Ni?as y esposas de Am¨¦rica
Una mujer casada con su violador a los 11 a?os combate el matrimonio de menores en EE UU
Arreglada con gusto cl¨¢sico, un vestido morado largo y una chaqueta gris claro, seria pero amable, Sherry Johnson, una mujer que habla corto y sin rodeos, comienza la entrevista con un resumen de su historia que es como un martillazo en la frente: "El primero que me viol¨® fue el obispo de la iglesia. Yo ten¨ªa ocho a?os. A los ocho me viol¨® tambi¨¦n mi padrastro. A los nueve me viol¨® el di¨¢cono y me qued¨¦ embarazada. A los diez tuve una ni?a suya y a los 11 mi madre me oblig¨® a casarme con ¨¦l. Con mi violador".
"Sigo pregunt¨¢ndome c¨®mo pude tener una hija con diez a?os de edad", dice Johnson, de 58 a?os, que hoy libra una batalla porque se proh¨ªban sin excepciones los matrimonios de menores de edad en Estados Unidos. En la oficina de un congresista en la capital de Florida, Tallahassee, la "superviviente y activista", como se define, continua recordando. "Cuando descubrimos que estaba embarazada, mi madre me ech¨® la culpa: '?C¨®mo has podido hacerme algo tan horrible?'. Para ella lo m¨¢s importante era la iglesia y su prestigio dentro de la comunidad", explica.
Apenas se acuerda de su infancia antes de las violaciones. Solo que era una ni?a feliz que disfrutaba de la escuela y del algod¨®n de az¨²car. Su memoria desde los ocho a?os en adelante es "un agujero de d¨ªas y d¨ªas cuidando ni?os y llorando sola. Una pesadilla infinita", dice. "Cuando me preguntan c¨®mo fue, respondo: 'Las ni?as tienen beb¨¦s de juguete. Yo fui una ni?a que tuvo beb¨¦s de verdad'".
Johnson prosigue con la cronolog¨ªa de sus seis primeros embarazos, todos con el di¨¢cono, que ten¨ªa 19 a?os la primera vez que la viol¨®. Es de una brutalidad que aturde. "Mi primera ni?a la tuve a los diez, a los 13 mi primer ni?o, otro a los 14, otra a los 15 y otro a los 16. A los 17 qued¨¦ embarazada otra vez, me divorci¨¦ de mi violador y semanas despu¨¦s tuve la ¨²ltima ni?a suya". Su marido forzoso casi no convivi¨® con ellos. Los abandonaba en cuanto se quedaba embarazada y solo regresaba para volver a embarazarla.
Despu¨¦s de ¨¦l se cas¨® y se divorci¨® otras dos veces. Con el segundo esposo tuvo tres hijos m¨¢s. Tanto este como el tercero la sometieron a abusos, asegura. "El segundo intent¨® pasarme por encima con su camioneta". Johnson se reserva los nombres de sus maridos, de su padrastro y del obispo, ya fallecido y que ten¨ªa unos cuarenta a?os cuando la viol¨®. "EE UU es el pa¨ªs de las demandas", dice, "y yo no quiero pasar por eso encima. Lo ¨²nico que quiero es que mi testimonio sirva para que ninguna ni?a o adolescente sufra lo que sufr¨ª. Que haya de una vez leyes que lo eviten".
Su familia formaba parte de una iglesia pentecostal de Tampa (Florida). Al quedar embarazada los servicios sociales iniciaron una investigaci¨®n, pero su madre y el obispo para blindar a la congregaci¨®n decidieron casarla. La ni?a le pregunt¨® a su madre: "?Qu¨¦ es casarse?". La madre no respondi¨®. Se la llev¨® a un juzgado de Tampa a pedir la licencia matrimonial y el juez se neg¨®. Pero fueron a otro condado, Pinellas, donde "un juez mayor" la concedi¨®.
La boda se hizo en la iglesia del obispo y del di¨¢cono que la hab¨ªan violado. Un mi¨¦rcoles por la noche despu¨¦s del servicio religioso. "Mi madre me hizo el vestido, el velo y la tarta". Casi ning¨²n feligr¨¦s se qued¨® a asistir al enlace. Aquella ni?a no volvi¨® a la escuela. Corr¨ªa el a?o 1970.
Ni entonces ni ahora, 47 a?os despu¨¦s, hab¨ªa ning¨²n estado de Estados Unidos que prohibiese por completo los matrimonios de menores. A¨²n hoy, 27 los permiten sin l¨ªmite de edad por motivos como idiosincrasias religiosas o culturales o embarazo de la menor, y por lo general con consentimiento paterno y firma judicial. La primera potencia del mundo no tiene resuelto un problema primitivo enquistado a nivel internacional, sobre todo en los pa¨ªses en desarrollo, en los que una de cada cuatro mujeres se casa antes de los 18 y una de cada nueve antes de los 15. En ?frica, N¨ªger es el pa¨ªs con una proporci¨®n m¨¢s alta de matrimonio de menores (76%), el ¨ªndice m¨¢s alto del mundo, y en Asia, Bangladesh, con un 65% seg¨²n Naciones Unidas.
