ACNUR critica las dificultades de los rohingya para huir de Myanmar por las minas
La prioridad de la agencia de la ONU es conseguir mejorar las condiciones de acogida en Bangladesh de los huidos por la represi¨®n militar birmana
M¨¢s de 80 d¨ªas despu¨¦s de que arrancara el ¨¦xodo de los rohingya desde Myanmar, m¨¢s de 600.000 han llegado a campos de refugiados en Bangladesh. Lejos de haber cesado, el flujo de personas que cada d¨ªa cruza la frontera contin¨²a, pero cada vez lo tienen m¨¢s dif¨ªcil para ponerse a salvo. ¡°La zona est¨¢ llena de minas terrestres y se han instalado muchos controles (del Ej¨¦rcito birmano) en la frontera¡±, asegura en Madrid la jefa de Emergencias de ACNUR, Joung-ah Ghedini-Williams (Se¨²l, 1968), reci¨¦n llegada del campo de refugiados de Kutupalong, en el sureste de Bangladesh.
Desde el pasado 25 de agosto, m¨¢s de 600.000 rohingya han huido de la brutal represi¨®n ejercida por del Ej¨¦rcito de Myanmar hacia esta minor¨ªa musulmana, en lo que la ONU no ha dudado en calificar como una ¡°limpieza ¨¦tnica de manual¡± en ese pa¨ªs de mayor¨ªa budista. Pero seg¨²n explica la representante de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados, ¡°todav¨ªa hay miles que quieren cruzar pero no pueden¡±. Ghedini-Williams sostiene que todos los rohingya con los que ha podido hablar, ya a salvo en Bangladesh, le transmit¨ªan ¡°la tremenda violencia¡± sufrida en Myanmar.
¡°Todos me relataron historias muy similares: durante meses se les impidi¨® moverse con libertad, llevar a sus hijos al colegio o ir a trabajar a otras aldeas. A eso se a?ade que han vivido meses e incluso a?os con miedo a que se desencadenara una brutal represi¨®n en cualquier momento¡±, explica. ¡°Pero lo que les hizo huir fue ver el humo que desprend¨ªan los pueblos cercanos quemados¡±, se?ala, en referencia a las aldeas del Estado de Rajine que los uniformados arrasaron con fuego.
¡°Muchas mujeres me contaron que detuvieron a sus maridos. Otras presenciaron c¨®mo se llevaban a ni?as¡±, apunta esta experta en crisis humanitarias, a las que lleva dedic¨¢ndose desde hace dos d¨¦cadas. Ghedini-Williams, de visita en Espa?a como parte de la campa?a para ayudar a los rohingya, mide sus palabras y evita se?alar directamente a los responsables, las fuerzas de seguridad birmanas, al tiempo que insiste en el papel humanitario y no pol¨ªtico que ejerce ACNUR. ¡°Nuestro deber es dar respuesta a la necesidades humanitarias de los refugiados e intentar mantener una postura neutral, porque queremos seguir teniendo acceso a todas las zonas¡±, dice.
Seg¨²n esta responsable de Emergencias, en el cargo desde hace casi tres a?os, el mayor reto en este momento es coordinar la ayuda humanitaria en Bangladesh, donde los campos de refugiados han pasado, en menos de tres meses, de tener unos 300.000 rohingya ¡ªalgunos instalados en este pa¨ªs de mayor¨ªa musulmana desde los a?os noventa por anteriores conflictos en la vecina Birmania¡ª, a m¨¢s del triple. ¡°En 100 d¨ªas han llegado 610.000 personas, triplicando el n¨²mero que ya hab¨ªa y en campos que estaban de por s¨ª bastante llenos¡±. Ahora la prioridad de ACNUR es buscar, junto con las autoridades banglades¨ªes, otros terrenos a donde pudieran trasladarse parte de estos refugiados para vivir en mejores condiciones. Pero el terreno, plagado de colinas y r¨ªos, convierte esta tarea en "todo un reto log¨ªstico".
A eso se le a?ade combatir el ¡°alto grado de malnutrici¨®n con el que llegan muchos de los ni?os rohingya¡±, que representan el 54% de los llegados. Ello les hace muchos m¨¢s vulnerables a contraer todo tipo de enfermedades, entre ellas el c¨®lera, se?ala esta estadounidense de origen surcoreano. La falta de agua potable y saneamiento, as¨ª como la inminente temporada de tifones suponen adem¨¢s un riesgo importante para la propagaci¨®n de infecciones.
Hasta finales de septiembre, los refugiados rohingya que llegaban a orillas banglades¨ªes eran unos 10.000 al d¨ªa, el mayor flujo de personas desde el genocidio de Ruanda, en el que Ghedini-Williams tambi¨¦n estuvo trabajando en los noventa. ¡°Aqu¨ª los desaf¨ªos son mayores pero lo que no cambia es la resistencia de la gente. La fuerza de los refugiados que, a pesar de haber sufrido experiencias extremadamente dif¨ªciles, intentan reconstruir sus vidas y crear un entorno seguro para sus hijos¡±.
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