La peligrosa misa f¨²nebre para los partidos
En la Casa Blanca y el El¨ªseo gobiernan 'outsiders' de la pol¨ªtica tradicional. El Brexit se impuso contra el deseo de los partidos. Ahora Putin se presenta como candidato independiente
En la Casa Blanca reside un outsider que conquist¨® la candidatura del Partido Republicano desde la m¨¢s radical heterodoxia pol¨ªtica y luego, con la misma ret¨®rica, alcanz¨® la presidencia; en el El¨ªseo, habita una figura antip¨®dica, pero que tambi¨¦n lanz¨® su proyecto de conquista del poder desde fuera del sistema de partidos tradicional, fundando su propio movimiento para ello; en Downing Street, trabaja una pol¨ªtica ortodoxa que, sin embargo, debe dedicar todos sus esfuerzos a gestionar un incendio, el Brexit, prendido en contra de la voluntad un¨¢nime de los mandos de los partidos brit¨¢nicos (conservadores, laboristas, liberal-dem¨®cratas, verdes y nacionalistas escoceses abogaban por la permanencia en la UE). Ahora, en el Kremlin, un lobo viejo con mucho olfato anuncia que, para seguir ah¨ª, competir¨¢ en las presidenciales del a?o que viene como candidato independiente.
Obviamente, el panorama pol¨ªtico ruso es muy diferente del estadounidense, franc¨¦s o brit¨¢nico. Al margen de definiciones abstractas, el grado de pluralismo en Rusia es gravemente inferior, y la maniobra de Putin es un giro meramente t¨¢ctico con el que el l¨ªder trata de reforzar su imagen de padre de la patria superpartes. En Rusia, los partidos cuentan m¨¢s bien poco desde hace tiempo.
Pero la peque?a maniobra t¨¢ctica de Putin dice mucho. Arroja nueva luz sobre la grave crisis de los sistemas de partidos en un gran n¨²mero de pa¨ªses. En M¨¦xico, el PRI, t¨®tem de la categor¨ªa de los partidos, acaba de elegir candidato a un hombre con una trayectoria at¨ªpica, ex¨®gena a sus filas, y que fue ministro bajo un presidente de otro partido. En Italia, otrora cantera de partidos formidables (y formidablemente corruptos), cobra cada vez mayor fuerza la posibilidad de que despu¨¦s de las elecciones de la pr¨®xima primavera gobierne alguna figura ajena al foro m¨¢s ¨ªntimo de los partidos. La lista podr¨ªa seguir.
El ¨ªndice de confianza de los ciudadanos en los partidos se halla en cotas m¨ªnimas. El Eurobar¨®metro de primavera de este a?o arroja datos demoledores. Los partidos son la instituci¨®n que cosecha el menor grado de confianza de la ciudadan¨ªa europea, un m¨ªsero 19%. Polic¨ªa y Ej¨¦rcito obtienen una media del 75%; la justicia, el 55%; e incluso otras instituciones pol¨ªticas tienen marca mucho mejores: autoridades locales y regionales, un 52%; gobiernos, un 37%; los parlamentos, tambi¨¦n un 37%.
No extra?a por tanto que la capacidad de los partidos de atraer a los mejores talentos juveniles se vea profundamente mermada.
Todo ello representa un riesgo serio. Porque si bien los partidos han alcanzado en muchos lugares de Occidente cotas de corrupci¨®n, ineptitud, mezquindad partidaria y mediocridad elevad¨ªsimas, su calvario, a falta de alternativas claras, representa un boquete en el mismo centro del sistema de representaci¨®n de las democracias liberales. Que, a su vez, a falta de inventarse sistemas mejores, es el que ha producido en t¨¦rminos comparativos los mayores niveles de progreso social, econ¨®mico y cultural. Urge una renovaci¨®n de los partidos antes de que termine la misa f¨²nebre.
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