La batalla por un aeropuerto que enfrenta dos visiones de Francia (y el mundo)
El presidente, Emmanuel Macron, debe decidir en las pr¨®ximas semanas si construye el aer¨®dromo de Notre-Dame-des-Landes y expulsa a los ocupantes de los terrenos
Parece el escenario de un sue?o: el sue?o de otro mundo posible. O de una pesadilla postapocal¨ªptica. La carretera desfila durante cinco kil¨®metros entre el bosque. Es aconsejable circular despacio. Enseguida aparecen los obst¨¢culos. Una camioneta abandonada. Neum¨¢ticos. Bloques de piedra. Una caba?a de madera. La D-281 tiene un aire fantasmag¨®rico. De repente aparece, no se sabe de d¨®nde, un hombre. Se planta en medio del asfalto. Observa al visitante, que ha bajado un momento del autom¨®vil. No habla. Responde con gestos.
La carretera de las chicanes, como se le conoce, es el punto central, o como m¨ªnimo el m¨¢s pintoresco, de estas 1.600 hect¨¢reas de bosques y campos al norte de Nantes. Aqu¨ª se escenifica una batalla ideol¨®gica que moviliza desde a los campesinos locales hasta al presidente de la Rep¨²blica. Emmanuel Macron debe decidir antes de final de mes qu¨¦ hacer: construir en estos terrenos un gran aeropuerto que lleva discuti¨¦ndose desde los a?os sesenta, o abandonarlo y ampliar el actual, m¨¢s peque?o, en Nantes.
Para los centenares de activistas que desde hace a?os ocupan estos terrenos, la batalla para frenar el aeropuerto se ha convertido en un ensayo de utop¨ªa autogestionada y democr¨¢tica de base. Otros ven, en este idilio de caba?as, granjas y roulottes esparcidas entre los pastos y los ¨¢rboles, un espacio sin ley, un territorio donde se mezclan so?adores bienintencionados con violentos antisistema, un lugar donde la Rep¨²blica ha sido incapaz de imponerse, o no lo ha intentado de veras, un freno para el desarrollo de la regi¨®n.
¡°Aqu¨ª el Estado ya no tiene el control que tiene en el resto del territorio franc¨¦s¡±, dice uno de los cerca de 300 ocupantes de los terrenos donde deber¨ªa construirse el aeropuerto. Este activista de 40 a?os rechaza identificarse con nombre y apellidos. ¡°Hablamos como un colectivo¡±, justifica. ¡°No tenemos ganas de encarnarnos como portavoces¡±. Como muchos, se hace llamar Camille (Camilo, o Camila): el pseud¨®nimo sirve tanto en masculino como en femenino.
El proyecto ocupa los debates locales desde hace m¨¢s de 40 a?os. Las insuficiencias del viejo aeropuerto de Nantes, demasiado pr¨®ximo a la ciudad y con una sola pista, llevaron a los notables locales a idear un gran aeropuerto, un poco m¨¢s alejado, que conectar¨ªa la regi¨®n del llamado Gran Oeste franc¨¦s, secularmente apartada de las rutas de comunicaci¨®n europeas, con el mundo. En 1974 se declararon zona de planificaci¨®n prioritaria (ZAD, por sus siglas francesas) los terrenos agr¨ªcolas al sur del pueblo de Notre-Dame-des-Landes (Nuestra Se?ora de las Landas). Esto significaba que quedaban protegidos para poder construir ah¨ª en el futuro, y los poderes p¨²blicos se reservaban su adquisici¨®n de manera preferente.
Tras d¨¦cadas de vaivenes, el proyecto tom¨® un nuevo impulso a principios de los 2000. A la movilizaci¨®n de algunos habitantes locales se unieron a partir de 2009 activistas que progresivamente se instalaron all¨ª y transformaron las iniciales ZAD en zona a defender. Ahora les llaman los zadistas, una extra?a coalici¨®n.
El coste de las soluciones
Los expertos designados por el Gobierno franc¨¦s cifran en un informe el coste de cada una de las soluciones para desatascar el conflicto por el aeropuerto del Gran Oeste. Construir Notre-Dame-de-Landes, en una zona rural y alejada de la ciudad, costar¨ªa unos 730 millones de euros. El aeropuerto podr¨ªa inaugurarse entre 2023 y 2025. Renunciar a este proyecto y optar por remodelar y ampliar el actual aeropuerto de Nantes, situado cerca del centro de la ciudad y en una zona urbana, costar¨ªa entre 365 y 460 millones de euros, seg¨²n los expertos, pero a esta cifra habr¨ªa que a?adir la indemnizaci¨®n a la empresa constructora del nuevo aeropuerto, Vinci.
¡°Hay tres tipos de zadistas¡±, cuenta Alain Musti¨¨re, presidente de la asociaci¨®n Alas por el Oeste, favorable al aeropuerto de Notre-Dame-des-Landes. ¡°Primero, los agricultores tradicionales. Segundo, los bob¨®s [burgueses bohemios]: personas que vienen a hacer agricultura, gente simp¨¢tica, un poco so?adora. Y tercero, los violentos¡±.
¡°?Un periodista! ?Lo quemamos? ?O lo metemos en c¨¢mara frigor¨ªfica?¡±, bromea nada m¨¢s abrir la puerta de una casa en medio del campo Jean-Joseph Hertz, un activista veterano ¡ªtiene 53 a?os¡ª y uno de los pocos que accede a dar su nombre completo. Dentro, un grupo de hombres y mujeres despedaza una vaca, un ejemplo de la agricultura autosuficiente que se practica aqu¨ª. Ofrecen vino al visitante. ¡°He aqu¨ª nuestras armas¡±, sonr¨ªe Hertz, ense?ando un trozo de carne.
