Doce candidatos en pugna (Centro de convenciones, Cartagena)
Por qu¨¦ sigue sorprendi¨¦ndonos la vieja suciedad de la pol¨ªtica tanto como la vieja vileza de la guerra
Por qu¨¦ sigue sorprendi¨¦ndonos la vieja suciedad de la pol¨ªtica tanto como la vieja vileza de la guerra: ?acaso la fantas¨ªa de que la vida podr¨ªa ser mejor va a ser siempre m¨¢s fuerte que los hechos? Es una gran noticia que el pol¨ªtico liberal Humberto de la Calle, exministro, exvicepresidente, exjefe del equipo que negoci¨® el acuerdo de paz con las Farc, se haya lanzado a la presidencia de Colombia: se trata de un candidato capaz, conciliador, curado de espantos, que sobre todo cree ¨Cese es su lema de campa?a¨C en ¡°un pa¨ªs donde quepamos todos¡±. Pero la senadora Mar¨ªa del Rosario Guerra, exministra, profesora universitaria, precandidata presidencial del uribismo, ha recibido a ese nuevo rival estigmatiz¨¢ndolo desde su cuenta de Twitter: #ElCandidatoDeLasFarc.
Es juego sucio de campa?a: ¡°ser¨¢ el candidato de la impunidad¡±, ¡°seguir¨¢ los ideales de los narcoterroristas¡±, trina la senadora Guerra sobre De la Calle. Pero as¨ª ella venga de una familia de pol¨ªticos pol¨¦micos, as¨ª su primera propaganda sea un video en el que su cara se vuelve la de Uribe ¨Cporque ¡°si Uribe fuera mujer¡ ser¨ªa Mar¨ªa del Rosario Guerra¡±¨C, no deja de sorprender que una maestra de abogados se permita a s¨ª misma el uso del odio contra un hombre sensato que en su primer discurso como candidato ha llamado a superar el fanatismo, la fuerza irracional, el populismo. Qu¨¦ raro sigue siendo que una persona que ha ense?ado la ley, que una persona ¡°com¨²n y corriente¡± en el mejor sentido de la expresi¨®n, juegue a aniquilar al contendor: ?deber¨ªamos resignarnos a que el poder desfigure?
Se nos viene la parada de los desfigurados una vez m¨¢s. Se nos viene encima el discurso rentable y ama?ado contra ¡°los inmorales que toleran la ideolog¨ªa de g¨¦nero que degrada a la familia y el comunismo que arruin¨® Venezuela¡±, aunque ¡°inmorales¡± sea insulto de penitentes, aunque la tal ¡°ideolog¨ªa de g¨¦nero¡± sea lo que el diccionario llama ¡°reconocimiento¡±, aunque s¨®lo los timadores crean que en Colombia va a pasar lo que ha pasado en Venezuela, aunque el comunismo haya muerto de muerte natural y el antagonista a vencer sea ese populismo caradura que es el culto a una medallita y a una caricatura: ¡°el que diga Ch¨¢vez¡±, ¡°el que diga Uribe¡±. Quedan nueve meses, 289 d¨ªas con sus madrugadas, de candidatos capaces de llamar ¡°enemigos¡± a los colombianos que se atreven a interrumpir sus mon¨®logos. Prep¨¢rense.
El pasado viernes se reunieron, entre el aire acondicionado del Centro de Convenciones de Cartagena, doce de los veinte aspirantes a la presidencia de este pa¨ªs que ¨Cgracias a los hechos que han salido a flote ¨²ltimamente¨C tiene justo enfrente la oportunidad de librarse de la cultura del desprecio por las leyes: de la pol¨ªtica armada, de la costumbre de la corrupci¨®n, del vicio de cargar al Estado de religi¨®n, de la ma?a de confundir derecha e izquierda con terrorismo para aplazar la democracia. Y mientras los doce candidatos, entrevistados por el director del peri¨®dico El Tiempo, debat¨ªan en grupos de a seis sobre Venezuela y sobre la econom¨ªa, fue claro que Colombia tiene unos cinco l¨ªderes preparados para ser presidentes.
Pero tambi¨¦n que estamos lejos de tener un sistema pol¨ªtico que los contenga: no s¨®lo seis de los doce candidatos en Cartagena lideran movimientos hechos a su medida, sino que el ¨²nico partido colombiano ¡°unido¡±, entre comillas, es el del populismo uribista.
Sonaron mejor en el debate, me parece, los candidatos que no ven la paz con las Farc como un fracaso: los candidatos que ser¨ªan incapaces de enlodar a De la Calle. Pero yo no soy el mejor ejemplo: a m¨ª me sigue sorprendiendo que una precandidata que ni siquiera va a ser candidata a la presidencia se permita difamar a un adversario.
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