Myanmar y La Dama sacan a la luz sus peores demonios
Una transici¨®n que fue considerada mod¨¦lica se ha podrido. La ofensiva contra los rohingyas es una atrocidad y un ejemplo de limpieza ¨¦tnica, pero ha hecho muy populares a los militares birmanos
Ella era el s¨ªmbolo perfecto de la lucha no violenta de los oprimidos. La Dama contra los militares. Encarnaba la victoria de la democracia frente a una dictadura cruel. El hechizo se ha roto. La mujer que, con la palabra y el apoyo de las sanciones impuestas por la comunidad internacional, venci¨® al Ej¨¦rcito no ha impedido a los uniformados llevar a cabo una operaci¨®n de ¡°limpieza ¨¦tnica de manual¡±, seg¨²n la define Naciones Unidas. Tampoco lo ha criticado. Aung San Suu Kyi, 72 a?os, no es la presidenta ¡ªporque sus antiguos enemigos y hoy aliados se lo impidieron con una artima?a constitucional¡ª pero desde la c¨²pula que ostenta el poder en Birmania ha mirado hacia otro lado, para decepci¨®n de sus defensores, mientras una minor¨ªa musulmana, los rohingya, es sistem¨¢ticamente expulsada de su tierra en una pol¨ªtica de tierra quemada.
Lejos de los focos, el ¨¦xodo contin¨²a. Columnas de familias ¡ªmujeres, hombres y ni?os, much¨ªsimos ni?os¡ª marchan por una lengua de tierra rodeada de agua con cuatro enseres. Las im¨¢genes grabadas con un dron por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) impresionan. Recuerda al ¨¦xodo de Ruanda. Huyen de Myanmar, donde viv¨ªan hace generaciones, a Bangladesh. Empez¨® el 25 de agosto como un ¨¦xodo casi b¨ªblico espoleado por la represalia militar tras unos ataques del brazo armado rohingya. En menos de un mes, medio mill¨®n de personas dejaron todo atr¨¢s en aldeas incendiadas por los uniformados. Ahora persiste como un goteo. El fin de semana pasado cruzaron la frontera 2.000 personas. Los 607.000 rohingyas llegados ahora (cuatro veces los migrantes arribados por el Mediterr¨¢neo este a?o) se suman a los 200.000 que instalados en Bangladesh desde episodios anteriores.
El odio al rohingya es un potente factor de cohesi¨®n en esta ex colonia brit¨¢nica, un pa¨ªs de 60 millones de habitantes encajonado entre China e India de mayor¨ªa budista que es a la vez un mosaico de 135 etnias reconocidas, entre las que no est¨¢ esta minor¨ªa. ¡°Existe un apoyo mayoritario a las pol¨ªticas del Gobierno de coalici¨®n de la Liga Nacional Democr¨¢tica (el partido de Aung San) y los militares incluso entre otras muchas minor¨ªas ¨¦tnicas y religiosas. La discriminaci¨®n contra los rohingya es casi una posici¨®n de consenso. En ese sentido la deshumanizaci¨®n de los rohingya ha sido casi completa¡±, explica por correo Nicholas Farrelly, director del Myanmar Research Centre de la Universidad Nacional de Australia.
Explican los historiadores que se empieza por la discriminaci¨®n institucionalizada, se prosigue con la deshumanizaci¨®n, la expulsi¨®n y se culmina eliminando de la historia oficial cualquier rastro de la existencia de la minor¨ªa perseguida.
Para muchos birmanos, los musulmanes rohingyas representan una amenaza, un temor agitado por ultras budistas liderados por monjes
Birmania arrebat¨® la ciudadan¨ªa a los rohingya en 1982; convirti¨® al mill¨®n que viv¨ªa en Myanmar antes de esta crisis en la mayor comunidad ap¨¢trida del mundo. Una d¨¦cima parte fueron internados en 2012 en campos de detenci¨®n sin libertad de movimiento, educaci¨®n o sanidad. Para el birmano, el musulm¨¢n rohingya es una gran amenaza. Un miedo que los ultranacionalistas budistas liderados por monjes han explotado a placer tras la dictadura a lomos de la libertad de expresi¨®n y Facebook. Incluso el nombre les niegan. Sus compatriotas los denominan bengal¨ªes; los consideran extranjeros, banglades¨ªes llegados del otro lado del r¨ªo, aunque vivan hace generaciones en Rakhine, un estado que se asoma al golfo de Bengala. La premio Nobel visit¨® la zona esta semana por primera vez desde que lidera Birmania.
Esta zona f¨¦rtil que fue un vibrante n¨²cleo de comercio y escenario de peri¨®dicos enfrentamientos entre budistas y musulmanes es uno de los estados birmanos m¨¢s pobres.
Tampoco Aung San los llama por su nombre. ¡°A petici¨®n de la consejera estatal (Aung San), la comisi¨®n no usa bengal¨ª ni rohingya, sino musulmanes¡±, precisa Kofi Annan, ex secretario general de la ONU, en un informe sobre c¨®mo afrontar la cuesti¨®n de esta minor¨ªa.
