La m¨²sica de Gabo entra en la RAE
El nuevo diccionario de la Academia admite la palabra vallenato, el canto del Caribe colombiano
Dec¨ªa Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez que la m¨²sica le gustaba m¨¢s que la literatura. Por encima de todos, Bach. Suites para violonchelo solo era una de sus grabaciones favoritas, la que se hubiera llevado a una isla desierta. Pero la m¨²sica era para el premio Nobel tambi¨¦n un placer esencial y simple. ¡°Es todo lo que suena, y el trabajo de establecer si es buena o mala es posterior¡±, escribi¨® en un art¨ªculo publicado por EL PA?S en 1982. Gabo, fallecido en 2014, ten¨ªa una colecci¨®n de discos m¨¢s amplia que su biblioteca. Pero su cat¨¢logo no terminaba en la V con Vivaldi, sino con un repertorio de la tradici¨®n del Caribe. ¡°Es, de todas, sin excepci¨®n, la que m¨¢s me interesa¡±, confes¨®.
Del vallenato al porro
El diccionario digital de la Real Academia Espa?ola ha aceptado tambi¨¦n la palabra porro como "m¨²sica y canto originarios de la costa norte de Colombia, con influencia de los ritmos africanos". Se trata de un estilo, que mezcla la tradici¨®n precolombina con los influjos llegados de ?frica que, en la actualidad, tiene una fuerte presencia de los vientos. Se desarroll¨® en algunos de los departamentos que fueron cuna del vallenato: Bol¨ªvar, Sucre, C¨®rdoba, Magdalena y Atl¨¢ntico.
La Real Academia Espa?ola (RAE) acaba de admitir en su diccionario digital una de las palabras que marcaron la vida del autor de Cien a?os de soledad, que en 2017 cumple medio siglo: vallenato. Esto es, la ¡°m¨²sica y canto originarios de la regi¨®n caribe?a de Colombia, normalmente con acompa?amiento del acorde¨®n¡±. Y tambi¨¦n, como segunda acepci¨®n, el ¡°baile que se ejecuta al ritmo del vallenato¡±. Ese instrumento es, junto con la caja y la guacharaca, una vara c¨®ncava que en algunos casos recuerdas un rallador y que se rasca con una suerte de peine, la columna vertebral del vallenato. ¡°No s¨¦ qu¨¦ tiene el acorde¨®n de comunicativo que cuando lo o¨ªmos se nos arruga el sentimiento¡±, reflexionaba el joven escritor en 1948 en el diario El Universal de Cartagena.
Dos a?os m¨¢s tarde, en una de sus Jirafas, las columnas que publicaba en El Heraldo de Barranquilla, Garc¨ªa M¨¢rquez ahond¨® en esa m¨²sica que brotaba de la vida cotidiana, de las experiencias del autor. ¡°Un juglar del r¨ªo Cesar [que nace en la Sierra Nevada de Santa Marta, la cordillera que preside la regi¨®n de Aracataca, o Macondo] no canta porque s¨ª, ni cuando se le viene en gana, sino cuando siente el apremio de hacerlo, despu¨¦s de haber sido estimulado por un hecho real. Como el verdadero poeta y los juglares de la mejor estirpe medieval¡±.
Un juglar del C¨¦sar era su amigo Rafael Escalona, compositor y maestro de vallenato. ¡°Nunca me he cansado de decir que Cien a?os de soledad no es m¨¢s que un vallenato de 350 p¨¢ginas¡±. Esta frase, una de las tantas atribuidas a Gabo -cuyas vivencias y palabras se mezclan con la leyenda igual que en la historia de los Buend¨ªa-, refleja en cualquier caso su inter¨¦s por el universo musical de la regi¨®n. De Puerto Rico, Panam¨¢, Santo Domingo o Venezuela. ¡°Y, por supuesto, la que m¨¢s ha tenido que ver con mi vida y con mis libros: los cantos vallenatos de la costa del Caribe de Colombia¡±.
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