?Por qu¨¦ fallan tanto las encuestas en Colombia?
Los estudios de opini¨®n han deparado a menudo sorpresas en el pa¨ªs, empezando por el plebiscito sobre los acuerdos de paz
El camino al plebiscito sobre los acuerdos de paz con las FARC estuvo empedrado de esperanzas para los partidarios del s¨ª. Una parte nada despreciable de los adoquines que soportaban estas esperanzas ven¨ªan de los sondeos de opini¨®n. La media de las ¨²ltimas encuestas antes del 2 de octubre de 2016 era clara: en torno a un 60% de los colombianos votar¨ªa a favor. Pero ya sabemos que la cifra final no lleg¨® al 50%. Este error de bulto se sum¨® a la desconfianza que ya ven¨ªan despertando los estudios de opini¨®n en el pa¨ªs: en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2014, la media de las seis ¨²ltimas encuestas de las casas m¨¢s significativas daban un empate t¨¦cnico al 43% por ciento entre Juan Manuel Santos y ?scar Iv¨¢n Zuluaga. La diferencia final fue de siete puntos porcentuales para el primero.
La puntilla lleg¨® el pasado viernes, cuando la publicaci¨®n La Silla Vac¨ªa hizo p¨²blica su decisi¨®n de no emplear sondeos en su cobertura de las presidenciales de 2018. Su directora, Juanita Le¨®n, considera que ¡°si en realidad no son un instrumento totalmente confiable para sondear la intenci¨®n electoral de los colombianos, cualquier an¨¢lisis que haga La Silla con base en ellas m¨¢s que informar puede despistar¡±. ?Pero de d¨®nde viene esta falta de fiabilidad? ?Por qu¨¦ las encuestas fallan m¨¢s en Colombia?
Roberto Angulo, economista y socio fundador de la firma Inclusi¨®n, tiene amplia experiencia en el trabajo con estudios de opini¨®n en Colombia, si bien fuera del ¨¢mbito electoral. Esto, parad¨®jicamente, es una ventaja, pues las mejores encuestas del pa¨ªs las hacen entidades con las que ha tenido relaci¨®n profesional, como el Departamento Nacional de Planeaci¨®n. Con ¨¦l, desentra?amos algunas claves para responder a esta cuesti¨®n.
Lo primero a tener en cuenta es que no existe un marco de referencia. A la hora de dise?ar la muestra para una encuesta, es necesario conocer la composici¨®n de la poblaci¨®n para poder definirla de manera representativa. En la mayor¨ªa de pa¨ªses se usa para ello el censo realizado por el Estado. Pero en Colombia ¡°tenemos un marco muestral muy viejo [el ¨²ltimo censo se hizo en 2005] y de una calidad que siempre ha sido cuestionable¡±, afirma Angulo. Es decir: no sabemos del todo c¨®mo es la poblaci¨®n del pa¨ªs, lo cual hace imposible reproducirla en la miniatura de los novecientos, mil o dos mil individuos que componen una muestra de una encuesta est¨¢ndar.
Un problema a?adido es que la poblaci¨®n en Colombia es enormemente heterog¨¦nea. Primero, lo es geogr¨¢ficamente. No s¨®lo entre regiones, apunta Angulo, tambi¨¦n entre zonas rurales y urbanas. A esto se a?ade la considerable desigualdad socioecon¨®mica dentro de las mismas ciudades. Las diferencias entre ingresos de los distintos individuos no se corresponden del todo con la divisi¨®n por estratos, una clasificaci¨®n que ha quedado ya anticuada seg¨²n varios expertos. Todas estas divisiones (rural/urbano, regi¨®n, clase) son determinantes para el voto, y no reproducirlas correctamente en una encuesta hiere de muerte su capacidad estimativa.
En pocas palabras: la urna llega a todas partes, pero al encuestador le queda m¨¢s dif¨ªcil. Aunque se trate de trabajo presencial, que ofrece m¨¢s garant¨ªas de representatividad que el telef¨®nico por no depender de la existencia de redes de comunicaci¨®n, algunos lugares son complicados de alcanzar. Y cuando eso sucede, no hay un marco de referencia fiable para revisar la muestra. Por todo ello, las encuestas acaban sesgadas: en el plebiscito, por ejemplo, varias casas anunciaban que sus sondeos s¨®lo ten¨ªan lugar en las ciudades m¨¢s pobladas del pa¨ªs.
