El reto de las peque?as ciudades ante los riesgos de desastres
Colombia tiene la tasa m¨¢s alta en Am¨¦rica Latina de desastres peque?os y frecuentes provocados por eventos naturales
Los desastres no son ajenos a Colombia. Solo en 2016, casi un mill¨®n de colombianos se vieron afectados por desastres asociados a eventos naturales, principalmente inundaciones y sequ¨ªas, seg¨²n la Unidad para la Gesti¨®n del Riesgo de Desastres (UNGRD). En los ¨²ltimos a?os, los da?os a la propiedad, la infraestructura y los medios de vida se han seguido multiplicando, en gran medida por la vulnerabilidad que resulta, entre otros, de un crecimiento urbano a veces no planificado y descontrolado, una inadecuada gesti¨®n ambiental y planificaci¨®n del uso de la tierra. A esto se suma, algunas veces, una aplicaci¨®n limitada de las normas y c¨®digos de construcci¨®n.
Pero no solo las grandes urbes son escenarios de desastres. Como demostr¨® la ¨²ltima avalancha en Mocoa en abril pasado, los eventos que pueden ser muy localizados afectan duramente las ciudades intermedias y peque?as, y dentro de ellas, a los hogares m¨¢s pobres. Esto tiene una incidencia directa y de alto impacto en la sostenibilidad del crecimiento del pa¨ªs.
Un estudio del BID y la CEPAL se?ala que la temporada invernal del fen¨®meno de La Ni?a 2010-2011 - adem¨¢s de los dos millones de personas damnificadas- dej¨® alrededor de 11.200 millones de d¨®lares en p¨¦rdidas, equivalentes al 2% del PIB de Colombia en 2011.
Si todav¨ªa falta camino por recorrer para fortalecer los sistemas de gesti¨®n del riesgo de desastres e integrarlos a la planificaci¨®n de las grandes ciudades, la situaci¨®n en las ciudades intermedias y peque?as es a¨²n m¨¢s delicada.
En una regi¨®n como la latinoamericana, donde entre 1970 y 2014 se triplic¨® la ocurrencia de estos fen¨®menos, fortalecer las pol¨ªticas en gesti¨®n del riesgo de desastres (GRD) y adaptarse al cambio clim¨¢tico es vital y cobra cada d¨ªa mayor importancia.
Desastres y m¨¢s pobreza
La nueva poblaci¨®n urbana, formada en su mayor¨ªa por familias de bajos recursos, se encuentra en barrios marginales y asentamientos irregulares generalmente fuera del per¨ªmetro de los servicios de la ciudad. Ocurre en los municipios o ciudades peque?as con el agravante que estas tienen menor capacidad para gestionar adecuadamente el riesgo de desastres e integrarlo en el dise?o e implementaci¨®n de sus pol¨ªticas de planificaci¨®n urbana y de ordenamiento del suelo.
De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estad¨ªstica (DANE), en 2016 el 28% de los colombianos estaba en condici¨®n de pobreza, es decir, alrededor de 13 millones de personas. La pobreza en las cabeceras municipales es del 24,9% y en los centros poblados y zonas rurales dispersas del 38,6%. En cuanto a pobreza extrema, en 2016 el 8,5% del total de la poblaci¨®n se encontraba en esta condici¨®n, lo que representa unos cuatro millones de colombianos. En las cabeceras municipales la pobreza extrema se calcula en un 8,6% y en los centros poblados en el 18,1%.
En este contexto, es importante tener en cuenta que Colombia se ha consolidado como l¨ªder en Am¨¦rica Latina en el desarrollo de un enfoque integral para la GRD y el programa del pa¨ªs se fortalece con cada nuevo Plan Nacional de Desarrollo. Los avances en el monitoreo, implementaci¨®n de sistemas de alerta y organizaci¨®n de la respuesta y manejo de la emergencia han dado como resultado una reducci¨®n significativa de la p¨¦rdida de vidas ante los eventos naturales adversos.
Para Oscar Anil Ishizawa, especialista s¨¦nior en Gesti¨®n del Riesgo de Desastres del Banco Mundial, uno de los grandes retos pendientes en Colombia es fortalecer la implementaci¨®n de las pol¨ªticas de planificaci¨®n territorial y el uso del suelo incorporando consideraciones de riesgo de desastres y adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico. Existe un marco legal e institucional que crea los instrumentos y mecanismos, pero a¨²n no una implementaci¨®n eficiente a nivel territorial.
Una inadecuada planeaci¨®n territorial y uso del suelo contribuye en gran medida al incremento de la vulnerabilidad ante desastres, como se vio en la tragedia del municipio de Mocoa, donde el desbordamiento de los r¨ªos Mulato, Sangoyaco y Mocoa ocasionaron la destrucci¨®n de 17 barrios y la muerte de m¨¢s de 320 personas.
Actuar antes y no despu¨¦s
En Colombia, el ¨¦nfasis de la pol¨ªtica nacional se ha concentrado en la respuesta a emergencia y no en construir un marco de acci¨®n para fortalecer la aplicaci¨®n de pol¨ªticas e inversiones a nivel sectorial y territorial. Existe una gran debilidad de los gobiernos municipales para incorporar la reducci¨®n del riesgo en los Planes de Ordenamiento Territorial y una evidente desarticulaci¨®n entre los diferentes instrumentos de planificaci¨®n territorial que existen en el pa¨ªs.
Seg¨²n Ishizawa, la manera de tener una gesti¨®n del riesgo de desastres eficiente y con resultados concretos (pero invisibles porque cuando se hacen bien las cosas en el tema de gesti¨®n del riesgo de desastres, estos no ocurren o su magnitud se reduce dr¨¢sticamente), es incorporar criterios de reducci¨®n de riesgo en todas las inversiones p¨²blicas sectoriales, as¨ª como en las pol¨ªticas e instrumentos de desarrollo urbano y territorial.
Lo que significa construir y diseminar de manera abierta y transparente la informaci¨®n de peligros y riesgos espec¨ªfica requerida por los diferentes sectores nacionales, as¨ª como, la informaci¨®n con una resoluci¨®n suficiente para ser utilizada por los niveles departamentales y municipales. La capacidad t¨¦cnica en el pa¨ªs existe, se necesita de coordinaci¨®n y definici¨®n de objetivos claros a corto, mediano y largo plazo.
Entre las recomendaciones principales est¨¢ el fortalecer capacidades de los gobiernos municipales medianos y peque?os para poder implementar estas tareas. Las agencias a cargo de la GRD deben ser t¨¦cnicas y ¨¢giles para cumplir con su papel de coordinaci¨®n interinstitucional para facilitar la implementaci¨®n de medidas de reducci¨®n del riesgo y guiar el dise?o de las pol¨ªticas p¨²blicas que incorporen criterio de gesti¨®n del riesgo de desastres a nivel territorial y sectorial, que corresponden a una agenda de mediano y largo plazo. La responsabilidad de la respuesta y manejo de las emergencias debe ser planteado en una instituci¨®n que pueda manejar el d¨ªa a d¨ªa y que tenga una capacidad inmediata de movilizaci¨®n y acci¨®n para poder liderar la coordinaci¨®n en todos los niveles de gobierno.
La GRD no es un sector espec¨ªfico y no se debe considerar como uno. Se debe de trabajar de la mano con los responsables de la planificaci¨®n tanto sectorial como territorial quienes son los ejecutores y los dolientes en este tema, concluye Ishizawa.
Jairo Bedoya es comunicador del Banco Mundial
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