Bulgaria empuja para entrar en Schengen y el euro
Sof¨ªa aprovecha la presidencia de la UE para presionar a favor de su ingreso en la moneda ¨²nica y en el tratado de libre circulaci¨®n de trabajadores
Uno de los mandarines de la UE los llam¨® ¡°descendientes de Espartaco¡±, cit¨® a los poetas nacionales y a Hristo Stoichkov ¡ªaquel fiero jugador del Bar?a¡ª y el Teatro Nacional de Sof¨ªa, en el que se celebraba el arranque de la presidencia b¨²lgara de la Uni¨®n, se vino abajo. Bulgaria es un pa¨ªs peque?o, relativamente pobre, que ha perdido poblaci¨®n a espuertas hasta quedarse en apenas siete millones de habitantes. Pero es tambi¨¦n un pa¨ªs orgulloso, que pretende usar la presidencia como palanca para alzar la voz desde el Este y luchar contra la imagen de pobreza y corrupci¨®n que tiene en Europa (y que confirman las estad¨ªsticas).
La Uni¨®n trata de salir de la peor crisis econ¨®mica en d¨¦cadas, y la Gran Recesi¨®n se las ha arreglado para compartir protagonismo con una crisis migratoria, una crisis de seguridad (con continuos atentados terroristas), una crisis existencial (el Brexit, primer divorcio de la Uni¨®n en 60 a?os) y una crisis pol¨ªtica, con una brecha Norte-Sur, una cicatriz Este-Oeste y con los populismos al alza en todo el continente. Europa es consciente de que tiene que reforzar el euro: esa reforma y el Brexit marcar¨¢n la fisonom¨ªa de la UE que viene y son la gran batalla pol¨ªtica de los pr¨®ximos tiempos. Pero Sof¨ªa tiene otras prioridades para su presidencia: entrar en el espacio Schengen (el tratado que permite la libre circulaci¨®n de trabajadores), ingresar en el euro y ofrecer una perspectiva europea a los Balcanes, una potencial fuente de inestabilidad para Europa, especialmente en el Este.
El presidente del Cosejo Europeo, el polaco Donald Tusk, abri¨® el jueves una puerta a los pa¨ªses balc¨¢nicos en ese vibrante discurso sobre Espartaco, Stoichkov y los poetas. El jefe de la Comisi¨®n Europea, Jean-Claude Juncker, asegur¨® en el mismo teatro que el lugar de Bulgaria ¡°es Schengen y es el euro¡±. Pero esos discursos suelen tender hacia la nada: la cruda realidad es que eso no va a ser f¨¢cil en absoluto.
Bulgaria creci¨® el 3,9% el a?o pasado, m¨¢s del doble que la media europea. El d¨¦ficit p¨²blico es un rotundo cero; el pa¨ªs tiene incluso un peque?o super¨¢vit. La deuda p¨²blica se limita al 26,8% del PIB, entre las m¨¢s bajas de Europa. La inflaci¨®n se ha estabilizado en torno al 1%, el desempleo es inferior al 7%, y tanto el turismo como las nuevas tecnolog¨ªas tiran de la econom¨ªa. Con esas cifras en la mano, Bulgaria no deber¨ªa tener problemas para ingresar en la eurozona: cumple con creces los criterios nominales fijados en Maastricht. Pero la Gran Crisis ha desacreditado Maastricht, que omiti¨® la inestabilidad financiera como fuente de problemas y consagr¨® la idea neoliberal de que solo los vicios p¨²blicos pueden traer problemas. Adem¨¢s, hay truco: Europa es un ama?o entre las reglas alemanas y la discrecionalidad francesa, y los procesos de toma de decisi¨®n se disfrazan con tecnicismos, pero son, siempre, eminentemente pol¨ªticos. Hace tiempo que Bulgaria cumple los criterios para entrar en Schengen (el sistema que permite la libre circulaci¨®n de trabajadores), pero los Estados miembros ¡ªempezando por Alemania¡ª no terminan de verlo claro, m¨¢s a¨²n con el discurso antiinmigraci¨®n asentado en algunos pa¨ªses. Y lo mismo puede suceder con el euro: ¡°Vamos a pedir el ingreso probablemente durante la presidencia [es decir, antes del 30 de junio]¡±, asegura su ministro de Finanzas, Vladislav Goranov. Sof¨ªa cuenta con el apoyo de la Comisi¨®n Europea. ¡°Bulgaria ha hecho grandes progresos¡±, destaca Juncker, que aun as¨ª subraya que ¡°todav¨ªa no est¨¢ preparada¡±.
