La primera gran crisis pol¨ªtica de Macri
La ola de cr¨ªticas por el desaparecido Santiago Maldonado se vuelve contra el Gobierno que organiza reuniones de crisis 37 d¨ªas despu¨¦s
Son un peque?o grupo de mapuches que nunca supusieron un problema serio para el Gobierno. Llevan m¨¢s de dos a?os ocupando una peque?a fracci¨®n de 500 hect¨¢reas de las 900.000 que tiene Luciano Benetton en la Patagonia argentina. Son poco m¨¢s de 20 personas en tiendas de campa?a y precarias casetas de madera. Ni siquiera ten¨ªan mucho apoyo popular, m¨¢s all¨¢ de algunas organizaciones. Pero la inesperada desaparici¨®n de Santiago Maldonado, un artesano que estaba all¨ª apoy¨¢ndoles y del que no sabe nada desde que la Gendarmer¨ªa entr¨® en la zona para disolver una protesta el 1 de agosto, y las dificultades que ha mostrado el Gobierno de Mauricio Macri para gestionar la crisis, ha convertido a este peque?o grupo y sus reivindicaciones en el centro del debate del pa¨ªs en plena campa?a electoral.
Los mapuches, que son pocos pero muy organizados bajo su l¨ªder, Facundo Jones Huala, que los dirige desde la c¨¢rcel, donde ofrece entrevistas a los medios emitidas en el horario de m¨¢xima audiencia, han logrado algo impensable hace unos meses, cuando muy pocos medios les prestaban atenci¨®n. Est¨¢n poniendo en dificultades al todopoderoso Gobierno de Macri, que se enfrenta a su primera gran crisis pol¨ªtica en un pa¨ªs especialmente sensible en el asunto de los desaparecidos.
Mat¨ªas Santana, el mapuche que asegura que vio desde su caballo como la Gendarmer¨ªa se llevaba a Maldonado el d¨ªa de la protesta, se ha convertido en una inesperada estrella medi¨¢tica. Y adem¨¢s de ratificar su testimonio, que pone en cuesti¨®n la versi¨®n del Gobierno y en especial de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, Santana aprovecha ese ¨¦xito para lanzar su mensaje a favor de la lucha del pueblo mapuche, que reclama tierras de sus ancestros que fueron conquistadas por el ej¨¦rcito argentino en el siglo XIX en la llamada "campa?a del desierto". Santana y otros aprovechan el momento para recordar que Argentina, como casi todos los pa¨ªses americanos, se construy¨® sobre la destrucci¨®n casi completa de los pueblos originarios, un asunto que no estaba ni much¨ªsimo menos en la agenda.
La oposici¨®n dirigida por Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner trata de aprovechar esta situaci¨®n de debilidad del Gobierno para beneficiarse, pero lo cierto es que son los mapuches y la familia de Maldonado los que est¨¢n en primer plano y cada vez con m¨¢s capacidad de hacer da?o al Ejecutivo, que ha decidido ahora, 37 d¨ªas despu¨¦s de la desaparici¨®n del joven de 28 a?os, convertirlo en un asunto prioritario y poner a todo el Estado a trabajar para encontrar el cuerpo.
Fuentes del Gobierno insisten en que no creen que esta cuesti¨®n tenga un efecto electoral porque sostienen que solo afecta a los votantes m¨¢s radicalizados de ambos bandos y el kirchnerismo no va a lograr un solo voto m¨¢s gracias a esto, pero lo cierto es que el Ejecutivo por primera vez ha demostrado con claridad que el tema le preocupa y ha desplegado toda una estrategia para intentar recuperar la iniciativa en un asunto que se le ha ido claramente de las manos.
Despu¨¦s de semanas tratando la crisis del desaparecido como algo menor, Macri organiz¨® un gabinete de crisis, asegur¨® que el asunto le "ocupa y preocupa" y ha decidido enviar a la zona a su secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, para ofrecer al juez, Guido Otranto, todos los mecanismos del Estado para agilizar la b¨²squeda. Adem¨¢s ha decidido hacer un nuevo peinado de la zona con 300 polic¨ªas y drones para intentar buscar el cad¨¢ver de Maldonado, ya que a estas alturas, y pese a las m¨²ltiples teor¨ªas conspirativas desplegadas en el entorno del Gobierno en las ¨²ltimas semanas, ya nadie espera encontrarlo con vida.
El Gobierno trata as¨ª de frenar la sangr¨ªa de credibilidad que ha supuesto la aparici¨®n de la primera prueba de ADN, que ha descartado por completo la hip¨®tesis alternativa de que Maldonado hubiera muerto en un enfrentamiento con un trabajador de Benetton en plena noche y no a manos de la Gendarmer¨ªa, la polic¨ªa militar.
El Gobierno ha dado un giro completo al constatar que se estaba fraguando la tormenta perfecta. Por un lado, la movilizaci¨®n popular, con decenas de miles de personas en la calle exigiendo la reaparici¨®n de Maldonado. Por otro, una espiral incipiente de violencia y una pol¨¦mica por la represi¨®n policial, que sucedi¨® tras la manifestaci¨®n el pasado viernes. Adem¨¢s, el avance de la investigaci¨®n, que va dejando sin coartadas a la Gendarmer¨ªa, a la que hasta ahora defend¨ªa el Ejecutivo. Y por ¨²ltimo, el imprevisto impacto internacional, ya que los medios extranjeros han dado cuenta de la movilizaci¨®n y se han implicado en ella argentinos famosos repartidos por todo el mundo.
El cambio radical qued¨® en evidencia en una frase de Avruj, el responsable de Derechos Humanos de Macri, un hombre que ya ha tenido que salir al rescate en otras ocasiones cuando por ejemplo estuvo a punto de salir de la c¨¢rcel Miguel Echecolatz, uno de los m¨¢s crueles represores, y ¨¦l prometi¨® frenarlo con un recurso para disipar las sospechas de que el Gobierno ayudaba a los genocidas. Avruj admiti¨® que "la hip¨®tesis m¨¢s fuerte apunta a la Gendarmer¨ªa" aunque no aparecen pruebas claras.
Es un cambio radical porque Bullrich dijo con seguridad desde el primer momento que la Gendarmer¨ªa no era la responsable de esta desaparici¨®n y busc¨® todo tipo de hip¨®tesis alternativas. "No protegeremos a nadie", insiste la mano derecha de Macri, Marcos Pe?a. El Gobierno, que ha vivido una fuerte divisi¨®n interna sobre c¨®mo afrontar este caso, trata ahora de despegarse. En los pr¨®ximos d¨ªas aparecer¨¢n m¨¢s pruebas de ADN y nadie quiere ser arrastrado por esta ola ahora incontrolable.
Muchos analistas argentinos insisten en criticar al Ejecutivo por girar demasiado tarde. Si aparece el cad¨¢ver y se demuestra que fue la Gendarmer¨ªa la crisis ser¨¢ muy grave. Pero nadie tiene mucha fe en que eso suceda porque encontrar un cuerpo en la inmensidad de la Patagonia es casi imposible si nadie confiesa, algo tambi¨¦n bastante improbable.
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