La implacable batalla del primer ministro de Camboya contra la oposici¨®n
Hun Sen, el m¨¢s veterano mandatario de Asia, refuerza el acoso a partidos y ONG cr¨ªticas ante los comicios de 2018
Las palabras del primer ministro camboyano, Hun Sen, cobran un sentido especial en los pasillos de Tuol Sleng, el centro de detenci¨®n de los jemeres rojos reconvertido en Museo del Genocidio en Phnom Penh. ¡°Habr¨¢ guerra si el Partido del Pueblo de Camboya (PPC) pierde el control¡±, ha prevenido reiteradamente el l¨ªder que lleva m¨¢s a?os en el poder en Asia, dada la creciente popularidad de la oposici¨®n ante las elecciones convocadas para 2018. La persecuci¨®n de la oposici¨®n es sistem¨¢tica. Su hist¨®rico l¨ªder, Sam Rainsy, huy¨® al exilio en 2015 y este viernes ha sido condenado a indemnizar a Hun Sen con un mill¨®n de d¨®lares por difamarle en Facebook. La erosi¨®n del sistema democr¨¢tico supone una amenaza de peso para un pa¨ªs que arrastra heridas infligidas por el r¨¦gimen totalitario de Pol Pot (1975-1979), durante el que murieron alrededor de dos millones de personas (una cuarta parte de la poblaci¨®n).
Habiendo vivido de cerca el ominoso episodio de la historia camboyana, primero como comandante de los jemeres rojos y posteriormente uni¨¦ndose a la coalici¨®n vietnamita que les derroc¨®, Hun Sen sabe que el pasado que recuerdan las fotograf¨ªas, pinturas e instrumentos de tortura en el Museo del Genocidio todav¨ªa est¨¢ muy presente en Camboya. Pero m¨¢s que frenarle, lo ha utilizado en su beneficio. En el mando desde 1985, el l¨ªder combina los mensajes amedrentadores con la acci¨®n para asegurar su manifiesto deseo de estar otra d¨¦cada en el poder. Sin sucesor designado en su partido, Hun Sen, de 65 a?os, ha cortado por lo sano: el principal grupo opositor, el Partido Nacional para el Rescate de Camboya (PNRC), fue ilegalizado en noviembre y su l¨ªder, Kem Sokha, se encuentra en prisi¨®n acusado de conspirar con ¡°un pa¨ªs extranjero¡± (EE UU), para cambiar el r¨¦gimen.
A la hija de Kem Sohka, Monovithya Kem, tambi¨¦n miembro de la formaci¨®n opositora, no le sorprendi¨® la detenci¨®n de su padre. ¡°El excelente resultado de nuestro partido este a?o en las elecciones locales cre¨® el momento ¨®ptimo para ganar las de 2018. Como el partido gobernante no tiene ninguna intenci¨®n de ceder el poder, ha decidido directamente detener a nuestro l¨ªder y prohibir nuestra formaci¨®n¡±, afirma por correo electr¨®nico desde Estados Unidos, donde hace campa?a a favor de la liberaci¨®n de su padre.
Las amenazas de guerra por parte de Hun Sen aumentaron en la antesala de las elecciones parlamentarias del pasado junio, en las que el opositor PNRC se hizo con el 43% de los votos, allanando el camino a un posible triunfo en los comicios generales previstos para el 29 de julio de 2018. ¡°Mi padre debe ser liberado inmediatamente, es el primer paso para lograr unas elecciones libres y justas¡±, urge Kem, que denuncia la motivaci¨®n pol¨ªtica y las irregularidades en el caso de su padre.
Detenido la medianoche del 3 de septiembre cuando estaba en su casa, Kem Sokha se halla desde entonces en una celda aislada en la remota c¨¢rcel de Thbong Khmum, vigilado por c¨¢maras 24 horas y sin m¨¢s visitas permitidas que las de su esposa y sus abogados. Los cargos en su contra se basan en parte en un v¨ªdeo editado en el que el pol¨ªtico dice que EEUU ha contratado a expertos para aconsejarle ¡°estrategias para el cambio de liderazgo¡± en Camboya.
