Ciencia y decisiones p¨²blicas
Es imprescindible que quienes deben resolver algo conozcan sobre aquello que tienen que hacer
A finales de agosto se public¨® una peculiar fotograf¨ªa del presidente Trump. Observaba el eclipse solar sin ninguno de los filtros recomendados por los expertos. Pocos d¨ªas despu¨¦s se public¨® que su Gobierno estaba tratando de frenar las investigaciones sobre los riesgos de los trabajos mineros. Despu¨¦s disolvi¨® al comit¨¦ que estudiaba los efectos del cambio clim¨¢tico. La lista podr¨ªa alargarse. Lo ¨²nico que estos ejemplos ponen de manifiesto no es s¨®lo, desde luego, el desd¨¦n del presidente por la ciencia en general, sino por aquella que cuestiona la manera en la que se desarrollan ciertos negocios.
Por su manera frontal y aparentemente espont¨¢nea de actuar y decir, Trump es visto como un enemigo de la ciencia. No cabe duda de que lo es. Sin embargo, y m¨¢s all¨¢ del personaje concreto, cabe preguntarnos por las maneras en las que otros servidores p¨²blicos est¨¢n vinculados con la ciencia en su actuar cotidiano. Es decir, ?de qu¨¦ manera legisladores, administradores y juzgadores se relacionan con la ciencia para decidir en aquello que es de su competencia p¨²blica?
Trump es visto como un enemigo de la ciencia. No cabe duda de que lo es
Evidentemente, son pocos los que ejercen un estilo parecido al del presidente estadounidense, y ello est¨¢ bien. No es com¨²n observar que, a cuento de la emisi¨®n de una ley o el otorgamiento de un permiso, se ataque lo asentado por la ciencia. Esta forma de actuar no conlleva, sin embargo, neutralidad, ni es del todo inocente. No porque no se cuestione lo dicho en una rama del conocimiento o al cultivador de ella se est¨¢ actuando de manera muy diferente a la de Trump, salvado el conocido y recurrente histrionismo.
Si al momento de hacer una ley, un reglamento o dictar una sentencia la autoridad correspondiente no acude a los conocimientos cient¨ªficos necesarios para comprender el fen¨®meno que tiene enfrente, resolver¨¢ sobre algo que piensa que existe, o que quiere conformar como ella lo desea. En el primer caso, se trata de un caso de ignorancia o ninguneo, fundado en la soberbia o en ese particular estado mental que asume que las cosas son as¨ª, porque as¨ª son. Lo que se diga sobre agua, relaciones familiares, enfermedades o lo que sea partir¨¢ de una pobre concepci¨®n de la realidad y, por lo mismo, tendr¨¢ una pobre soluci¨®n para ella. En el segundo caso, la omisi¨®n de la ciencia tiene ya or¨ªgenes perversos. Como lo que la ciencia mostrar¨¢ es contrario a lo que quiere sostenerse como existente, se evade considerarlo. Con ello, lo existente deja de existir y se hace posible representar la realidad de cierto modo, para despu¨¦s normarlo como si fuera mera consecuencia.
Hoy en d¨ªa se habla de posverdad, como tema novedos¨ªsimo. Pr¨¢cticamente, una creaci¨®n de este nuevo chivo expiatorio llamado Trump, al cual se le van asignando todos los males, como si el resto de los sujetos sociales, empresas, pol¨ªticos e individuos estuvieran por completo libres de toda culpa. El concepto de posverdad sirve para enfatizar algunos rasgos actuales, pero no para dar cuenta de un estado de cosas originario de nuestro tiempo. Si volvemos a la ciencia, pensemos en la manera en la que los tomadores de decisiones han ignorado lo que ella defini¨® como existente (cambio clim¨¢tico) o lo que interesadamente se mostr¨® adverso a la salud (consumo del cigarrillo), por ejemplo.
Tal vez es chistoso hacer memes de quien observa eclipses a ojo pel¨®n, o tal vez no. Lo cierto es que se hace indispensable producir, o al menos ordenar y presentar, el conocimiento cient¨ªfico que permita la toma de decisiones ilustradas. Es imprescindible que quienes deben resolver algo por el modo jur¨ªdico que sea sepan algo acerca de lo que tienen que hacer o, al menos, que reconozcan que no saben y se atrevan a consultar a quien s¨ª lo sabe. Necesitamos construcciones racionales de lo p¨²blico. S¨®lo as¨ª podremos generar modos comunes y posibles de convivencia, que rompan con las formas olig¨¢rquicas de dominaci¨®n p¨²blico-privadas que cada d¨ªa padecemos m¨¢s.
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