La UE intenta reforzar el pilar social como respuesta a la crisis y el populismo
Los jefes de Estado y de Gobierno aprueban un paquete de medidas no vinculantes en la cumbre de Gotemburgo
En torno a la hora del caf¨¦, 500 millones de europeos ten¨ªan este viernes 20 derechos sociales adicionales. "Todo el mundo tiene derecho a una educaci¨®n de calidad", arranca el texto que han pactado los jefes de Estado y de Gobierno de la Uni¨®n en la cumbre social de Gotemburgo (Suecia), en una lista que incluye "la igualdad de oportunidades", "la inclusi¨®n social" y "un salario justo que permita condiciones de vida decentes". Europa ha intentado este viernes reforzar el denominado pilar social ¡ªclave de aquella semiolvidada econom¨ªa social de mercado que alguna vez fue santo y se?a del continente¡ª como respuesta a la Gran Crisis y su correlato pol¨ªtico: el ascenso imparable del populismo. La declaraci¨®n solemne est¨¢ plagada de vaguedades. No es vinculante. La mayor¨ªa de esos asuntos son competencias puramente nacionales. La cumbre es poco m¨¢s que un gesto y la oportunidad de una fotograf¨ªa algo deslucida por la ausencia de la canciller alemana, Angela Merkel. Y aun as¨ª, tras ese formidable decorado de cart¨®n piedra hay una propuesta pol¨ªtica seria, de primera categor¨ªa, que los Estados miembros deber¨ªan hacer suya si pretenden que el huevo de la serpiente no siga incub¨¢ndose tras los buenos resultados de la extrema derecha en Holanda, en Francia, en Alemania, en Austria, en la Rep¨²blica Checa y en cada una de las citas electorales de los ¨²ltimos tiempos.
Europa presume de medidas: 7-25-50. Con el 7% de la poblaci¨®n global y el 25% de la riqueza, el gasto social europeo supone el 50% del mundo. Los soci¨®logos, sin embargo, a?aden un cuarto guarismo: 7-25-50-25. Ese 25% final es el porcentaje de poblaci¨®n en riesgo de pobreza, al alza durante toda la Gran Recesi¨®n por una gesti¨®n insuperablemente mediocre. La sobredosis de austeridad y reformas ha diezmado el pilar social. Como consecuencia, un creciente sentimiento, mezcla de incertidumbre, inseguridad, temor e indignaci¨®n, ha cristalizado en el apoyo a los populismos.
Gotemburgo parece el lugar id¨®neo para una cumbre que viene a dar una respuesta a la incertidumbre pol¨ªtica: la econom¨ªa sueca crece a tasas del 3%, el paro est¨¢ en el 6% y el FMI lleva a?os pidiendo que sueldos m¨¢s altos. Sucede que en la periferia de Europa hay pa¨ªses en los que el desempleo sigue en torno al 20%, los salarios han ca¨ªdo a plomo durante la crisis y el Estado del bienestar est¨¢ lejos de los est¨¢ndares de Suecia. El jefe de la Comisi¨®n, Jean-Claude Juncker, hizo un llamamiento para aprender del modelo sueco. Y sobre todo pidi¨® convertir la agenda de Gotemburgo ¡°en un programa pol¨ªtico¡±. Bruselas est¨¢ a punto de poner en marcha directivas como la de los trabajadores desplazados o la que permite los permisos parentales, pero Juncker record¨® que la mayor¨ªa de las veces los derechos sociales que impulsa acaban durmiendo el sue?o de los justos en la Euroc¨¢mara o en el Consejo. ¡°Los derechos sociales no son un poema¡±, avis¨® Juncker.
Y sin embargo nadie en la Uni¨®n est¨¢ libre de pecado: la troika, de la que forma parte la Comisi¨®n, ha aprobado tres paquetes de rescate a Grecia desde 2010, que no han impedido una depresi¨®n en ese pa¨ªs. En esos supuestos rescates no hab¨ªa ni rastro de una estrategia de crecimiento o de respeto a los derechos sociales. Bruselas, el BCE y el FMI obligaron a los griegos a rebajar un 40% las pensiones, a acabar con la negociaci¨®n colectiva, a tomar medidas que han disparado los ¨ªndices de pobreza. El alma social de Europa, en fin, ha lucido en Gotemburgo; pero Grecia es el recordatorio de que el continente tiene m¨¢s de un alma.
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