Puerta del Sureste de Europa, Bulgaria encarna algunas de las contradicciones de la UE. El Gobierno del conservador Boiko Bor¨ªsov ¡ªkarateka, exbombero, expolic¨ªa y guardaespaldas del ¨²ltimo capo comunista tras la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn¡ª se ha aliado con los ultranacionalistas y se queja de que la Uni¨®n ¡°no trata a todos los pa¨ªses de la misma forma¡±: Sof¨ªa lamenta que el bloqueo de su entrada en Schengen, al que aspiran Bulgaria y Ruman¨ªa, est¨¦ m¨¢s basada en prejuicios (con tintes racistas, para m¨¢s inri) contra b¨²lgaros y rumanos que en argumentos y cifras. A su vez, el Ejecutivo ha endurecido su pol¨ªtica de inmigraci¨®n y utiliza para ello argumentos relacionados con el ¡°equilibrio ¨¦tnico¡± (hay en torno a un mill¨®n de musulmanes en Bulgaria). Y no ha dudado en levantar un muro de 12 kil¨®metros en su frontera con Turqu¨ªa, del que Bor¨ªsov presume a la menor ocasi¨®n.
La entrada en Schengen ser¨¢ peliaguda, pero en el caso del ingreso del euro quiz¨¢ las cartas sean algo mejores. Bruselas quiere dar la se?al de que a pesar de la crisis las solicitudes de entrada en la moneda ¨²nica no se detienen. El cumplimiento de los criterios de convergencia nominales es exhaustivo. Y lo m¨¢s importante: el tratado de Lisboa permite tomar decisiones por mayor¨ªa cualificada con el voto a favor del 72% de los Estados miembros si suman el 65% de la poblaci¨®n europea. Sin Reino Unido en la UE y con Bulgaria dentro de la moneda ¨²nica, la eurozona adquirir¨ªa ese tama?o cr¨ªtico, apunta el think tank Eurointelligence. El club de la moneda ¨²nica, en fin, entrar¨ªa en una especie de edad adulta y mandar¨ªa una se?al pol¨ªtica de primera magnitud al resto de socios europeos que se resisten a entrar en el club del euro.
¡°Las ¨¦lites quieren el euro; la gente quiere otras cosas¡±, apunta un bombero llamado Georgi, que esta semana prefiri¨® una de las manifestaciones en Sof¨ªa contra la corrupci¨®n, la violencia machista, en favor del medioambiente o en pos de mejoras sociolaborales a los fastos relacionados con el estreno de la presidencia. La econom¨ªa crece, la inflaci¨®n est¨¢ bajo control y las cuentas p¨²blicas relucen en los edificios del Gobierno en Sof¨ªa, herencia de la arquitectura sovi¨¦tica. Pero el sueldo medio del pa¨ªs m¨¢s pobre de la UE asciende a 500 euros, la pensi¨®n m¨ªnima es de 100 euros, la corrupci¨®n sigue siendo insoportable y, a pesar de Maastricht, la convergencia real sigue lejos. Bomberos como Georgi y los polic¨ªas reclaman subidas salariales del 15%; Borisov ha prometido 50 millones de euros al principal sindicato para comprar paz social. Otro Borisov c¨¦lebre, Simeon Borisov Sakskoburggotski (tambi¨¦n conocido como Sime¨®n de Sajonia-Coburgo-Gotha o Sime¨®n de Bulgaria, eterno aspirante al trono y ex primer ministro del pa¨ªs), asegura que el euro es un objetivo l¨ªcito y que ¡°vale la pena intentarlo¡±. En un castellano aristocr¨¢tico, Sime¨®n asegura que Bulgaria ¡°lleva a?os bien encaminada, avanzando aunque sea a trancas y barrancas¡±. Y deja una advertencia final: ¡°Hay que ir con cuidado, sigue habiendo un d¨¦ficit de competitividad y el euro forma parte del entusiasmo que tenemos hacia Europa, pero tambi¨¦n ha sido un problema para algunos pa¨ªses en los ¨²ltimos tiempos¡±.
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