Otro zadista, reacio a dar su nombre, apunta: ¡°Si los polis vienen, nos defenderemos, pero somos un movimiento social: no somos ETA, no somos un movimiento armado. Cuando dicen que tenemos armas, lo hacen para penalizar el movimiento social¡±.
La posibilidad de una nueva evacuaci¨®n, tras los choques con la polic¨ªa en 2012, est¨¢ en la mente de todos. Macron tiene en la mesa un informe, presentado en diciembre por tres mediadores designados por el Gobierno, que sugieren como alternativa al nuevo aeropuerto ampliaci¨®n del aeropuerto de Nantes. Aunque no se construya Notre-Dame-des-Landes, los zadistas quiere continuar en la zona y el Gobierno franc¨¦s ya ha indicado que los quiere echar. Por la fuerza si es necesario.
La batalla va m¨¢s all¨¢ del aeropuerto y la conexi¨®n global del Gran Oeste o la preservaci¨®n de un pedazo de naturaleza casi intacta. Afecta al modelo de desarrollo: ?conviene lanzarse a construir un aeropuerto, otro m¨¢s, en tiempos de lucha contra el cambio clim¨¢tico? ?no son los aeropuertos infraestructuras del siglo XX? Y al modelo pol¨ªtico: ?puede un Estado democr¨¢tico resignarse a no controlar una parte de su territorio y a ver abortado un proyecto respaldado por la mayor¨ªa de cargos electos locales, y refrendado en una consulta por los habitantes del departamento de Loira-Atl¨¢ntica?
En Notre-Dame-des-Landes se concentran dos poderosos mitos franceses: el de Ast¨¦rix y el peque?o poblado que resiste ante el imperio lejano, y el de la Rep¨²blica igualadora y el Estado como medida de todas las cosas.
¡°Yo les llamo terroristas¡±, dice Jo?l Sauvaget, dirigente pro-aeropuerto en Saint-Aignan-de-Grandlieu, un pueblo a 35 kil¨®metros de Notre-Dame-des-Landes, y lim¨ªtrofe con el aeropuerto actual de Nantes. ?Terroristas? ¡°Un terrorista rechaza el Estado de derecho en el que vive¡±. Es jueves por la noche y un centenar de vecinos, entre ellos Sauvaget, se ha reunido en el auditorio. Hay unanimidad a favor de cerrar el aeropuerto de Nantes y construir el de Notre-Dame-des-Landes.
El ruido de los aviones forma parte del paisaje de Saint-Aignan-de-Grandlieu y los pueblos cercanos. Nadie se acostumbra, dicen los vecinos. El ruido retrasa el aprendizaje de los ni?os en las escuelas, dicen, y hace bajar el precio de la vivienda. Y cuanto m¨¢s aumente el tr¨¢fico m¨¢s se deteriorar¨¢ la calidad de vida de este pueblo pr¨®spero y bien equipado. Se habla, en caso de ampliaci¨®n, de ¡°recortar¡± el campanario, demasiado alto por su cercan¨ªa a la pista de aterrizaje.
La discusi¨®n sobre Notre-Dame-des-Landes adquiere a veces un vuelo pol¨ªtico, filos¨®fico, casi metaf¨ªsico ¡ªqu¨¦ modelo de desarrollo, qu¨¦ democracia, qu¨¦ humanidad¡ª pero a veces hay que bajar a la tierra. Porque toda pol¨ªtica es local, como dijo Tip O¡¯Neill, que fue jefe de la C¨¢mara Representantes de Estados Unidos. Local y pr¨¢ctica, podr¨ªa a?adirse. La discusi¨®n que agita Francia estos d¨ªas consiste, al final, en qui¨¦n tendr¨¢ que escuchar los ruidos de los aviones en los pr¨®ximos a?os, qui¨¦n vivir¨¢ mejor o peor, qui¨¦n encontrar¨¢ su peque?a utop¨ªa habitable.
Choque cultural
Notre-Dame-des-Landes simboliza "el choque de dos culturas", seg¨²n el periodista Herv¨¦ Kempf, redactor jefe de la publicaci¨®n Reporterre y autor del libro Notre-Dame-des-Landes. "De un lado, la del crecimiento, el desarrollo, las infraestructuras: un mundo de los a?os 60-70-80 en lo que Francia viv¨ªa con la necesidad de desarrollarse y modernizarse. Es una cultura caduca". De otro lado, la de "los que dicen basta: hay que preservar la naturaleza, el campo, las zonas h¨²medas, y podemos imaginar otras maneras de ser y vivir juntos. Son los modernos de hoy".
En el polo opuesto, el empresario Bruno Hug de Larauze, presidente ejecutivo del grupo Idea y autor del informe Notre-Dame-des-Landes: el Estado, el derecho y la democracia obstaculizados, avisa de que, sin el aeropuerto, la regi¨®n ver¨¢ frenado su desarrollo econ¨®mico. Si un proyecto faro de Francia, argumenta, debatido durante d¨¦cadas y ratificado en los distintos niveles del Estado, durante a?os y d¨¦cadas, ratificado por votantes, cargos electos y hasta los primeros ministros y presidentes de la Rep¨²blica, resulta irrealizable, "es una negaci¨®n de la democracia". "?C¨®mo podremos confiar ma?ana en la palabra del Estado?", se pregunta.
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