?Qui¨¦n debe decidir si las mujeres llevan niqab?
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha ratificado la ley belga que proh¨ªbe el uso de velos totales en espacios p¨²blicos
?Son compatibles conceptos como la libertad religiosa y la cohesi¨®n social en un Estado de derecho? A priori parece que s¨ª, pero ?y si no fuera as¨ª? ?Qu¨¦ derecho debe prevalecer? Este es el debate al que tarde o temprano deber¨¢n enfrentarse las sociedades occidentales. Una controversia que, a pesar de no ser nueva, ha saltado una vez m¨¢s a la palestra p¨²blica despu¨¦s de que esta semana el Tribunal Europeo de Derechos Humanos haya avalado la ley belga que proh¨ªbe el uso de prendas ¡°que tapen el rostro, total o parcialmente, en espacios p¨²blicos de tal forma que no se puedan identificar¡±. La ley, que entr¨® en vigor en junio de 2011, penaliza el uso, entre otras prendas, del niqab y el burka con multas de entre 15 y 25 euros y penas de hasta siete d¨ªas de prisi¨®n en caso de reincidencia.
A pesar de que el objetivo de la norma es preservar la seguridad en las calles, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos no solo no se ha pronunciado a este respecto, sino que ha reconocido que los argumentos basados en la seguridad eran enga?osos. Ha admitido que la prohibici¨®n es ¡°justificable¡± en lo relativo a las condiciones necesarias para la convivencia social y en la ¡°protecci¨®n de los derechos y libertades de los dem¨¢s¡±. Una sentencia que, con mucha cautela, respalda la prohibici¨®n de una manifestaci¨®n personal porque hace sentir inc¨®modos a los otros; un ¡°otros¡± que deber¨ªa puntualizarse.
Este dictamen es la respuesta al recurso de dos mujeres de religi¨®n musulmana, Samina Becacemi, de nacionalidad belga, y la marroqu¨ª Yamin Oussan, residente en B¨¦lgica, que recurrieron esta ley, ya que consideran que viola el principio del derecho a la vida privada y familiar as¨ª como su derecho a la libertad de pensamiento y religi¨®n, recogido en la Convenci¨®n Europea de Derechos del Hombre.
Ambas aseguran que visten niqab ¡ªque cubre por completo a la mujer dejando ver solamente sus ojos, y que adoptan las versiones m¨¢s radicales del islam¡ª por decisi¨®n personal, algo que es necesario aclarar, ya que discutir sobre la prohibici¨®n de estos pol¨¦micos velos siempre trae consigo el necesario debate sobre si las mujeres lo visten por voluntad propia o si est¨¢n obligadas, pero ese tema merece una discusi¨®n aparte y m¨¢s profunda.
Lo curioso es que esta norma, creada para favorecer la convivencia social, ha logrado que Oussan deje de salir de casa, ya que se niega a quitarse el niqab, lo que limita considerablemente su vida social. Y que Becacemi deje el suyo en casa por miedo a ser multada o encarcelada por llevarlo, algo que tambi¨¦n, sin duda, favorecer¨¢ su integraci¨®n en la sociedad.
Ante temas tan controvertidos, habr¨¢ quien piense que no es para tanto, que podr¨ªan prescindir del velo e integrarse as¨ª en la sociedad occidental, y problema resuelto. Pero ?realmente debemos someter (y estigmatizar) no solo a una confesi¨®n, sino a las mujeres (que, no olvidemos, son las principales afectadas) porque deciden vestir de manera diferente? A lo mejor hemos perdido el foco sobre el que deber¨ªa girar el debate del velo, que no es otro que la libertad de elecci¨®n de la mujer.
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