Angela Merkel, la l¨ªder sin ego que garantiza estabilidad
Los alemanes renuevan su confianza en una dirigente sobria y pragm¨¢tica
Cuenta un antiguo diputado de la CDU que siendo Angela Merkel ministra de Mujer y Juventud a principios de los noventa fue a visitarle a su despacho en Spremberg, al Este de Alemania. Recuerda ahora divertido que era muy t¨ªmida y que cuando ya en la calle los escoltas activaron las sirenas, Merkel se puso muy nerviosa. No quer¨ªa hacer ruido, le daba verg¨¹enza, le parec¨ªa innecesario. En la foto de aquel encuentro, se la ve sentada, vestida de batalla, con el pelo corto y las manos recogidas en el regazo, escuchando atentamente. Imposible adivinar que aquella mujer era una ministra.
Esa sobriedad, esa alergia a los aspavientos y hasta esa grisura se han convertido en el principal arma de seducci¨®n de Angela Dorothea Merkel, la pol¨ªtica en la que los alemanes han confiado su futuro en los ¨²ltimos 12 a?os y con la que acaban de renovar su contrario de Gobierno por otros cuatro a?os m¨¢s. Su at¨ªpico estilo de Gobierno, meditado, pausado y para muchos incluso plano, le ha permitido liderar durante m¨¢s de una d¨¦cada la primera potencia europea y en una era en la que los personajes estramb¨®ticos copan la pol¨ªtica internacional. Quien busque emoci¨®n no la encontrar¨¢ en Angela Merkel, pero en un mundo sobrado de sobresaltos, su estilo pol¨ªtico se ha convertido en un activo para millones de alemanes. Fuera de estas fronteras, la prensa internacional ha llegado a bautizarla ¡°la l¨ªder del mundo libre¡±.
Su biograf¨ªa es bien conocida. Hija de un pastor luterano, creci¨® en Templ¨ªn, una peque?a localidad al Este de Alemania bajo el r¨¦gimen comunista de la RDA. Siempre fue t¨ªmida, estudiosa y met¨®dica. En 1977 se cas¨® con Ulrich Merkel, cuyo nombre pasar¨ªa a la historia, a pesar de que se divorciaran poco despu¨¦s y la hoy canciller se casara por segunda vez. No tiene hijos. Su mentor, el difunto Helmut Kohl se fij¨® en ella y comenz¨® una carrera pol¨ªtica que culmin¨® con su elecci¨®n como primera mujer canciller de la historia de Alemania en 2005. Desde entonces, es un personaje central de la pol¨ªtica europea.
Al contrario del pu?ado de hombres volubles que ponen en peligro la paz mundial, los ciudadanos consideran que Merkel no se dejar¨¢ llevar por la arrogancia ni se emborrachar¨¢ de ego. Han comprobado desde hace a?os que esta pol¨ªtica criada en el Este comunista no responde a impulsos vanidosos.
En la calle, los votantes repiten el mismo argumento una y otra vez. Sienten que Merkel garantizar¨¢ su estabilidad. Es para muchos votantes un pilar, una conexi¨®n toma a tierra. Merkel vende eficiencia y los alemanes compran. Proyecta la imagen de mujer sensata que puede equivocarse, pero que como buena qu¨ªmica, estudiar¨¢, y sopesar¨¢ de manera racional cada decisi¨®n. Dejar¨¢ reposar los problemas y solo despu¨¦s decidir¨¢.
Es la pol¨ªtica atr¨¢palo todo que desprecia el dogmatismo. La que defendi¨® las nucleares y luego las cerr¨®. La capitana del cambio clim¨¢tico y a la vez la gran valedora de la industria automovil¨ªstica y del carb¨®n. La que permite la entrada de 1,3 millones de refugiados para luego endurecer las leyes migratorias y acelerar las deportaciones. Es capaz de hacer una cosa y la contraria, cambiando al comp¨¢s de los quiebros del sentir popular, sin que le tiemble el pulso. A golpe de encuesta, la pol¨ªtica eternamente subestimada, ha logrado convertirse en la expresi¨®n de los deseos y pareceres del alem¨¢n medio. El centro es ella.
Sus cr¨ªticos desprecian la que consideran una premeditada y cultivada imagen de mujer corriente, que vive en el mismo piso de siempre y dedica sus vacaciones a hacer senderismo con botas de monta?a. Hace una semana, en una conferencia de prensa para ni?os le preguntaron cu¨¢l era su comida favorita. Respondi¨® que espaguetis bolo?esa. Luego le pidieron que definiera su vida en cuatro palabras. ¡°Comer, beber, lavarme los dientes y dormir¡±, respondi¨®. Es posible que haya habido personajes en la historia de la pol¨ªtica con un estilo de vida tan poco pretencioso. Y eso, de nuevo gusta a los alemanes, poco dados a las luces de ne¨®n.
Opacidad emocional
Sonr¨ªe poco y sus colaboradores destacan su descomunal capacidad de trabajo. Llega preparada a las reuniones. Se sabe los temas. Y tal vez por eso, no logra tolerar la incompetencia de quienes hablan a la ligera y con los que no muestra excesiva piedad. Le repele lo vaporoso, prefiere lo agible. ¡°Estudia los detalles, le interesan las cosas reales, tangibles, no le gustan las generalidades¡±, explica un miembro de su partido que la conoce bien. Combina ¡°el sentido del deber prusiano y la ¨¦tica del trabajo protestante¡±, escribe Stefan Kornelius en su biograf¨ªa autorizada, donde tambi¨¦n explica que Merkel desprecia las emociones excesivas. Esa opacidad emocional desconcierta a menudo a sus interlocutores.
Dicen que es dif¨ªcil enfadarse con ella, en parte, porque sus intervenciones suelen ser inofensivas, insulsas critican algunos. O como explicaba con gracia un periodista alem¨¢n, enfrentarse a Merkel es como una lucha de wrestling, solo que ella pelea impregnada en jab¨®n; resbala. Es lo que le ha sucedido a algunos de sus rivales pol¨ªticos, incapaces de desarmarla. Su gesti¨®n pol¨ªtica, salvo notables excepciones ¡ªcierre de las nucleares, crisis del euro, o la pol¨ªtica de puertas abiertas para los refugiados¡ª?, adolece tambi¨¦n de estridencias y hasta de acci¨®n. Hace un par de a?os comenz¨® a circular un nuevo verbo en Alemania, merkeln, que quiere decir precisamente eso, no acabar de decidir ni de posicionarse. Fue entonces cuando los diarios ya firmaban su acta de defunci¨®n pol¨ªtica a ra¨ªz de la crisis de los refugiados. Contra todo pron¨®stico, la eterna canciller resurgi¨® de sus cenizas y hoy vuelve a coronar la impresionante c¨²pula de cristal del Bundestag.
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