Estados Unidos confirma 16 afectados de su embajada por el ataque s¨®nico en Cuba
El misterio de la agresi¨®n a empleados de su sede se agrava por el calibre de las lesiones
Los ¨®rganos de inteligencia de Estados Unidos tratan de desvelar el misterio del ataque s¨®nico a funcionarios de su embajada en La Habana. El Departamento de Estado confirm¨® el jueves que 16 empleados de la sede diplom¨¢tica resultaron da?ados por alguna fuente de sonido inaudible cuya naturaleza ¨Cas¨ª como qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s¨C todav¨ªa se desconocen.
Los investigadores creen que se trat¨® de aparatos instalados fuera de las residencias de los funcionarios, que viven en casas entregadas por el Gobierno cubano, pero EE UU se ha cuidado de se?alar con el dedo al r¨¦gimen presidido por el general Ra¨²l Castro. La canciller¨ªa estadounidense ha subrayado que "hasta ahora no se han atribuido responsabilidades".
Los ataques se dieron desde noviembre de 2016 hasta la primavera. La embajada no se dio cuenta hasta febrero de que ten¨ªa que haber una causa com¨²n a los s¨ªntomas de los que se ven¨ªan quejando los empleados: dolor de cabeza, confusi¨®n mental, sordera. Entonces se iniciaron las pesquisas y en mayo dos empleados de la embajada de Cuba en Washington fueron expulsados como represalia, pues si bien EE UU no ha culpado a La Habana de lo sucedido considera que debe garantizar la seguridad de sus diplom¨¢ticos.
La canciller¨ªa cubana ha declarado que est¨¢ colaborando con EE UU para aclarar lo sucedido y ha aseverado que su pa¨ªs siempre ha protegido al personal americano y a sus familias.
Seg¨²n medios estadounidenses entre los afectados hay varios con da?os de consideraci¨®n en el sistema nervioso, al menos dos podr¨ªan sufrir problemas de audici¨®n cr¨®nicos y uno padecer¨ªa alteraciones sangu¨ªneas. Seis fueron trasladados a un hospital de Miami.
Tras medio siglo de hostilidad diplom¨¢tica, Cuba y EE UU reabrieron sus embajadas en Washington y La Habana en el verano de 2015, al hilo del hist¨®rico deshielo bilateral anunciado por Barack Obama y Ra¨²l Castro en diciembre de 2014. Obama hizo en marzo de 2016 la primera visita a Cuba de un presidente americano desde 1929 y hasta el final de su mandato a finales de ese a?o las relaciones entre ambas administraciones, pese a la mutua desconfianza enquistada por d¨¦cadas de Guerra Fr¨ªa, fluyeron en variadas ¨¢reas.
Cuando empezaron los ataques sonicos ¨Cnoviembre¨C EE UU estaba cambiando de presidente con la victoria de Donald Trump, que durante la campa?a hab¨ªa anunciado que ser¨ªa m¨¢s duro que Obama con La Habana. Cuando dej¨® de registrarse el fen¨®meno, ya en primavera, Trump a¨²n no hab¨ªa tomado ninguna medida contra Cuba. No ser¨ªa hasta junio que el nuevo presidente anunciase una cierta reversi¨®n del acercamiento diplom¨¢tico.
La secuencia no parece casar con una reacci¨®n agresiva del Gobierno de Castro a la posici¨®n hostil de Trump. Y ni siquiera hay registro de ataques a diplom¨¢ticos estadounidenses por parte del aparato cubano a¨²n en los viejos tiempos de alta tensi¨®n. La Seguridad del Estado castrista no pas¨® de vigilarlos y de hostigarlos sin violencia; por ejemplo, seg¨²n testimonios de personal de EE UU, dejando excrementos en sus viviendas, quit¨¢ndoles la luz en casa, tapando con pegamento la cerradura de sus coches, pinch¨¢ndoles ruedas o sigui¨¦ndolos en sus veh¨ªculos e impidi¨¦ndoles cambiar de carril.
Por lo poco probable de que se trate de un ataque ordenado por Cuba, se especula con distintas hip¨®tesis, desde un error humano en el empleo de alg¨²n sistema de grabaci¨®n secreta hasta la injerencia de un tercer pa¨ªs con malas relaciones con EE UU.
El desenlace del misterio del ataque s¨®nico, pintoresco como una trama de James Bond pero en absoluto inofensivo, es incierto. Lo que sin duda es ya un hecho es su contribuci¨®n al deterioro de las relaciones en esta fase de vuelta a la gresca entre Washington y La Habana.
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