De lo que no se habla: trabajo forzoso
Algo est¨¢ fallando en el mundo ya que se convive indiferentemente con esta espantosa situaci¨®n
Lo que se narraba en la literatura del peruano Jos¨¦ Mar¨ªa Arguedas, del guatemalteco Miguel ?ngel Asturias o del ecuatoriano Jorge Icaza sobre la estructura social de la vieja hacienda latinoamericana, con sus peones o semisiervos oprimidos por el siempre todopoderoso terrateniente, es, esencialmente, parte del pasado. En las varias d¨¦cadas transcurridas se ha dado tr¨¢nsito a procesos de modernizaci¨®n rural o de fragmentaci¨®n y ¡°minifundizaci¨®n¡±. Pero el hacendado ¡°de horca y cuchillo¡±, opresor de semisiervos, qued¨® atr¨¢s.
Dentro de esa evoluci¨®n, el trabajo forzoso deber¨ªa ser, tambi¨¦n, cosa del pasado; en la regi¨®n y en el mundo. No lo es. As¨ª lo ha vuelto a reportar recientemente la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT): alrededor de 25 millones de personas est¨¢n sujetas a trabajo forzoso en el mundo. Lo analizan bien, adem¨¢s, decenas de estudios; destacan en Latinoam¨¦rica los estudios aportados por los antrop¨®logos Eduardo y ?lvaro Bedoya.
La OIT muestra una realidad doblemente preocupante: por la magnitud de los problemas y por la debilidad de las pol¨ªticas globales para enfrentarlos. El trabajo forzoso est¨¢ proscrito desde que se adopt¨® en 1930 la inicial Convenci¨®n N.? 29 y posteriormente, en 1957, por la Convenci¨®n N.? 105 de la OIT. En el contexto de esta ¨²ltima fue el de los trabajos forzosos impuestos por el Estado en el novel bloque sovi¨¦tico.
Hoy las formas son acaso m¨¢s sutiles y encubiertas. Enfrentarlas no suele formar parte esencial de las pol¨ªticas p¨²blicas. ?C¨®mo funciona el trabajo forzoso hoy en Latinoam¨¦rica? Destacan tres caracter¨ªsticas fundamentales. Primero, que no se lleva a cabo en las partes neur¨¢lgicas, o m¨¢s ¡°formales¡±, de la econom¨ªa o en zonas urbanas, sino esencialmente en el campo y en torno a la extracci¨®n de madera o en la miner¨ªa ilegal o informal.
Segundo, que ese trabajo forzoso est¨¢ recubierto de elementos de ¡°acuerdo¡± entre el patr¨®n y el enganchado de manera que a veces se invisibiliza la coacci¨®n o coerci¨®n existentes. Lo m¨¢s usual: se recluta a los enganchados en comunidades ind¨ªgenas adelant¨¢ndoles dinero para que corten madera o extraigan oro y se lo entreguen a patrones enganchadores. Luego de un primer adelanto reciben una y otra vez mas ¡°adelantos¡± sin poder cumplir con los reembolsos, con lo que se inicia un ciclo vicioso de deudas impagable. La asimetr¨ªa de la informaci¨®n y el desconocimiento de sus derechos por parte de los trabajadores facilita esta forma perversa de reclutamiento laboral.
Cambiar y ajustar las leyes, como se ha hecho en el Per¨² en enero de este a?o con la ley que actualiz¨® la definici¨®n y penas en el C¨®digo Penal sobre trabajo forzoso, es, por cierto, importante.
Tercero, en ciertas zonas, grupos de madereros o de miner¨ªa legal, generalmente vinculados a formas de crimen organizado como el narcotr¨¢fico, capturan a miembros de grupos ind¨ªgenas para que trabajen durante un tiempo. Cuando el enganchado se cansa y quiere volver a su comunidad se da la retroalimentaci¨®n sin fin, pues es obligado a buscar a otros para que lo reemplacen.
Detr¨¢s de este panorama dantesco se presentan cuadros dram¨¢ticos, como el de la zona de Madre de Dios en el Per¨², en la que el reclutamiento para la actividad econ¨®mica viene acompa?ado del de mujeres ¡ªmuchas veces ni?as¡ª que son coercitivamente conducidas a formas atroces de prostituci¨®n.
Algo est¨¢ fallando en el mundo y Latinoam¨¦rica, ya que se convive indiferentemente con esta espantosa situaci¨®n. Cambiar y ajustar las leyes, como se ha hecho en el Per¨² en enero de este a?o con la ley que actualiz¨® la definici¨®n y penas en el C¨®digo Penal sobre trabajo forzoso, es, por cierto, importante.
Pero lo que falta en estas situaciones es una presencia, estructuraci¨®n y acci¨®n m¨¢s en¨¦rgica del Estado. Que, entre otras cosas, haga campa?as p¨²blicas sobre los derechos de los ¡°enganchados¡±. Dentro de esas pol¨ªticas a ejecutar tendr¨ªa que regularse la responsabilidad de las empresas ¡°legales¡±. Fundamental, por ejemplo, impulsar un papel m¨¢s activo de las empresas concernidas ¡ªlos intermediarios honestos y leg¨ªtimos de madera, por ejemplo¡ª que deber¨ªan tener la obligaci¨®n de verificar las operaciones de los proveedores que no pueden seguir ampar¨¢ndose en la oscuridad y el trabajo forzoso.
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