era de Benedicto XVI como el avanzado Centro para la Protecci¨®n de Menores. Una instituci¨®n dedicada a los programas de prevenci¨®n y detecci¨®n de casos. Su presidente, el padre Hans Zollner, defiende los avances, pero reconoce que es complicado cambiar ciertas din¨¢micas. ¡°Pensamos que debemos entrar en las estructuras educativas para contribuir a un cambio de acercamiento sobre qu¨¦ es el abuso, c¨®mo reconocerlo, c¨®mo encontrar a las v¨ªctimas, c¨®mo crear ambientes seguros¡±.
Zollner, uno de los mayores expertos que asesora al Vaticano, entiende las quejas de las v¨ªctimas y que ¡°parezca poco¡± lo que se hace. ¡°Pero en muchos lugares se ha hablado por primera vez de este tema. Lamentablemente, no podemos cambiar tan r¨¢pido un acercamiento que durante siglos ha sido de autodefensa, negligencia... una instituci¨®n de 1.300 millones de miembros no se modifica de un d¨ªa para otro¡±. Ser¨¢ tambi¨¦n dif¨ªcil hacerlo en un pontificado.
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