Clare Hollingworth, la reportera que anunci¨® la II Guerra Mundial
La reconocida corresponsal en el extranjero durante m¨¢s de medio siglo falleci¨® en enero a los 105 a?os despu¨¦s de haber cubierto conflictos en Europa, ?frica y Asia
Una semana de trabajo en el diario brit¨¢nico ¡®The Daily Telegraph¡¯ le sirvi¨® a Clare?Hollingworth para definir su vocaci¨®n profesional, marcar su trayectoria period¨ªstica?y tambi¨¦n para cambiar muchas cosas en el mundo con su primicia: la invasi¨®n nazi?de Polonia que signific¨® el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939.?
Clare Hollingworth?supo con s¨®lo 27 a?os que ten¨ªa la noticia de su vida y a la vez una valiosa?informaci¨®n que cambiar¨ªa el mundo. Con el paso del tiempo se convirti¨® en una?referencia para los reporteros de guerra, un ¨¢mbito cerrado en el que s¨®lo los?hombres contaban lo que ocurr¨ªa en el mundo, y que ella misma tuvo que sufrir al?ser vetada a cubrir la guerra de ?frica por ser mujer. Fue testigo de los horrores de?la guerra en Vietnam, Argelia, Oriente Medio, India y Pakist¨¢n, as¨ª como de la?Revoluci¨®n Cultural en China, pero ha pasado a la historia por su primicia del?comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
Clare Hollingworth vivi¨® por y para el periodismo y el peligro era en lugar en el que se?sent¨ªa a gusto. Cuando cumpli¨® 100 a?os y le preguntaron d¨®nde ir¨ªa a cubrir una?noticia, asegur¨® sin dudarlo que ¡°mirar¨ªa los peri¨®dicos y dir¨ªa: ?cu¨¢l es el lugar?m¨¢s peligroso en este momento? Porque ah¨ª siempre se encuentran buenas?historias¡±.
Precisamente el periodismo y el riesgo fueron los mejores aliados de Clare?Hollingworth para su longeva y vigorosa vida. Nacida el 10 de octubre de 1911?en Knighton, un suburbio del sur de Leicester (Inglaterra), falleci¨® el pasado 10 de?enero a la edad de 105 a?os en Hong Kong, donde vivi¨® los ¨²ltimos 40 a?os de su?vida despu¨¦s de trabajar en Pek¨ªn como corresponsal.
Su ni?ez transcurri¨® en una granja a la que se trasladaron sus padres en los?primeros a?os de la contienda mundial. Clare mostr¨® desde ni?a gran inter¨¦s por?convertirse en escritora pese a la oposici¨®n de su madre. Su padre tambi¨¦n influy¨®?en su vocaci¨®n estimul¨¢ndola, sin saberlo, con visitas a sitios hist¨®ricos de campos?de batalla en Reino Unido y Francia, donde le describ¨ªa c¨®mo estaban plantados los?ej¨¦rcitos, cu¨¢l fue la estrategia, los errores y las causas de aquellos conflictos.
La joven Hollingworth tuvo su primer trabajo como secretaria en la Liga de las?Naciones Unidas en el condado brit¨¢nico de Worcestershire, donde gan¨® una beca?para estudiar la cultura eslava en la Universidad de Londres, y otra posterior para?aprender croata en la Universidad de Zagreb.
En 1936 contrajo el primero de sus dos matrimonios, con un escritor, pero como ya?ten¨ªa claro que lo suyo era la aventura y los viajes, dos a?os m¨¢s tarde Clare acab¨®?en Varsovia, trabajando en una organizaci¨®n que apoyaba a los miles de jud¨ªos que?hu¨ªan del avance de los nazis en Europa oriental.
Entre marzo y julio de 1939 ayud¨® a rescatar a miles de personas mediante la?organizaci¨®n de visados brit¨¢nicos. Gracias a esa expedici¨®n, Clare, que hab¨ªa?comenzado a escribir art¨ªculos de forma independiente para el peri¨®dico ¡®New?Statesman¡¯ fue contratada por el editor de ¡®The Daily Telegraph¡¯, Arthur Wilson, en?agosto de 1939. Ah¨ª empez¨® su verdadera vida, convertida en historia del?periodismo, como reportera y corresponsal extranjera, apodada por la prensa?brit¨¢nica como 'La Pimpinela Escarlata'.
Clare Hollingworth s¨®lo llevaba una semana trabajando como reportera en el diario?ingl¨¦s cuando la enviaron a Polonia gracias a sus conocimientos de aquel pa¨ªs para?narrar ¡®in situ¡¯ m¨¢s detalles de las tensiones que los medios de toda Europa?intentaban reflejar.
Al llegar a Polonia, Clare pidi¨® a su amigo el c¨®nsul brit¨¢nico en Katowice, al sur del?pa¨ªs, John Anthony Thwaites, que le prestara su veh¨ªculo oficial y su ch¨®fer para?trasladarse hasta la frontera y adentrarse en Alemania. A pesar de que la frontera?estaba cerrada, los veh¨ªculos oficiales ten¨ªan libertad de paso, as¨ª que Clare logr¨® cruzar la frontera y comprar art¨ªculos que ya eran dif¨ªciles, y sobre todo caros, de?encontrar en Polonia.
