Ivanka Trump no vende ropa ¡°made in America¡±
Las pr¨¢cticas que sigue la empresa de la hija del presidente choca con el mensaje de America First y de empoderamiento que proclama
La oficina de la marca Ivanka ocupa la planta 23 de la Trump Tower. Ah¨ª se organiza la campa?a de promoci¨®n en las redes sociales bajo el lema WomenWhoWork, mujeres que trabajan. Pero mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, carga contra las empresas que exportan empleos a pa¨ªses con mano de obra barata, ninguno de sus art¨ªculos se producen en EEUU y el negocio de la hija mayor del presidente se beneficia de empleados que trabajan m¨¢s horas de las permitidas y con salarios rid¨ªculos.
El grupo China Labor Watch, con sede en Nueva York, denunci¨® recientemente las condiciones de trabajo en uno de sus suministradores, con turnos de hasta 18 horas, semanas laborales de seis d¨ªas, sueldos de un d¨®lar la hora y un trato denigrante. Tres de sus activistas esperan juicio. La acci¨®n fue una manera potente de ilustrar los problemas a los que se enfrentan los empleados del textil.
Esa realidad colisiona con esta frase en el reciente libro que public¨® Ivanka Trump, al hablar de un reparto justo de la prosperidad: ¡°Nadie puede sufrir a expensas de otros¡±. La organizaci¨®n fundada por Li Qiang es la misma que puso contra las cuerdas a Apple por los abusos en uno de sus suministradores y tambi¨¦n forz¨® a Samsung Electronics a revisar las pol¨ªticas de sus f¨¢bricas en China.
Ivanka Trump es mucho m¨¢s que la hija predilecta del hombre m¨¢s poderoso del planeta. Introdujo a Donald Trump cuando anunci¨® su candidatura a las presidenciales. Le acompa?¨® en todos los actos de campa?a y le present¨® como el nominado republicano para batirse con Hillary Clinton. Ahora tiene su propio despacho en el Ala Oeste y le representa en reuniones internacionales, como la ¨²ltima del G20.
Seis meses despu¨¦s de llegar a la Casa Blanca, los contenedores siguen atracando en los puertos cargados de vestidos, bolsos o zapatos fabricados en los pa¨ªses de bajo coste. Ivanka ser¨ªa, de hecho, la primera v¨ªctima de la pol¨ªtica proteccionista de su padre porque, como otras marcas, depende de lo que produce con mano de obra barata en China, Vietnam, Etiop¨ªa, Banglad¨¦s o Indonesia.
Sin infraestructura
El mundo de la moda es un negocio complejo y muy competitivo, donde los m¨¢rgenes son muy reducidos. Eso explica, seg¨²n la American Apparel & Footwear Association, que el 97% de los art¨ªculos que se encuentran colgados de los percheros en las tiendas en Nueva York sean importados. Producir en masa en el pa¨ªs como profesa Trump no es posible por falta de infraestructura y mano de obra.
Da igual quien sea el presidente, los empleos perdidos en la industrial textil no volver¨¢n nunca a EEUU. ¡°Esa es la realidad¡±, sentencia la organizaci¨®n Worker Rights Consortium. Las compa?¨ªas del sector van buscando siempre los pa¨ªses donde los salarios son m¨¢s bajos y la regulaci¨®n m¨¢s permisiva para producir extremadamente barato. ¡°Ese, lamentablemente, es el est¨¢ndar¡±, advierten.
Urbana y profesional
El consumidor objetivo de Ivanka es la mujer profesional de entre 25 y 34 a?os de edad, sofisticada, inteligente y que viven en ¨¢reas metropolitanas. Es precisamente el grupo de poblaci¨®n que en EE UU rechaza mayoritariamente a su padre. La marca fue v¨ªctima, de hecho, de un fuego cruzado durante las presidenciales y objeto de campa?as de protesta para boicotearla por involucrase en la campa?a.
La consultora Brand Keys se?ala, de hecho, que el negocio de Ivanka crece porque tiene muchas j¨®venes millennials que consideran comprarla pese a la ret¨®rica de su padre. "La gente hace una distinci¨®n entre la marca y la pol¨ªtica", explican. Abigail Klem, ejecutiva de la marca, precisa en este sentido que la polarizaci¨®n que genera Donald Trump no afecta a las ventas, que crecieron un 26% en 2016.
The Washington Post acabar de publicaba una investigaci¨®n que detalla la ruta de sus productos a partir de unos 2.000 env¨ªos. Si en su lugar la producci¨®n se concentrara en EE UU, el precio de venta ser¨ªa el triple. ¡°Para el consumidor es imposible saber qu¨¦ productos se manufacturan en condiciones seguras¡±, se?alan desde Customer Growth Partners, una consultora en el comercio minorista.
La marca empez¨® como una l¨ªnea de joyer¨ªa al margen del negocio inmobiliario que llevaba su padre y hermanos. De ah¨ª pas¨® a expandirse en el mercado de la ropa, zapatos, bolsos y otros accesorios. El impulso lleg¨® tras firma un acuerdo de licencia con G-III, la due?a de Levi?s Strauss y que trabaja con Calvin Klein. El a?o pasado se calcula que le gener¨® 100 millones en ingresos al conglomerado.
Comercio justo
Las firmas de an¨¢lisis de importaciones Panjiva e Import Genius calculan que el a?o pasado se realizaron 193 env¨ªos de prendas Ivanka manufacturadas fuera de EE UU. G-III ya tuvo que aclarar que supervisa la cadena de suministro para garantizar que se cumplen las pr¨¢cticas de comercio justo. Tambi¨¦n dicen que est¨¢n tratando de producir parte de la colecci¨®n en EE UU, pero hacerlo en masa es imposible.
Li Qiang cree que Ivanka Trump debe implicarse directamente en la soluci¨®n del problema. ¡°Como due?a es la responsable ¨²ltima de poner las cosas en su sitio¡±, insiste. Le mand¨® las evidencias de su investigaci¨®n por carta. Christopher Balding, experto en las relaciones comerciales, cree que la actitud de la hija predilecta es ¡°muy hip¨®crita¡±. ¡°Lo que hace ella y su familia est¨¢ en completa contradicci¨®n con el mensaje que lanzan de America First y de empoderamiento de mujer¡±.
El abogado de Ivanka Trump, Jamie Gorelick, recuerda que la hija del presidente se apart¨® de la gesti¨®n para evitar conflictos de inter¨¦s. ¡°No tiene control alguno sobre las operaciones y no puede pedir al Gobierno que act¨²e en cuestiones que afectan a la marca, lo que constri?e su habilidad para intervenir personalmente¡±. La gesti¨®n est¨¢ en manos de Abigail Klem, presidenta desde 2013.
Responsabilidad especial
La ejecutiva reconoce que la presi¨®n es enorme para hacer las cosas diferentes. ¡°La marca tiene ahora una responsabilidad especial¡±, se?alaba en una entrevista con el Washington Post. Ahora prepara una gira para visitar los centros de producci¨®n y asegura que responder¨¢ de una manera apropiada si detecta una violaci¨®n de su c¨®digo de conducta, que proh¨ªbe el abuso f¨ªsico y el empleo infantil.
Pero la responsabilidad ¨²ltima, insiste, es de las f¨¢bricas que producen su ropa. Pero el seguimiento de su cumplimiento es costoso, lleva tiempo y es dif¨ªcil de gestionar. Y como concluye la America Research Group, que hace estudios de consumo para grandes almacenes, adem¨¢s que es muy raro dar con clientes que se interesen por el origen. La prioridad es el precio y que les siente bien las prendas.
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