El desaf¨ªo de Boris Johnson desata la guerra en el Gobierno de May
Un art¨ªculo del responsable de Exteriores en el que aboga de nuevo por por el Brexit duro complica la situaci¨®n de la primera ministra
El delicado equilibrio en que se encuentra el Gobierno de Theresa May desde que perdi¨® la mayor¨ªa absoluta ten¨ªa que acabar rompi¨¦ndose. Y lo ha hecho por donde se ten¨ªa que romper: por Boris Johnson. Su desaf¨ªo a la primera ministra, en forma de un art¨ªculo de prensa detallando su visi¨®n radical del Brexit, es una llamada a filas al sector duro y saca a la luz la guerra en el Partido Conservador. En la semana de su crucial discurso el viernes en Florencia, entre voces que piden la cabeza del ministro, May se enfrenta a una disyuntiva: amonestarlo, y abrir la lucha por el liderazgo, o no hacer nada y exhibir una insostenible falta de autoridad.
May dio la cartera de Exteriores al popular exalcalde de Londres, que lider¨® la campa?a del Brexit, en la confianza de que era mejor tenerlo dentro que fuera. Pero ni as¨ª ha logrado neutralizarlo. Boris Johnson ha vuelto a la carga y ha elegido cuidadosamente el momento. Cinco d¨ªas antes de que la primera ministra pronuncie en Florencia un discurso que se anuncia clave en la definici¨®n de su visi¨®n del Brexit. Dos semanas antes de que todo el partido se congregue en Manchester para su congreso anual. Y, por si alguien tuviera dudas de que va en serio, lo hace el mismo d¨ªa en que el pa¨ªs elevaba su alerta por terrorismo al nivel m¨¢s alto, tras el atentado fallido en el metro el viernes (alerta que este domingo se ha rebajado de "cr¨ªtica" a "grave").
El desaf¨ªo tiene la forma de un articulo de 4.000 palabras, publicado el s¨¢bado a todo trapo por el Daily Telegraph, en el que el ministro de Exteriores define su visi¨®n sobre el Brexit. Una visi¨®n de una dureza y un populismo que muchos ten¨ªan ya por superados, y que incluso recupera la demostrada mentira ¡ªque tan bien funcion¨® en campa?a pero de la que despu¨¦s hasta Nigel Farage se distanci¨®¡ª de que salir de la UE liberar¨ªa 350 millones de libras a la semana que podr¨ªan destinarse a la sanidad p¨²blica.
Su art¨ªculo es una llamada a los m¨¢s recalcitrantes diputados euroesc¨¦pticos, que llevan desde la vuelta del verano conspirando contra el pesimismo generalizado, producto del atasco de las negociaciones. No llegan a medio centenar, a juzgar por el n¨²mero de firmantes de una carta que circul¨® hace 10 d¨ªas exigiendo un Brexit duro. De nuevo, como viene siendo una constante en las ¨²ltimas d¨¦cadas, una minor¨ªa de eur¨®fobos amenaza a un primer ministro conservador.
El desaf¨ªo de Johnson ha provocado alguna adhesi¨®n y un aluvi¨®n de airadas cr¨ªticas por parte de diputados que vienen a pedir la cabeza de Johnson. La mayor¨ªa lo hace desde el anonimato, pero algunas con nombre y apellido. Es el caso de la poderosa l¨ªder del partido en Escocia, Ruth Davidson, o de la ministra del Interior, Amber Rudd, que ha criticado el ¡°irreprimible entusiasmo¡± respecto al Brexit de su compa?ero de Gabinete.
La jugada de Johnson es clara. Deja negro sobre blanco, en la primera p¨¢gina del peri¨®dico tory de cabecera, una visi¨®n sobre el Brexit contraria a la que viene defendiendo May en las ¨²ltimas semanas. Lo hace, seg¨²n fuentes de Downing Street, sin compartirla antes con la primera ministra. Johnson la coloca en una complicada tesitura. Si lo despide, May inaugura oficialmente la lucha de Johnson por el liderazgo. Si no, evidenciar¨¢ a¨²n m¨¢s su debilidad justo cuando el pa¨ªs necesita a alguien fuerte.
Boris Johnson, claro, sabe que hoy la primera ministra carece de autoridad para despedirlo. Ser¨ªa muy peligroso hacerlo antes del congreso del partido. Le convendr¨ªa m¨¢s incluirlo en un posterior redise?o de su Gobierno, pero tendr¨¢ que apaciguar a quienes piden ya su cabeza. Y Johnson tiene otras cartas en la mano. Por ejemplo, escenificar una aparatosa dimisi¨®n despu¨¦s del discurso de May en Florencia, alegando incompatibilidad de los mensajes: al fin y al cabo, ¨¦l ha dejado bien claro el suyo, antes que la propia May.
Estos 14 meses al frente de la diplomacia brit¨¢nica no han sido buenos para la reputaci¨®n del poco diplom¨¢tico Boris Johnson. Incluso, en las ¨²ltimas semanas, hab¨ªa sufrido la humillaci¨®n de ceder el trono de favorito de los tories para suceder a May en favor del exc¨¦ntrico Jacob Rees-Mogg.
Esta semana, mientras Johnson recorr¨ªa las calles devastadas por el hurac¨¢n Irma en los territorios brit¨¢nicos del Caribe, el Gobierno cambiaba sigilosamente su pol¨ªtica principal sin consultarle a ¨¦l, ministro de Exteriores y figura clave en el Brexit. Philip Hammond, titular de Econom¨ªa y portaestandarte del Brexit m¨¢s moderado, dec¨ªa en el Parlamento que hab¨ªa consenso en el Gobierno acerca de que ser¨¢ necesario, a partir de 2019, un periodo transitorio que ¡°tendr¨¢ que parecerse mucho al statu quo¡±. El Gobierno dejaba caer que estar¨ªa dispuesto a seguir contribuyendo a las arcas de la UE en ese periodo. Alisado el terreno, el mi¨¦rcoles se anunciaba que May dar¨ªa un discurso en Florencia, el pr¨®ximo viernes 22, donde se esperaba la consagraci¨®n del giro hacia un Brexit suave que desbloquear¨ªa las negociaciones en Bruselas y alejar¨ªa el fantasma de una salida de la UE sin acuerdo.
Tres d¨ªas despu¨¦s, llegaba el art¨ªculo de Johnson. Punto por punto ataca la idea de un Brexit suave. No menciona la transici¨®n. Seguir en mercado com¨²n, dice, ser¨ªa ¡°una burla¡± del resultado del refer¨¦ndum. Ya nadie puede pretender esconder, pues, la guerra abierta en el seno del Gobierno sobre el asunto m¨¢s importante de cuantos afectan al pa¨ªs.
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