Estremecedora escalada en Argentina
En los debates de la democracia del pa¨ªs hab¨ªa una l¨ªnea que no se traspasaba: nadie tiene derecho a lastimar a otro
El lunes pasado, la C¨¢mara de Diputados de la Argentina debat¨ªa una reforma de las pensiones propuesta por el Gobierno de Mauricio Macri y que, b¨¢sicamente, consist¨ªa en la reducci¨®n de un aumento que le correspond¨ªa a los trabajadores jubilados. Pasado el mediod¨ªa, una gran manifestaci¨®n lleg¨® hasta el Congreso, donde la esperaba una amplia formaci¨®n policial. La situaci¨®n era de extrema tensi¨®n. La semana anterior, durante un intento fallido de tratamiento del mismo tema, las fuerzas de seguridad hab¨ªan gaseado, golpeado y lastimado a manifestantes, algunos de los cuales hab¨ªan arrojado pedradas de grueso calibre e incendiado autos.
Todo hac¨ªa prever que las cosas empeorar¨ªan el lunes y as¨ª, exactamente as¨ª, fue como ocurri¨®.
Cerca de la una y media de la tarde, una nutrida manifestaci¨®n lleg¨® a la hist¨®rica plaza de los Dos Congresos para protestar contra la ley. La esperaba una importante formaci¨®n policial, que se proteg¨ªa detr¨¢s de un vallado. Cuando la vanguardia de la multitud lleg¨® a ese tope, cientos de manifestantes comenzaron a lanzar una impresionante lluvia de bulones y pedradas contra la polic¨ªa.
Esa agresi¨®n dur¨® m¨¢s de dos horas. La polic¨ªa aguantaba mientras varias decenas de sus agentes ca¨ªan heridos. Por momentos, parec¨ªa que los rebeldes estaban en condiciones de sobrepasar las vallas y entrar al Congreso.
Como era de esperar, en un momento empezaron los gases y la polic¨ªa avanz¨® contra los manifestantes. Las corridas duraron varias horas. Las im¨¢genes de la agresi¨®n contra la polic¨ªa fueron estremecedoras. Pero a eso se le sumaron luego otras: un polic¨ªa en moto que pasa por encima de un manifestante ca¨ªdo, luego de lo cual otro polic¨ªa le dispara un tiro de cerca; tres manifestantes que pierden un ojo por disparos de balas de goma de la polic¨ªa; un se?or mayor que recibe gas pimienta de un polic¨ªa, luego de otro y finalmente es golpeado con un palo por un tercero; la polic¨ªa que, lejos de los hechos, simplemente dispara balas de goma y gases contra personas que solo se estaban manifestando.
El escenario se complet¨® con otros episodios violentos. Por ejemplo, una patota de manifestantes la emprendi¨® a trompadas y patadas contra un popular cronista de un canal de televisi¨®n, en reprimenda, tal vez, por la l¨ªnea pol¨ªtica de esa emisora. Algunos periodistas fueron detenidos, otros lastimados por manifestantes o por la misma polic¨ªa.
Macri logr¨® que la ley se aprobara. Pero el saldo que qued¨® de la batalla, y sus consecuencias en el futuro, son muy dif¨ªciles de calibrar. Ser¨ªa tonto que el Gobierno subestimara el clima que se ha generado.
Durante las ¨²ltimas d¨¦cadas, en la Argentina hubo hechos mucho m¨¢s graves que el ajuste promovido por el Gobierno actual. Muchas personas dieron enormes muestras de templanza. Familiares de desaparecidos durante la dictadura militar o de v¨ªctimas de distintas tragedias ¡ªcomo la explosi¨®n de la mutual de la comunidad jud¨ªa, el choque de un tren administrado de manera corrupta por el Estado o el incendio de un local bailable que dej¨® 200 chicos muertos¡ª marcharon incansablemente para pedir justicia.
No hab¨ªan perdido algo de dinero: hab¨ªan perdido hijos, nietos, padres. Soportaron humillaciones, leyes de impunidad, fallos absurdos. Sin embargo, nunca recurrieron a la violencia ni a la venganza por mano propia. La democracia argentina ha atravesado per¨ªodos de debates apasionados y muy agresivos, pero, salvo excepciones muy puntuales, hubo una l¨ªnea que no se traspasaba. Esa l¨ªnea sosten¨ªa algo muy claro: nadie tiene derecho a lastimar a otra persona.
Ese l¨ªmite parece ahora borroso.
Para colmo de males, nadie tiene demasiado aprecio por la autocr¨ªtica. Los principales referentes de la oposici¨®n se niegan a repudiar esos hechos. Ya hay partidos de izquierda que, directamente, los reivindican como una reacci¨®n natural de protesta contra un r¨¦gimen injusto. Y el Gobierno no registra que, aun cuando la represi¨®n en esta ¨²ltima semana no se haya cobrado v¨ªctimas fatales, las fuerzas de seguridad han provocado de forma innecesaria, ha habido momentos de violencia muy agresivos y se empiezan a naturalizar im¨¢genes que no eran habituales en la democracia argentina: polic¨ªas corriendo por las calles a manifestantes desarmados, por ejemplo. En esta din¨¢mica, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, mujer de confianza del presidente, pero resistida en otros sectores del Gobierno, juega un rol clave al respaldar todo lo que hacen las fuerzas de seguridad, aun cuando expongan sus rasgos m¨¢s brutales.
La Argentina enfrenta una situaci¨®n econ¨®mica muy delicada. El presidente Macri encabeza un Gobierno de minor¨ªas, en un contexto en el cual cree necesario impulsar medidas impopulares. Por ahora, eso no le ha hecho perder consenso social. Macri est¨¢ obligado a un permanente ejercicio de paciencia y negociaci¨®n, en un proceso donde es dif¨ªcil medir si tiene el tiempo necesario para evitar una crisis, y si ¡ªadem¨¢s¡ª el camino que ha elegido es el correcto. En medio de eso, se ha instalado una escalada de una agresividad sorprendente. Diciembre ha sido siempre un mes de alta conflictividad en la Argentina. Esta semana, por ejemplo, se cumplen 16 a?os de la ca¨ªda del presidente Fernando de la R¨²a, en medio de la crisis pol¨ªtica y econ¨®mica m¨¢s grave que soport¨® la democracia.
Hay muchas diferencias entre aquella situaci¨®n y esta. La crisis econ¨®mica no es, ni por lejos, de la misma magnitud. Macri acaba de ganar bien una elecci¨®n de medio t¨¦rmino, por lo cual su autoridad pol¨ªtica parece fuerte. La ley cont¨®, adem¨¢s, con el apoyo de la mayor¨ªa de los gobernadores peronistas.
Sin embargo, los recuerdos de aquellos d¨ªas laten en carne viva en la memoria colectiva. Estamos lejos de aquellos d¨ªas terribles. Pero esta dur¨ªsima semana, es una advertencia de que ser¨ªa mejor no tentar al demonio.
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