El pa¨ªs de las masacres (Alto Mira, Tumaco)
El problema no es la droga sino esta guerra abyecta e hip¨®crita contra la droga
Puede uno pensar, de tanto o¨ªr que otro congresista soborn¨® a otro magistrado, que era el velo de la guerra lo que no estaba dejando ver la insaciable corrupci¨®n colombiana: la vocaci¨®n a la mafia, que se da en todos los pa¨ªses del mundo ¨Cpues en todos los pa¨ªses del mundo hay quienes muy pronto le pierden la paciencia y la lealtad al Estado¨C, aqu¨ª en Colombia ha estado creando organizaciones delictivas ins¨®litas como el Cartel de los pa?ales, el Cartel del papel higi¨¦nico o el Cartel de la toga. Y, sin embargo, pens¨¢ndolo otra vez, tambi¨¦n podr¨ªa decirse que ha sido el espect¨¢culo de la podredumbre el que no nos ha permitido reconocer la guerra. Y, pens¨¢ndolo m¨¢s, habr¨ªa que agregar que hemos estado aliviando con calmantes los s¨ªntomas de estas enfermedades tan graves: el f¨²tbol, por ejemplo, ha sido paliativo y cortina de humo de tanta violencia.
El jueves 5 de octubre todo sucedi¨® al rev¨¦s: el pa¨ªs se puso pesimista en la noche porque la selecci¨®n Colombia perdi¨® con la de Paraguay un partido exasperante e infame, que habr¨ªa podido terminar en la clasificaci¨®n colombiana al Mundial, y entonces la hinchada trat¨® de olvidar la contrariedad refugi¨¢ndose en un video tr¨¢gico, de la tarde, en el que el senador Besaile se despide entre las l¨¢grimas de su familia antes de entregarse a las autoridades que lo investigan por corrupci¨®n, y luego comenz¨® a entenderse una terrible noticia de la ma?ana como si por fin estuviera entendi¨¦ndose lo que ha estado pasando aqu¨ª desde hace un par de siglos: se supo que hab¨ªa sucedido una masacre de campesinos cocaleros de la regi¨®n del Alto Mira y Frontera, en Tumaco, y se habl¨® de seis personas muertas y de ochenta heridos.
Dijeron los l¨ªderes cocaleros: ¡°Fue la Fuerza P¨²blica¡±. Dijo el Ministerio de Defensa: ¡°Fue una disidencia de las Farc¡±. Dijo la Defensor¨ªa del Pueblo: ¡°Pudo ser la Fuerza P¨²blica¡±.
Y fue claro que desde 1928 hasta ese jueves este ha sido un pa¨ªs de masacres: Ci¨¦naga, Gachet¨¢, Bojay¨¢, Machuca, Bah¨ªa Portete, El Aro, El Salado, La Mejor Esquina, La Chinita, La Rochela, Mapirip¨¢n, Macayepo, San Jos¨¦ de Apartad¨®. En los pueblos de Colombia, alguna banda de verdugos financiada por la droga ¨Cy con ¨ªnfulas de due?os de estas tierras¨C puede oficiar una matanza en cualquier momento, tal como en las ciudades de Estados Unidos cualquier psic¨®pata con pretensiones de ¨¢ngel vengador puede empezar una balacera esta tarde. Y as¨ª como all¨¢ ha sido claro que la soluci¨®n de fondo es controlar las armas de fuego, aqu¨ª ha sido dolorosamente obvio que, si el negocio de la droga no se vuelve legal, de tanto en tanto seguir¨¢ ocurriendo este extra?o exterminio con cuentagotas.
Seguir¨¢n cultiv¨¢ndose miles de hect¨¢reas de coca en Tumaco, donde no hay alcantarillas ni empleos, pues en el empobrecido campo colombiano no hay otros cultivos con tanta demanda. Seguir¨¢n los Gobiernos gringos declar¨¢ndose decepcionados de los Gobiernos colombianos porque a los programas de sustituci¨®n les costar¨¢ ganarle la carrera a la industria de la droga. Seguir¨¢n los pol¨ªticos infames de acuerdo con los Estados Unidos. Seguir¨¢n los soldados cumpliendo con la orden de arrancar matas de coca as¨ª sea a la fuerza. Seguir¨¢n los campesinos repitiendo, enca?onados por los narcos, ¡°si erradicamos nos matan¡±. Seguir¨¢n todos interpretando su papel, porque de qu¨¦ m¨¢s van a vivir, si los libretistas y los espectadores de este Estado disfuncional no tenemos el coraje de enfrentar el asunto como una tragedia social.
Que la selecci¨®n colombiana salga de la zanja. Que los corruptos caigan si es que lo son. Pero que la masacre en Alto Mira sea la prueba final de que el problema no es la droga sino esta guerra abyecta e hip¨®crita contra la droga.
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