A la detenci¨®n de Kem Sokha se suman una pl¨¦tora de ataques a la democracia y las libertades; el PNRC fue ilegalizado en noviembre y m¨¢s de un centenar de sus dirigentes quedaron inhabilitados tambi¨¦n por conspirar para derrocar el Gobierno. Sam Rainsy, predecesor de Kem, se exili¨® en 2015 para evitar la c¨¢rcel.
Desde agosto, respaldado por un par de leyes aprobadas en los ¨²ltimos dos a?os que restringen las ONG y los sindicatos, el r¨¦gimen de Hun Sen emprende una amplia ofensiva contra la prensa independiente y la sociedad civil que ha supuesto el cierre del diario Cambodia Daily y varias emisoras de radio, la suspensi¨®n de ONG cr¨ªticas con el Gobierno y la detenci¨®n de una decena de activistas, periodistas y pol¨ªticos (24 en total, sumando los detenidos desde 2015, seg¨²n Licadho Camboya).
Un clima de ¡°miedo¡± que hace a cualquier grupo temer ser el siguiente, indican fuentes diplom¨¢ticas en Phnom Penh que piden preservar el anonimato. El emblem¨¢tico Centro de Camboya por los Derechos Humanos (CCHR, por sus siglas en ingl¨¦s), fundado por Kem Sokha, tambi¨¦n ha estado en el punto de mira. El primer ministro pidi¨® que se le investigara, pero en el ¨²ltimo momento recul¨® y dio luz verde para que siguiera operativo. Lo que no quiere decir que la situaci¨®n haya mejorado. ¡°Hay muchas presiones internas. Tambi¨¦n intimidaci¨®n. La gente no tiene oportunidad de reunirse o convocar protestas¡±, afirma Piseth Duch, del CCHR.
La influencia china
China se ha convertido en el mayor donante de Camboya y en su principal inversor extranjero. Una circunstancia decisiva para espolear el crecimiento del pa¨ªs asi¨¢tico (que lleva siete a?os consecutivos creciendo alrededor del 7%) y permitir a Hun Sen ignorar relativamente las amonestaciones de Estados Unidos y otros pa¨ªses occidentales. China aport¨® el 36% de la ayuda bilateral total que recibi¨® Camboya en 2016, casi cuatro veces m¨¢s que EE.UU, y provey¨® casi el 30% de inversi¨®n de capital. "El apoyo de China es importante, pero no es suficiente", considera Ou Virak, analista pol¨ªtico y expresidente del CCHR. "Un Occidente unido ser¨ªa mucho m¨¢s influyente. Pero eso es un ox¨ªmoron", ironiza Ou Virak. Tanto EE.UU. como la UE han suspendido su ayuda a la comisi¨®n electoral tras los ¨²ltimos eventos, pero no han anunciado sanciones.
Algo a¨²n menos probable tras la ¨²ltima iniciativa de Hun Sen. El mandatario, que continu¨® en el poder despu¨¦s de las elecciones pluripartidistas de Camboya en 1993 (auspiciadas por la ONU tras los acuerdos de paz de 1991, que pusieron fin a d¨¦cadas de guerra civil), ha anunciado la creaci¨®n de una escuela de formaci¨®n de ¡°esp¨ªas¡± para combatir la ¡°revoluci¨®n de colores¡±, cuyo eventual surgimiento vincula al grupo del opositor detenido Kem Sokha. La medida evoca reminiscencias del r¨¦gimen policial de los jemeres rojos que Camboya, con ejemplos como el museo o los campos de la muerte de Choeung Ek, lleva d¨¦cadas intentando no olvidar para no repetir. Y cuyo recuerdo Hun Sen aprovecha ahora para perpetuarse en el cargo.
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