M¨¢s que cero, menos que infinito
La Uni¨®n Europea ha solemnizado el cat¨¢logo de derechos sociales, una buena noticia por varias razones
El pilar europeo de derechos sociales acaba de aprobarse en Gotemburgo. El cat¨¢logo de derechos sociales de los europeos ha sido solemnizado. La noticia es muy buena. Por cuatro razones:
Es signo de que Europa est¨¢ dispuesta a luchar contra la principal causa remota del populismo: el precariado social.
Es acicate para que los beneficiados por el reconocimiento te¨®rico de los nuevos derechos pugnen para que se traduzcan a realidades pr¨¢cticas, tangibles.
Es bandera de que la Europa del inmediato futuro, que este a?o se est¨¢ discutiendo y dise?ando, no debe limitarse a la econom¨ªa y a la defensa ¡ªdonde m¨¢s avanza¡ª, sin implicar a los trabajadores, los aut¨®nomos, los j¨®venes, los parados.
Y es indicio de que la primavera que vive la UE desde que ha derrotado en 12 meses a los retropopulismos nacionales ¡ªmientras se impon¨ªan en los dos grandes pa¨ªses anglosajones¡ª puede prolongarse. Pese a las amenazas de truncarla que proceden de Alemania, donde ha sido mucho menos florida.
La cr¨ªtica m¨¢s obvia al paquete es su car¨¢cter no vinculante, no obligatorio: su aplicaci¨®n depender¨¢ de los Gobiernos, y menos de la capacidad de control (y sanci¨®n) de las instituciones comunes.
Correcto. Pero aunque la ambici¨®n sea mucho menos que infinita, su impacto es mucho mayor que cero. Legitima, a¨²pa y justifica la lucha por convertir esos derechos en realidad.
Es clave que se reconozca el derecho a un salario m¨ªnimo (SMI). Media docena de pa¨ªses de la UE carecen del mismo. La propia Alemania, hasta que la socialdemocracia se encaram¨® al ¨²ltimo Gobierno de coalici¨®n de la canciller Merkel. Los detractores arguyen que entre los pa¨ªses sin SMI figuran los de m¨¢s altos salarios medios, y con menos paro.
Pero tambi¨¦n hay otros, farolillos rojos en ambos est¨¢ndares, Italia o Chipre. Y entre los de mejores sueldos, la ausencia de ese SMI provoca que los colectivos m¨¢s periferizados se vean m¨¢s precarios.
Es clave el impulso a la renta b¨¢sica (para quienes carezcan de recursos); a las pol¨ªticas de vivienda social; el apremio a que los parados de larga duraci¨®n reciban atenci¨®n personalizada para la b¨²squeda de empleo como muy tarde a los 18 meses; o que los j¨®venes (reafirmaci¨®n de la garant¨ªa juvenil) encuentren, a los cuatro meses de acabar los estudios o caer en el desempleo, el derecho a aprendizaje, a formaci¨®n complementaria o un apoyo a la b¨²squeda de empleo.
Clave, porque los pa¨ªses (y los agentes sociales) se emular¨¢n al competir entre ellos para alcanzarlos. Y porque la UE puede establecer incentivos presupuestarios al logro de esos objetivos.
Solo se r¨ªen de estas cosas quienes no las necesitan. O los profetas nihilistas.
Hay m¨¢s. Gotemburgo ha fraguado la duplicaci¨®n y ampliaci¨®n, a decidir en la pr¨®xima cumbre, del programa Erasmus. La Europa social y educativa resucita.
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