Sherry Johnson forma parte de la campa?a impulsada por la ONG Unchained Al Last (Al fin sin cadenas) para mover a los legisladores estatales a vetar el matrimonio de menores. Seg¨²n datos de 38 de los 50 estados recabados por la ONG, de 2000 a 2010 se casaron 167.000 menores de 18 a?os en EE UU. La mayor¨ªa adolescentes, aunque se registrarom casos de ni?as de 12 a?os. En Florida, a¨²n en 2012 hubo tres casos de adolescentes de 14 a?os casadas con veintea?eros.
"Es triste, pero el matrimonio de menores sigue siendo un problema en EE UU. Son los mismos vac¨ªos legales que hicieron posible que casar¨¢n por entonces a Sherry", afirma Fraidy Reiss, directora de la organizaci¨®n. "A veces las familias creen que lo correcto es casar a sus hijas por su tradici¨®n; otras veces porque est¨¢ embarazada, aunque haya sido violada. En ocasiones tambi¨¦n se hace para que un hombre de otro pa¨ªs consiga visa para entrar a EE UU. Por demasiado tiempo los legisladores han ignorado el asunto".
Johnson cuenta que m¨¢s de una vez se ha encontrado con pol¨ªticos de Florida que desconocen la realidad. "?Oh! ?Matrimonios de menores? ?Eso no pasa en Florida, no est¨¢ permitido!", remeda la activista. "Y yo les explico que es posible. Tanto que tienen enfrente a una superviviente".
En 2013 public¨® sus memorias Perdonando lo imperdonable, cambiando los nombres de los protagonistas pero reproduciendo su historia real. Como la ma?ana en la que con ocho a?os el obispo la viol¨®. Dos minutos de terror en los que la ni?a, dice el libro, "cerr¨® los ojos mientras repet¨ªa en su cabeza el salmo vigesimotercero". Sin saber exactamente qu¨¦ le hab¨ªan hecho, pero sinti¨¦ndose rota, sali¨® de casa del obispo hacia la escuela. "Fue horrible. Sola, sin nadie a mi lado, caminando por un callej¨®n al colegio", cuenta. Ninguno de sus hijos ha querido leer su libro. "No pueden asumirlo".
Por Tallahassee, donde vive Johnson, pasa una batalla clave en el combate al matrimonio de menores. En 2018 el Congreso estatal debe votar un proyecto de ley presentado este a?o para que sea el primer estado del pa¨ªs que cierre las puertas al 100% a este fen¨®meno. Florida fue el segundo estado con m¨¢s casos (14.278) despu¨¦s de Texas (34.793) entre 2000 y 2010, y es uno de los que no especifican l¨ªmite de edad para el matrimonio en caso de embarazo. Eso hace por ejemplo que hombres del vecino estado de Georgia, que prohibe sin excepciones los enlaces por debajo de 16, crucen al municipio floridiano de Escambia para casarse con menores. Los estados con una ratio de matrimonio de menores m¨¢s alta son Kentucky, Arkansas y Idaho, con amplias zonas rurales y comunidades ultraconservadoras. Hace dos semanas, en Alabama un funcionario defend¨ªa al candidato al Senado Roy Moore de la acusaci¨®n de haber abusado de una chica de 14 a?os cuando ¨¦l ten¨ªa 32, diciendo: "Mar¨ªa era una adolescente y Jos¨¦ un carpintero adulto, y fueron padres de Jes¨²s".
Si en Florida los congresistas aprueban el veto absoluto al matrimonio de menores ¨Cen octubre un comit¨¦ del Senado estatal aprob¨® por unanimidad el proyecto de ley¨C los activistas esperan que sea la primera pieza de un efecto domin¨® que barra el problema a nivel nacional. Esto ser¨ªa congruente con la catalogaci¨®n del propio Departamento de Estado de EE UU del matrimonio infantil como violaci¨®n de los derechos humanos y la ley federal que clasifica como violaci¨®n el sexo de un adulto con un menor de edad.
Johnson vive sola en una vivienda de planta baja, poco iluminada pero c¨¢lida, con bonitos cuadros costumbristas afromaericanos y una leyenda en una pared que dice: "Una casa solo es un hogar cuando hay amor". Nada m¨¢s entrar se olfatea un guiso sabroso. Con un trabajo de profesora de escuela por la semana y otro de cuidadora de ancianos el fin de semana, adem¨¢s de su intensa labor como activista, encuentra tiempo para la cocina, su pasatiempo "y terapia", y prepara un libro con sus mejores recetas titulado El libro de cocina de Mema (como la llaman sus 34 nietos y dos bisnietos).
D¨ªas antes de la entrevista, que tuvo lugar un primero de noviembre oto?al y soleado de Tallahassee, una peque?a ciudad administrativa y universitaria, Sherry Johnson hab¨ªa recibido una llamada mientras conduc¨ªa. Al otro lado escuch¨® unas palabras inesperadas. Conmocionada, tuvo que frenar el coche y apartarse al arc¨¦n. Era su madre, de 78 a?os, con la que siempre mantuvo contacto pero que nunca hasta entonces le hab¨ªa dicho lo que acababa de o¨ªr: "Hija, perd¨®name".
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