La soluci¨®n Gentiloni
El primer ministro italiano, llamado hace un a?o a ser un parche de transici¨®n, se ha ganado el respeto con su discreci¨®n y emerge como posible candidato para las generales de 2018
La tarde del 7 de diciembre de 2016, tras la aprobaci¨®n de la ley de presupuestos, Matteo Renzi vaci¨® los cajones de su oficina en el Palacio Chigi y ech¨® un vistazo a su alrededor. Los 1.020 d¨ªas como mandatario italiano le hab¨ªan sabido a poco, de modo que hizo un c¨¢lculo r¨¢pido para elegir a su sucesor: perfil pol¨ªtico discreto, eficacia, lealtad. Paolo Gentiloni, solvente ministro de Exteriores, romano de 63 a?os, periodista de formaci¨®n, hab¨ªa colmado desde hac¨ªa tiempo su ambici¨®n en un gabinete de j¨®venes y agresivas promesas. Reservado, procedente de una familia noble y con notables dotes para la diplomacia, deb¨ªa ser un breve silencio entre dos estruendos pol¨ªticos. Sin embargo, la misma parsimonia que le recriminaron a su llegada, le ha convertido un a?o despu¨¦s en una posible figura de consenso en el rompecabezas que se avecina en Italia tras las elecciones del pr¨®ximo marzo.
Los italianos valoran la templanza del ¡®premier¡¯ en un escenario permanentemente crispado
Gentiloni apareci¨® discretamente bajo los rayos de la tormenta del refer¨¦ndum Constitucional del 4 de diciembre de 2016. Era el tercer primer ministro de la legislatura que no sal¨ªa de las urnas y aterriz¨® con el cartel de ser un hombre de paja. ¡°Un coche oficial vac¨ªo ha llegado al palacio del Quirinal y se ha bajado Gentiloni¡±, se burl¨® de ¨¦l Luigi Di Maio, candidato del Movimiento 5 Estrellas. Pero el polit¨®logo Giovanni Orsina cree que, justamente, esa invisibilidad fue su mejor baza. ¡°Renzi pensaba en poner a alguien que no le hiciese sombra. Pero no hab¨ªa entendido que la situaci¨®n en Italia era cr¨ªtica. Y en esas circunstancias, quien no hace ruido, se convierte en alguien apreciado. Ha funcionado muy bien: pocas charlas, poco Twitter, cero broncas, silencio y trabajo. Despu¨¦s de un l¨ªder hipercomunicativo, era el ¨²nico modelo que se pod¨ªa proponer. Desde este punto de vista ha sido un ¨¦xito¡±, insiste. Tanto, que todas las encuestas le colocan como el pol¨ªtico m¨¢s apreciado en Italia.
El primer ministro, muy del agrado del presidente de la Rep¨²blica, Sergio Mattarella, hizo pocos cambios a su llegada: solo cinco miembros de los 18 del gabinete de su predecesor. La idea era clara: el Gobierno funcionaba, el problema era el ruido que generaba Renzi. En este tiempo ha aprobado 85 leyes ¡ªal mismo ritmo que el expremier fiorentino¡ª entre las que sobresalen la aprobaci¨®n de la nueva norma electoral y el testamento vital. Pero, sobre todo, logr¨® mitigar la crisis migratoria, que lleg¨® a provocar 230.000 desembarcos en 2016. Italia, que acababa de reabrir su embajada en Tr¨ªpoli, asum¨ªa una parte desproporcionada del peso de la emergencia en Europa y el problema se convirti¨® en una bandera del populismo xen¨®fobo de partidos como la Liga Norte, que obtuvo su recompensa electoral en las siguientes elecciones administrativas. Pero despu¨¦s de un a?o, los flujos se han reducido un 33%, pese a que el problema humanitario se ha trasladado a los campos en Libia, y el debate pol¨ªtico ha vuelto a un cauce relativamente normal.
Despu¨¦s de las elecciones, donde no se prev¨¦n claros ganadores, se necesitar¨¢n figuras de consenso
Gentiloni recibi¨® una herencia econ¨®mica envenenada. El crecimiento del pa¨ªs es hoy del 1,6%, pero Italia sigue a la cola de la UE. El d¨¦ficit se ha reducido en algo m¨¢s del 2% y permitir¨¢ presentar esta semana una ley de presupuestos con cierto vigor. Sin embargo, la deuda p¨²blica sigue disparada (el 132% del PIB) y existen todav¨ªa cr¨¦ditos morosos superiores al 15% en manos de los bancos. Una situaci¨®n que mantiene el zumbido de fondo de las explosiones controladas en las grandes entidades: Monte dei Paschi, Banca Popolare di Vicenza y Veneto han costado 20.000 millones de euros y la calma no ha llegado todav¨ªa al sector.
Las elecciones italianas, seg¨²n apuntan fuentes del Gobierno, ser¨¢n el 4 de marzo y todas las encuestas prev¨¦n una situaci¨®n de ingobernabilidad a la espa?ola. Se necesitar¨¢n fontaneros. Es posible que Forza Italia y el Partido Democr¨¢tico (PD) tengan que ponerse de acuerdo para buscar un candidato de consenso. Renzi, en horas muy bajas, es la ant¨ªtesis de esa idea. Pero Renato Brunetta, presidente del grupo de Forza Italia en la C¨¢mara de Diputados, no quiere o¨ªr hablar ahora de ese escenario. ¡°Aparentemente tiene un perfil muy distinto. Es afable, tranquilo... Pero no manda ¨¦l¡±, se?ala. Sin embargo, la hip¨®tesis Gentiloni Bis ha tomado cuerpo esta semana. El propio Berlusconi lo ha alabado y ha propuesto que sea ¨¦l quien gu¨ªe al pa¨ªs hacia una posible repetici¨®n de elecciones. Una de las pocas ideas del exCavaliere que generan consenso.
El PD de Matteo Renzi sigue perdiendo apoyos
Jugar la carta Gentiloni solo servir¨¢ si el PD obtiene un buen resultado en marzo. Y en este tiempo el partido que dirige Matteo Renzi ha perdido peso (algunas encuestas sit¨²an ya su influencia en solo el 20%) y una parte importante de sus dirigentes ha montado una formaci¨®n nueva, liderada por el magistrado antimafia Pietro Grasso.
Es un movimiento que deber¨¢ buscar un acuerdo con el partido de Renzi para rentabilizar sus votos, que podr¨ªan llegar hasta un 8%. El senador Miguel Gotor, uno de los exponentes de la nueva formaci¨®n cree que "Gentiloni es la continuaci¨®n del renzismo, pero con buenas maneras y sin arrogancia: es astuto, sin una personalidad pronunciada, lo contrario que su predecesor". "Est¨¢ claro que si no dimite se quedar¨¢ ¡ªcomo hizo Monti¡ª al frente de los asuntos corrientes hasta la formaci¨®n de un nuevo Gobierno. Y si no se logra formarlo, lo har¨¢ hasta las siguientes elecciones, como hizo Rajoy". Pero Gotor, como se?alan las encuestas, cree que ser¨¢ la coalici¨®n de centroderecha formada por Forza Italia y Liga Norte la que terminar¨¢ imponiendo a su candidato. Sea o no el actual premier, nadie duda de que en Italia se buscan gentilonis.
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