C¨¦sar Caballero, gerente de Cifras y Conceptos (una de las empresas de referencia no s¨®lo en la realizaci¨®n de encuestas en Colombia, sino tambi¨¦n en innovaci¨®n metodol¨®gica en las t¨¦cnicas demosc¨®picas) a?ade una cautela y varios factores a este cuadro. La cautela parte de una distinci¨®n: entre los conceptos de predicci¨®n y de pron¨®stico: ¡°nadie deber¨ªa utilizar una encuesta para predecir el futuro¡±. La ventaja del pron¨®stico es que deja margen de error, espacio para la incertidumbre. Una incertidumbre que quiz¨¢s es de un orden superior en Colombia.
Adem¨¢s de las razones ya mentadas, hay que tener en cuenta que, como apunta Caballero, el sistema de partidos colombiano no dispone de actores tan fuertes, estables ni definidos, pero s¨ª abundantes: Colombia tiene ¡°entre once y doce partidos a tener en cuenta, de los que unos siete son realmente importantes¡±. Por otro lado, cualquiera que est¨¦ siguiendo la presente precampa?a se estar¨¢ percatando de lo fluida que resulta la organizaci¨®n partidista hoy d¨ªa, con muchos candidatos buscando postularse por firmas y, al mismo tiempo, negociando su apoyo con plataformas existentes.
Caballero a?ade otros dos elementos. Uno, la ¡°veda de ocho d¨ªas¡± antes de la fecha electoral, en la que est¨¢ prohibido publicar sondeos, que ¡°en realidad se convierten en doce d¨ªas¡± porque hay que sumarle el periodo para el trabajo de campo. Dos, ¡°la corrupci¨®n y el tr¨¢fico de votos¡±, que hacen mucho m¨¢s dif¨ªcil el trabajo del encuestador porque los movimientos y trasvases no dependen de factores visibles en un cuestionario. En ese sentido, es interesante distinguir entre la capacidad que pueden tener las encuestas para calibrar el conocido como voto de opini¨®n, centrado en las grandes zonas urbanas, y el de las regiones donde las maquinarias de los partidos pesan m¨¢s.
Si sumamos estos factores, lo que sucede es que hacer encuestas realmente representativas en Colombia es un trabajo arduo, y sobre todo muy caro: es necesario recoger muestras ampl¨ªsimas para asegurar su calidad, adem¨¢s de hacerlo puerta a puerta. As¨ª trabajan entidades p¨²blicas como el DNP o el DANE, que cuentan con tiempo y dinero para hacerlo. Pero un sondeo de intenci¨®n de voto tiene que ser mucho m¨¢s ¨¢gil y preciso, pues se le encomienda la responsabilidad de acertar al mil¨ªmetro y con poco margen. Por otro lado, Colombia tiene las caracter¨ªsticas de un sistema de partidos no muy definido (especialmente desde que el oligopolio liberal-conservador dej¨® de ser una realidad, hace ya a?os), y una dualidad en las realidades que definen el voto en los n¨²cleos de clase media y acomodada, y en las periferias (rurales y urbanas) del pa¨ªs que, por desgracia, se superpone a los problemas de muestreo. En definitiva, una tormenta perfecta contra la b¨²squeda de precisi¨®n.
Sin embargo, buena parte de estos problemas son marcadamente t¨¦cnicos, y podr¨ªan corregirse o al menos minimizarse con una mayor inversi¨®n. Lo cual lleva a una pregunta final: qui¨¦n estar¨ªa dispuesto a pagar por sondeos m¨¢s amplios, frecuentes y distribuidos; por tanto, necesariamente m¨¢s caros. Quiz¨¢s, por tanto, el problema es m¨¢s de demanda que de oferta. La incertidumbre siempre nos acompa?ar¨¢ con las encuestas, pero no tiene por qu¨¦ ser ilimitada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.