La expulsi¨®n no parece improvisada ni obra de soldados o mandos que iban por libre. Naciones Unidas ha constatado ¡°un patr¨®n consistente, met¨®dico¡± de asesinatos, tortura, violaciones e incendios intencionados. Los testimonios de los supervivientes apuntan a actos b¨¢rbaros incluido arrojar beb¨¦s vivos a la hoguera antes de violar a su madre y hermanas. La alt¨ªsima tasa de natalidad de los rohingya enerva a los birmanos.
En 1982, Birmania arrebat¨® la ciudadan¨ªa a esta minor¨ªa y convirti¨® a un mill¨®n de personas en la mayor comunidad ap¨¢trida
del mundo
Ha ocurrido algo impensable hace nada. La ofensiva contra los rohingya ha convertido a los militares en los nuevos h¨¦roes nacionales. Los mismos que confinaron a esta l¨ªder tenaz, de aspecto fr¨¢gil e ingl¨¦s impecable durante 15 a?os en una casa de un lago de Yang¨®n o abrieron fuego en 2007 contra las protestas pac¨ªficas lideradas por monjes budistas son saludados en manifestaciones multitudinarias con m¨²sica militar de fondo. Se dir¨ªa que han cumplido la misi¨®n.
Los rohingya se han ido y nada indica que vayan a regresar por voluntad propia. El Gobierno ha empezado a cosechar los campos de arroz que cultivaron en sus aldeas antes de escapar del pogromo. ¡°Anticipo que la mayor¨ªa de los rohingya vivir¨¢n a largo plazo en Bangladesh¡±, sostiene el profesor Farrelly, que reclama ¡°una investigaci¨®n independiente e inmediata¡± sobre lo que considera una limpieza ¨¦tnica ¡°por mucho que incomode a algunos en el Gobierno de Myanmar¡±. Y recuerda que la mayor¨ªa de los rohingya que han abandonado Myanmar en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas casi nunca han logrado regresar.
Jeff Crisp, ex alto cargo de Acnur e investigador del Refugee Studies Centre de Oxford, advierte del riesgo de que Myanmar y Bangladesh pacten el regreso forzado de los refugiados, ¡°cosa que ha ocurrido en el pasado y que Acnur debe asegurarse de que no vuelva a ocurrir¡±. Las 800.000 personas que se han instalado como han podido en precarias tiendas suponen un desaf¨ªo para la ONU y las ONG. Son tambi¨¦n una bomba de relojer¨ªa para Bangladesh uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres, con m¨¢s problemas mediaombientales y una poblaci¨®n que aumenta veloz. Este pa¨ªs de mayor¨ªa musulmana es el quinto emisor de migrantes que llegan a Europa por el Mediterr¨¢neo.
La expulsi¨®n de esta minor¨ªa supone un fuerte rev¨¦s a una transici¨®n democr¨¢tica que parec¨ªa mod¨¦lica. Las cr¨ªticas internacionales son calibradas, nadie quiere debilitar a las autoridades civiles. A finales de 2010, mientras el mundo miraba absorto las primaveras ¨¢rabes, los uniformados empezaron a renunciar parcialmente al poder y emprendieron una transici¨®n pac¨ªfica. Liberaron a Aung San Suu Kyi, legalizaron su Liga Nacional para la Democracia, le permitieron presentarse a las elecciones en 2015 y ganarlas. Se levantaron las sanciones, un inmenso mercado virgen se abri¨® a las inversiones extranjeras, llegaron las libertades, los m¨®viles, Internet y el turismo a gran escala. El bien hab¨ªa vencido a los uniformados. Pero esa imagen ocultaba grandes dificultades. Las mejoras econ¨®micas se demoraron, pacificar y cohesionar el pa¨ªs era tarea herc¨²lea¡ y la historia del ¨¦xito se empa?¨® con varios episodios de violencia. Los choques interreligiosos en Rakhine, en 2012, con un monje llamado el Bin Laden budista al frente, implicaron la destrucci¨®n de miles de viviendas de musulmanes, en 2015 varios miles m¨¢s huyeron por mar a los pa¨ªses vecinos. La Dama call¨®.
En paralelo, la premio Nobel de la Paz recog¨ªa por fin su premio tras esperar 21 a?os. Y su partido arrasaba en las elecciones de 2015. Tras enormes sacrificios personales, Aung San era nombrada consejera de Estado, la m¨¢s poderosa del Gabinete. Casi emulaba a su progenitor, el general Aung San, padre de la Birmania independiente. La transici¨®n democr¨¢tica de manual se ha podrido. Primero el silencio y luego la complicidad han convertido a la Nobel en una paria. Su pa¨ªs vuelve a estar en el punto de mira. Estados Unidos sopesa reimponerle sanciones. Birmania no volver¨¢ a ser un Estado paria pero el ostracismo acecha.
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