Una revoluci¨®n imparable en Argentina
El tradicional colegio Carlos Pellegrini entrega un diploma a una estudiante trans por primera vez en su historia
Quien quiera saber sobre ella solo necesita cliquear un par de veces y llegar¨¢ a su cuenta de Instagram, @laleandraok. Su perfil dice: ¡°Soy La Leandra. Modelo andr¨®gina, drag queen, actriz, performer, estudiante de medicina, futura cirujana pl¨¢stica. Mi propia obra de arte. Seis operaciones a medida¡±. Quien recorra su cuenta la ver¨¢ transformarse 1.000 veces: hombre, mujer y las infinitas variantes que existen entre los dos polos. O su cara dividida por mitades, una maquillada y la otra no, su cuerpo enfundado en un catsuit rojo met¨¢lico, tacones altos, su pelo al ras te?ido de amarillo, o incluso a su rostro en medio de uno de sus dolorosos posoperatorios.
Leandra Atenea adem¨¢s de todo eso fue, esta semana, protagonista de un hecho hist¨®rico. Ocurri¨® el martes por la ma?ana, en el aula magna de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, uno de los recintos m¨¢s patricios de la academia argentina. All¨ª se entregaban, como todos los a?os, los diplomas a los egresados del colegio Carlos Pellegrini, uno de los m¨¢s tradicionales del pa¨ªs. El rector, en medio de un discurso de ocasi¨®n, cont¨® la novedad: ¡°Por primera vez, nuestra escuela entregar¨¢ un diploma a una alumna trans. Su diploma llevar¨¢ su nuevo nombre, el que ella eligi¨®¡±.
El sal¨®n entero estall¨® en una cerrada ovaci¨®n. Sus compa?eros, los padres de todos los egresados y los profesores aplaudieron fuerte durante varios minutos. Leandra reaccion¨® como la estrella que quiere ser: se par¨®, salud¨® con sus brazos largos y flacos y luego arroj¨® besos en todas las direcciones. Cuando le toc¨® recibir el diploma, sus compa?eros pidieron un fuera de programa: ¡°?Que hable! ?Que hable!¡±.
Y Leandra habl¨®. Dijo que su ¡°transici¨®n¡± fue un proceso muy doloroso, que tuvo que atravesar siete operaciones ¡ªfrente, p¨®mulos, pechos, nuez de ad¨¢n, entre otras¡ª y tomar hormonas. Y, en el medio de todo, preparar materias. Agradeci¨® que nunca en el colegio le reprocharan nada, desde la primera vez que llev¨® sus labios pintados a clase y cerr¨® como una diva: ¡°?Les digo que el pelo rapado ahora es tendencia y que me sigan en @laleandraok, en Instagram!¡±. Los fot¨®grafos, obviamente, se abalanzaron sobre ella.
El triunfo de Leandra, la primera trans que recibe un diploma del secundario sin esconder su elecci¨®n, es el cap¨ªtulo m¨¢s reciente de una saga que, en la Argentina, como en muy pocos lugares de Am¨¦rica, ha sido una revoluci¨®n pac¨ªfica, vertiginosa e inesperada. En 2010, el Parlamento aprob¨® el matrimonio entre personas del mismo sexo, luego una ley que habilita a los travestis y transexuales para que puedan plasmar la identidad que eligen en los documentos emitidos por el Estado. Esos debates produjeron un cambio muy profundo en la manera en que la sociedad se piensa a s¨ª misma y trata a quienes son diferentes. La idea tan arraigada de que solo se puede aceptar como sano o normal que haya nenes o nenas se derrumb¨® como un castillo de naipes. La comunidad LGBT logr¨®, con su empuje, que much¨ªsimos argentinos se volvieran ¡ªnos volvi¨¦ramos¡ª m¨¢s abiertos y menos crueles: en resumen, mejores personas. Pavada de aporte.
En las capitales de la Argentina, es muy habitual encontrarse con parejas del mismo sexo que caminan tomadas de la mano. Cada tanto, es noticia que en un bar le piden que se retire a una pareja de lesbianas por besarse. La reacci¨®n inmediata es una protesta en las puertas del bar, en la que decenas de chicas y chicos del mismo sexo se besan al mismo tiempo. El presidente Mauricio Macri, hace unos a?os, pensaba que la homosexualidad era una enfermedad. Ahora, algunos edificios oficiales de la capital argentina, gobernada por el partido de Macri hace diez a?os, lucen la bandera del arco¨ªris el d¨ªa de la marcha del orgullo gay. Fue como un hurac¨¢n que, a su paso, destruy¨® preconceptos de siglos. Por eso sorprende tanto, como un eco del pasado, cuando un grupo de rugbiers golpea a un chico por ser ¡°puto¡±, como ocurri¨® la semana pasada.
La historia de Leandra abre un espacio para que las travestis puedan tal vez, tener inserci¨®n acad¨¦mica y profesional. Actualmente, la comunidad trans es la que m¨¢s sufre del aislamiento familiar y la discriminaci¨®n laboral. Muchos de sus integrantes se ven forzados a ejercer la prostituci¨®n. La deserci¨®n escolar duplica a la del resto de la poblaci¨®n y, seg¨²n cuenta el activista gay Bruno Bimbi en su libro El fin del armario, el motivo de la deserci¨®n es la discriminaci¨®n. ¡°As¨ª empieza el camino: deserci¨®n escolar, expulsi¨®n de la casa, prostituci¨®n como ¨²nico oficio posible, violencia policial, muerte violenta. Las personas trans tienen un promedio de vida de 30 a?os¡±, plantea.
Pero alguna vez, hubo un primer alumno negro que entr¨® a una escuela de blancos en el sur de los Estados Unidos. A Leandra le toca ser la primera trans en Argentina. Si uno mira la evoluci¨®n de las cosas, qui¨¦n sabe hasta donde se estirar¨¢n los l¨ªmites de este pa¨ªs que, en algunos aspectos, sorprende por su atraso y, en otros, por su apertura mental, su flexibilidad, su capacidad para desafiar los l¨ªmites. Por lo pronto, Leandra, como muchos chicos y chicas de su edad, parece decidida a empujarlos, correrlos, re¨ªrse de ellos, mientras vive su vida que, a su edad, parece tan larga y rica en caminos posibles.
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