De regreso a la ciudad polaca de Katowice, Clare detect¨® una amplia formaci¨®n de tropas alemanas, incluyendo tanques y veh¨ªculos blindados, ocultos en un valle tras la frontera. En ese momento s¨®lo quer¨ªa llegar a su hotel para transmitir la informaci¨®n. Clare se comunic¨® con el corresponsal del ¡®Telegraph¡¯ en Varsovia, Hugh Carleton Green, y le dio toda la noticia. ¡°1.000 tanques reunidos en la frontera polaca. 10 divisiones listas para dar un r¨¢pido golpe¡±, fue el t¨ªtulo del peri¨®dico, que ni tan siquiera firm¨® esa primera y trascendental nota.
Tres d¨ªas despu¨¦s, Clare se puso en contacto con Robin Hankey, secretario de la?embajada brit¨¢nica en la capital polaca y le grit¨®: ¡°?Comenz¨® la guerra!¡±, pero?Hankey no le crey¨®. ¡°Todavia est¨¢n en negociaciones¡±, le dijo el funcionario. Fue?entonces cuando Clare sac¨® el auricular del tel¨¦fono por la ventana de su habitaci¨®n?para que escucharan el sonido de los tanques alemanes entrando en la ciudad. Era?el 1 de septiembre de 1939 y la primera noticia que ten¨ªa el mundo de las?verdaderas intenciones de Hitler en Europa.
Desde aquel momento, la imagen y el trabajo de Clare Hollingworth quedaron?unidos a los conflictos b¨¦licos: ¡°Debo admitirlo. Me gusta estar en la guerra. No s¨¦?por qu¨¦, porque no soy valiente¡±, manifest¨® en una entrevista a?os despu¨¦s, ya?retirada, al peri¨®dico donde hizo historia, ¡®The Telegraph¡¯.?
Tras la Segunda Guerra Mundial, y con el pasaporte siempre a punto hasta el final?de sus d¨ªas, pendiente de si la mandaban a cubrir una noticia -como confes¨® pocos?a?os antes de morir-, Clare inform¨® desde diferentes conflictos siempre con sus dos?¡®armas¡¯ inseparables: su cepillo de dientes y la m¨¢quina de escribir.
Clare estuvo en las guerras en Argelia, India y Vietnam y trabaj¨® tambi¨¦n para ¡®The Economist¡¯, ¡®The Observer¡¯, ¡®The Guardian¡¯ y ¡®Chicago Daily News¡¯, as¨ª como para la revista estadounidense ¡®Time¡¯, justo despu¨¦s de que Londres prohibiera la presencia de corresponsales femeninas brit¨¢nicas en Egipto durante la guerra en el norte de ?frica de 1942.
Entre los logros profesionales de Clare Hollingworth tambi¨¦n figuran ser la primera?persona en entrevistar a Mohammad Reza Pahlavi, Sha de Ir¨¢n, y la investigaci¨®n?sobre Kim Philby, un corresponsal de ¡®Observer¡¯ y esp¨ªa doble que desert¨® a Mosc¨².
Finaliz¨® su carrera como corresponsal en China, donde dejar¨ªa el ¡®Telegraph¡¯ cuando?cumpli¨® 70 a?os, aunque nunca se deslig¨® del mundo informativo. ¡°Trabajo todo el?tiempo. Durante el d¨ªa estoy informando y por las noches y fines de semana escribo?libros. Tengo muy poco de vida privada. En realidad estoy m¨¢s interesada en mi trabajo que en mi vida privada¡±, aseguraba.
En una entrevista en 2011, la centenaria Clare le coment¨® al peri¨®dico ¡®The?Guardian¡¯ que hab¨ªa dejado uno de sus ¡°h¨¢bitos caracter¨ªsticos: dormir en el suelo¡±,?seg¨²n dec¨ªa para no ¡°ablandarme con comodidades que no tendr¨ªa en los sitios?donde sol¨ªa ir a informar¡±.
Debilitada seriamente y pr¨¢cticamente ciega en los ¨²ltimos a?os de vida, la?enfermera que la cuidaba reconoc¨ªa que ¡°no dejaba de escuchar las noticias de la?BBC¡±. Hoy, en el d¨ªa en que habr¨ªa cumplido 106 a?os, Google homenajea con su?doodle a la intr¨¦pida reportera que vivi¨® para informar y que dio la primicia de una?de las noticias m¨¢s importantes del siglo XX. Una imagen de Eleni Kalorkoti destaca?a la corresponsal de guerra con su inseparable m¨¢quina de escribir con un fondo
lleno de portadas de peri¨®dicos, cuadernos de notas y libros.
Clare Hollingworth, maestra del reporterismo de guerra, vivi¨® con tanta pasi¨®n su?vida de periodista que relativiz¨® el miedo hasta el punto de sentirlo ¡°en un ascensor?muy peque?o, pero no bajo el fuego de la ametralladora porque la emoci¨®n del?trabajo lo supera todo¡±.
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