Un siglo de enredo judicial
Nuevas pistas tratan de aclarar el misterioso crimen de un comerciante ocurrido en Francia en 1923
Una de las razones por las que el asesinato del comerciante bret¨®n Pierre Qu¨¦meneur en 1923 constituye, hasta hoy, uno de los mayores enigmas judiciales de Francia es porque nunca se encontraron ni el cad¨¢ver ni el arma y ni tan siquiera se pudo precisar la escena del crimen. Tampoco hubo testigos. Aun as¨ª, el principal sospechoso, el bret¨®n Guillaume Seznec, amigo del muerto, fue condenado a cadena perpetua con trabajos forzados, sentencia que purg¨® durante 20 a?os en un dur¨ªsimo penal de la Guyana Francesa, antes de que Charles de Gaulle lo indultara por buena conducta.
Seznec muri¨® proclamando su inocencia. Sus descendientes llevan m¨¢s de medio siglo intentando demostrarla para que se le rehabilite a t¨ªtulo p¨®stumo, algo in¨¦dito en Francia, sin que la justicia haya dado nunca marcha atr¨¢s en su veredicto inicial. Su argumento es que la premisa en la que se bas¨® todo el caso era falsa. Lo apoyan dos grupos de? apasionados por este misterio judicial que ahora intentan, una vez m¨¢s ¡ªser¨ªa la d¨¦cima¡ª que la justicia reconsidere su posici¨®n. Pero aunque coinciden en la inocencia de Guillaume Seznec, sus teor¨ªas tambi¨¦n difieren mucho entre s¨ª.
Seg¨²n la versi¨®n oficial, Seznec habr¨ªa matado a Qu¨¦meneur durante un turbio viaje de negocios de Breta?a a Par¨ªs con el objetivo ¨²ltimo de vender en la Uni¨®n Sovi¨¦tica coches Cadillac abandonados por las fuerzas estadounidenses en Francia durante la I Guerra Mundial. En Par¨ªs se le perdi¨® el rastro. Su maleta apareci¨® un mes despu¨¦s en la estaci¨®n de Havre. Dentro hab¨ªa un documento falsificado en el que Qu¨¦meneur le dejaba unas tierras en caso de muerte a Seznec, lo que fue considerado en el juicio prueba de su culpabilidad.
El antiguo abogado de la familia Denis Langois y un anticuario de Breta?a, Bertrand Vilain, est¨¢n convencidos de que la responsable fue la esposa de Seznec, Marie-Jeanne. En 2015, Langois desvel¨® en un libro un ¡°secreto de familia¡±: que Qu¨¦meneur nunca lleg¨® a salir de Breta?a sino que muri¨® de forma accidental cuando Marie-Jeanne, para frenar ¡°insistentes avances¡± sexuales del amigo de su marido, le atiz¨® con uno de los candelabros que adornaban la chimenea del sal¨®n de la casa de los Seznec en Morlaix. As¨ª lo contaba en un supuesto registro de audio, seg¨²n Langois, uno de los hijos de los Seznec, que tambi¨¦n recordar¨ªa c¨®mo su padre cav¨® un agujero ¡°bastante profundo¡± en el suelo de una bodega aleda?a a la casa. Vilain asegura que encontr¨® en un inventario de la casa realizado dos meses despu¨¦s de la desaparici¨®n de Qu¨¦meneur una descripci¨®n del famoso candelabro. Tambi¨¦n acaba de anunciar a los diarios Le T¨¦l¨¦gramme y Le Parisien que ha localizado el lugar exacto donde estar¨ªan enterrado Qu¨¦meneur. Ambos creen que unas excavaciones en ese sitio podr¨ªan resolver todo el misterio casi un siglo despu¨¦s. Los due?os actuales del lugar vienen de dar su visto bueno, seg¨²n Le T¨¦l¨¦gramme.
¡°Es una pista falsa¡±, rebate Thierry Sutter, amigo del nieto de Seznec, Denis, y miembro de la asociaci¨®n France-Justice que se ocupa del caso desde hace a?os. ¡°No hay testimonio alguno sobre la versi¨®n de Langois, jam¨¢s ha mostrado los registros de audio¡±, asegura por tel¨¦fono desde Breta?a. Lo que no quiere decir que Sutter y Denis Seznec no crean en la inocencia del abuelo de este. Se basan en un testimonio muy diferente, el de Gabrielle Dauphin, que a los 9 a?os presuntamente vio c¨®mo un hombre disparaba contra Qu¨¦meneur en Plourivo, cuando Seznec se hallaba lejos de esa localidad bretona. Al igual que el abogado y el anticuario, tambi¨¦n ellos llevan tiempo intentando que la justicia reabra el caso. Pero su versi¨®n cuenta con el mismo problema que la otra: falta un testimonio oficial. Dauphin tiene hoy 103 a?os y nunca ha querido que su historia quede registrada. La ¨²ltima vez que Sutter y Seznec lo intentaron fue hace unas semanas, de nuevo en vano.
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