?Hay que quitarle el Nobel de la paz a Aung San Suu Kyi?
La l¨ªder birmana ha hecho o¨ªdos sordos al ¨¦xodo masivo de rohinygas de su pa¨ªs lo que ha suscitado la pol¨¦mica sobre si merece tal galard¨®n
?Hay que suprimir el Nobel de la Paz? La pregunta no es nueva, en especial en la variante de si se debe revocar su concesi¨®n a un premiado por su conducta posterior. El debate ¡ªya vivido en casos como los de Kissinger, Obama o Arafat¡ª ha rebrotado con fuerza ahora ante el estruendoso silencio, primero, y justificaci¨®n indirecta, despu¨¦s, de la l¨ªder birmana Aung San Suu Kyi de la persecuci¨®n de decenas de miles de rohingyas, la minor¨ªa musulmana de Myanmar. La respuesta esta vez tampoco es nueva. No importa que decenas de miles de personas hayan suscrito y enviado una petici¨®n al comit¨¦ noruego para que le sea retirado el galard¨®n a una mujer que fue s¨ªmbolo de la lucha por los derechos humanos y la democracia en la antigua Birmania. Fue reconocida en 1991 con el premio y los estatutos de la Fundaci¨®n Nobel no permiten dar marcha atr¨¢s. Nunca.
Muchos vectores se entrecruzan en la pol¨¦mica. Galardonar a pol¨ªticos en activo ¡ªa Obama, Santos, Gorbachov, ?scar Arias, Begin, o tiempo atr¨¢s, a los presidentes de EE UU, Woodrow Wilson y Teddy Roosevelt, que combati¨® en dos guerras¡ª deja margen a la controversia, muchas veces partidista, teniendo en cuenta el inmenso prestigio que el premio concede. De esta reputaci¨®n (otro punto muy discutido) que parece que emanan los premiados se tratan de aprovechar muchas causas. Es como si contar con un Nobel en el estrado favoreciese y otorgase cierta legitimidad a su lucha. As¨ª, ETA quiso que P¨¦rez Esquivel fuera mediador ante el Gobierno. Y, mucho m¨¢s cerca, la Generalitat, su president y el orbe independentista han publicitado sin freno que un Nobel de la Paz apoya su secesi¨®n. Y eso que era t¨¦cnicamente una cuarta parte de premio: Ahmed Galai, vicepresidente de una de las cuatro organizaciones tunecinas laureadas hace dos a?os.
El de la Paz es el ¨²nico Nobel que se concede a instituciones, organizaciones o grupos ¡ª25 de los 130 otorgados desde 1901¡ª. Esto permite reconocer actuaciones incontestables ¡ªCruz Roja, Amnist¨ªa Internacional, ACNUR¡ª, pero tambi¨¦n extender y difuminar su manto de bondad: ?alcanza a Orb¨¢n o Kaczynski, que tambi¨¦n son UE? ?Todos los cascos azules se han hecho merecedores de esta distinci¨®n?
Otro aspecto es si este homenaje lava los pecados, pasados y futuros. El primer caso lleva al vidrioso debate de c¨®mo los procesos de paz los sacan adelante quienes una vez empu?aron las armas u ordenaron empu?arlas. Construir la reconciliaci¨®n encumbr¨® a Mandela, De Klerk, Rabin, Peres, Arafat, Begin o Sadat, pero parte de sus actuaciones podr¨ªan cuestionarse. Y, si ser perseguido ha bastado en algunos casos para acudir a Oslo, ?hay perseguidos que lo son m¨¢s que otros, como los animales m¨¢s iguales del libro de Orwell? Quiz¨¢ al final lo que subleva es ver en la misma lista a Luther King o Elie Wiesel junto a Kissinger, premiado en 1973, el a?o en el que tramaba c¨®mo derrocar a Allende. Pero, bueno, algo parecido pasa al ver en la misma lista a Benavente y Eliot¡
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