El pa¨ªs de la seducci¨®n busca c¨®mo combatir el problema del acoso?
Francia es uno de los pa¨ªses donde ha habido una mayor reacci¨®n al caso Weinstein
Junto con Estados Unidos, Francia es uno de los pa¨ªses donde m¨¢s eco ha tenido el esc¨¢ndalo Weinstein. Una avalancha de denuncias en el mundo del espect¨¢culo, la pol¨ªtica o la cultura han llevado al Gobierno de Emmanuel Macron, que ha proclamado la igualdad entre mujeres y hombres la ¡°gran causa¡± de su mandato, a anunciar una respuesta contundente. La reacci¨®n no es solo vertical. Las denuncias por violencia sexual aumentaron en octubre un 30% respecto al a?o pasado, seg¨²n datos de la gendarmer¨ªa.
Adem¨¢s bajo un hashtag paralelo al #MeToo internacional, el muy franc¨¦s #Balancetonporc (denuncia a tu cerdo), miles de mujeres han denunciado en las redes sociales, y en la calle, casos de acoso. Algunos ya han llegado a la justicia, como las dos denuncias por violaci¨®n contra el islam¨®logo Tariq Ramadan. Este mes comenz¨® el juicio contra Georges Tron, ex secretario de Estado y alcalde de una localidad al sur de Par¨ªs tambi¨¦n denunciado por violaci¨®n por dos de sus antiguas empleadas municipales. Un antiguo dirigente de las juventudes socialistas tambi¨¦n ha sido acusado de agresi¨®n sexual por varias mujeres, mientras que la fiscal¨ªa de Par¨ªs ha abierto por la misma causa una investigaci¨®n preliminar sobre el exdirector de la cadena de televisi¨®n France 2 Eric Monier.
En octubre, manifestantes boicotearon ante la Cinemateca Francesa en Par¨ªs la retrospectiva de la obra de Roman Polanski, que desde los a?os 70 no puede regresar a Estados Unidos para evitar una sentencia contra ¨¦l por violaci¨®n de una menor.
Pero Francia es, tambi¨¦n, uno de los pa¨ªses que m¨¢s ha consentido los abusos ante los que ahora se rasga las vestiduras. Porque antes de Harvey Weinstein, antes incluso que Donald Trump, estaba Dominique Strauss Kahn. Si la polic¨ªa no lo hubiera sacado in extremis del avi¨®n en el que intentaba regresar a Francia para detenerlo por la violaci¨®n de una trabajadora de un hotel de Nueva York en 2011, el entonces jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) habr¨ªa sido probablemente presidente de Francia. Un pa¨ªs donde siempre se supo de sus excesos con las mujeres pero que los escondi¨® bajo la alfombra hasta que ya no hubo manera de ocultarlo. Al final, tambi¨¦n en Francia fue acusado de proxenetismo y, aunque acab¨® absuelto, qued¨® en evidencia su agresividad contra las mujeres.
Francia, el pa¨ªs del amour, de la seducci¨®n, ?no ser¨¢ tambi¨¦n un oasis para depredadores sexuales?
¡°Ante una denuncia, en Francia, tenemos la tentaci¨®n de preguntarnos: ?No ser¨¢ m¨¢s bien un caso de seducci¨®n?¡±, critica la secretaria de Estado para la Igualdad Hombre-Mujer, Marl¨¨ne Schiappa, cuyo proyecto de ley contra el acoso sexual en la calle que ven¨ªa preparando ha adquirido mayor relevancia a ra¨ªz del eco que ha tenido el caso Weinstein en Francia. ¡°Algunos quieren hacernos creer que es algo casi inscrito en el patrimonio cultural franc¨¦s, porque aqu¨ª habr¨ªa un cierto apego al galanteo. No estamos contra la seducci¨®n o las relaciones libres entre personas. Pero hay que definir la frontera¡±, precis¨® en una entrevista con este diario y otros de la alianza de medios europea LENA. ¡°Toda mujer debe tener el derecho a no consentir. Esa es la l¨ªnea roja. Lamentablemente, todav¨ªa hace falta mucha pedagog¨ªa sobre ese punto¡±.
Las cifras respaldan su queja. En Francia, una mujer muere cada tres d¨ªas a manos de su pareja. Seg¨²n una encuesta para el Defensor de los Derechos en Francia realizada en 2014, una de cada cinco mujeres (20%) manifiesta haber sido v¨ªctima de acoso sexual en su trabajo a lo largo de su vida profesional.
Y el problema est¨¢ tambi¨¦n fuera de la oficina.
Esta semana, el Observatorio Nacional de la Delincuencia y las Respuestas Penales revel¨® que al menos 267.000 personas, ¡°esencialmente mujeres¡±, fueron v¨ªctimas de abusos sexuales de diverso grado ¡ªdesde tocamientos a relaciones sexuales no consentidas¡ª en medios de transporte p¨²blico entre 2014 y 2015. En octubre, la fundaci¨®n Jean Jaur¨¨s tambi¨¦n mostr¨® que el 83% de las mujeres dicen tener miedo por su integridad f¨ªsica cuando salen a la calle de noche o en el transporte p¨²blico.
Por eso, para la secretaria de Estado, ¡°es extremadamente importante que la ley del pa¨ªs ponga blanco sobre negro que condena el acoso en la calle, que est¨¢ prohibido en Francia intimidar a las mujeres en la calle, seguirlas, pedirles diez veces su n¨²mero de tel¨¦fono¡±. La cuesti¨®n, sostiene, va mucho m¨¢s all¨¢ del acoso callejero. ¡°Cuando tienes 40 minutos de trayecto hasta tu trabajo y te los pasas vigilando porque tienes miedo por tu integridad f¨ªsica, no llegas a tu puesto de trabajo serena. Combatir el acoso sexual de la calle es tambi¨¦n permitirle a las mujeres llegar a su lugar de trabajo, ocupar el espacio p¨²blico con serenidad y libremente, igual que los hombres¡±.
Un mo?o para ser escuchada
Mucho sigue fallando en materia de paridad y derechos de las mujeres en Francia cuando la responsable de este rubro tiene que recogerse su larga melena en un mo?o para que cuando acude a actos p¨²blicos o a la Asamblea Nacional se deje de hablar de su aspecto f¨ªsico y se escuche lo mucho que tiene que decir. Poco importa que, pese a tener solo 34 a?os, Marl¨¨ne Schiappa sea ya una reconocida autora y activista de la paridad en el trabajo y el hogar. ¡°Cuanto m¨¢s te parezcas a un hombre, m¨¢s competente pareces. Pero si llevas el pelo largo o suelto, te pones un vestido, muestras escote, te maquillas o portas joyas, esos signos de feminidad alimentar¨¢n tu presunci¨®n de incompetencia¡±, denuncia Schiappa. Parece que muchos legisladores siguen sin aprender. En 2012, otra ministra, C¨¦cile Duflot, fue recibida con silbidos por diputados varones cuando apareci¨® en el hemiciclo con un vestido florido.
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