Un candidato progresista hace frente al r¨¦gimen de Al Sisi en Egipto
Jaled Ali anuncia su candidatura condicionada a unas garant¨ªas m¨ªnimas para las elecciones presidenciales de 2018
La precampa?a de las elecciones presidenciales en Egipto, previstas para el pr¨®ximo mayo, parece discurrir por unos derroteros parecidos a los de una democracia consolidada. Un candidato de la oposici¨®n anunci¨® la semana pasada su intenci¨®n de concurrir a los comicios. Los rumores en los medios apuntan a que otros dos pol¨ªticos podr¨ªan seguir sus pasos. Mientras, el mariscal Abdelfat¨¢ al Sisi deshoja la margarita, aunque pocos dudan de que buscar¨¢ la reelecci¨®n. Sin embargo, todo es pura apariencia. Como declar¨® a este diario Al¨¢ al-Aswany, el escritor egipcio de mayor fama internacional, tras el golpe de Estado del 2013: ¡°Toda dictadura se sustenta siempre en una gran mentira¡±.
Jaled Ali, el activista y abogado que lider¨® la infructuosa batalla legal para frenar la cesi¨®n a Arabia Saud¨ª de dos islas del mar Rojo, fue el primero en saltar al ruedo. Ali, que ya se present¨® en los comicios presidenciales de 2012, es un conocido pol¨ªtico de izquierdas de verbo ¨¢cido y apasionado. Sin embargo, su participaci¨®n depende de los tribunales. En septiembre, Ali fue condenado a tres meses de c¨¢rcel por hacer la peineta?¡ªun gesto ofensivo con el pu?o cerrado y levantando el dedo coraz¨®n¡ª, presuntamente dirigido contra el Gobierno, tras un veredicto provisional a su favor en el caso de las islas del mar Rojo. El abogado niega la acusaci¨®n y asegura que fue fabricada por la Fiscal¨ªa.
M¨¢s all¨¢ de su situaci¨®n legal, el pol¨ªtico progresista condicion¨® su candidatura a un acuerdo con el resto de la oposici¨®n y a la obtenci¨®n de unas garant¨ªas m¨ªnimas por parte del r¨¦gimen. Las condiciones en las que se celebr¨® el lanzamiento de su campa?a no invitan al optimismo: la polic¨ªa llev¨® a cabo una redada en la imprenta donde se hac¨ªan los folletos relativos a su anuncio y los confisc¨®. ¡°O bien recibimos garant¨ªas de unas elecciones democr¨¢ticas y transparentes, o todas las fuerzas pol¨ªticas mantendr¨¢n una posici¨®n unida al respecto¡±, afirm¨® en la rueda de prensa, sugiriendo la posibilidad de un boicot. Cuatro a?os antes, Hamdin Sabahi, el ¨²nico candidato que se enfrent¨® a Al Sisi, recibi¨® apenas el 5% de los votos y denunci¨® amplias irregularidades.
¡°La candidatura de Ali es un asunto pol¨¦mico¡±, sostiene el analista Wael Eskandar, buen conocedor de los c¨ªrculos opositores al r¨¦gimen de Al Sisi. ¡°Entre los revolucionarios, hay una divisi¨®n entre quienes creen que participar en los comicios ayudar¨¢ a demostrar que son una farsa, y quienes apuestan por el boicot. Por su parte, a muchos liberales s¨ª les gustar¨ªa contar con un candidato que se enfrente a Al Sisi, pero Ali no es su primera opci¨®n¡±, a?ade. La corriente islamista, liderada por los Hermanos Musulmanes, se haya pr¨¢cticamente proscrita de la escena pol¨ªtica, con sus dirigentes en el exilio o bien languideciendo en la c¨¢rcel, como es el caso del expresidente Mohamed Morsi.
Los otros posibles candidatos
La rumorolog¨ªa publicada en la prensa egipcia sugiere que otros dos pol¨ªticos podr¨ªan dar un paso adelante. Se trata de Anwar Sadat, exdiputado y sobrino del presidente asesinado en 1981, y Ahmed Shafiq, un ex primer ministro de Mubarak que fue derrotado por Morsi en la segunda ronda de las presidenciales de 2012. Ambos comparten un perfil parecido: antiguos partidarios del r¨¦gimen militar que se han distanciado de Al Sisi los ¨²ltimos a?os. Mientras Sadat se ha significado en la defensa de los derechos humanos en el Parlamento, del que fue expulsado, Shafiq contar¨ªa con las simpat¨ªas de Emiratos ?rabes Unidos y de alg¨²n sector del ¡°Estado profundo¡± contrario al mariscal.
Todos ellos saben que no tienen ninguna opci¨®n de victoria si Al Sisi opta a la reelecci¨®n. Su r¨¦gimen es implacable frente a cualquier amenaza, y su control de la calle, la administraci¨®n y los medios de comunicaci¨®n es absoluto. Al igual que en 2014, el presidente se hace de rogar. Pero no niega su posible candidatura. Un movimiento encabezado por varios de sus ac¨®litos en el Parlamento est¨¢ recogiendo firmas para pedirle que gobierne otros cuatro a?os m¨¢s. Seg¨²n sus cuentas, que no han sido verificadas, tres millones de ciudadanos (sobre cerca de 100 millones) ya han firmado.
Ahora bien, este a?o les ser¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil movilizar a las urnas a la poblaci¨®n. ¡°La econom¨ªa est¨¢ muy mal, y la popularidad de Al Sisi ha ca¨ªdo en picado¡±, sostiene un analista, autor de varios libros de ensayo pol¨ªtico, que prefiere guardar su anonimato. El r¨¦gimen teme que una participaci¨®n irrisoria comprometa su imagen en el mundo. Para animar la participaci¨®n, les ir¨ªa bien que el mariscal tuviera un competidor en los comicios. ¡°Quieren un candidato opositor al que puedan controlar. No quieren a alguien que represente un verdadero desaf¨ªo, sino que solo lo parezca¡±, opina Eskandar. Y este no parece ser el caso de Ali. Estos temores del r¨¦gimen muestran hasta qu¨¦ punto se muestra inseguro de su propio respaldo popular.
La egipcia es hoy una sociedad traumatizada. El r¨¦gimen no afloja la represi¨®n, el terrorismo yihadista contin¨²a asestando terribles zarpazos c¨ªclicamente y la econom¨ªa no acaba de despegar. La decisi¨®n de dejar flotar la libra egipcia adoptada el a?o pasado ha disparado la inflaci¨®n, empobreciendo a la clase media. Esta deprimente realidad contrasta con la ofrecida por los medios oficialistas, m¨¢s optimista. ?Cu¨¢ntos egipcios se la creen? Probablemente, los mismos que consideran las pr¨®ximas elecciones democr¨¢ticas y limpias.
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