La fadista que encandila a Madonna
Celeste, la hermana menor de Amalia Rodrigues, sigue cantando cada noche en los caf¨¦s lisboetas
M¨¢s tiesa que un palo, lentejuelas en el cuello y sortijas en las manos, Celeste Rodrigues canta sus fados a una docena de turistas que no saben muy bien qu¨¦ hacen all¨ª ni a qui¨¦n tienen delante. A punto de cumplir los 95 a?os, Celeste Rodrigues es la fadista m¨¢s veterana del mundo.
¡°Llevo 73 a?os de fado; desde 1945 siempre he estado activa; en este caf¨¦ llevo 14. Estuve 35 a?os en uno de Alfama que cerr¨® con la revoluci¨®n del 25 de abril¡±. No es que Celeste haya olvidado el nombre de esa casa, sino que es culpa del periodista no recordarlo. Celeste desgrana fechas y lugares con precisi¨®n y conocimiento. ¡°?Espa?ol? ?Ah!, el Pasapoga, en la Gran V¨ªa de Madrid, c¨®mo me gustaba. Ya no existe¡±.
A Celeste le da la medianoche siempre en una casa de fado, en el Caf¨¦ Luso del Bairro Alto o en la Mesa de Frades en Alfama, principalmente. ¡°Canto cada d¨ªa, la m¨²sica embellece la vida de las personas. Es lo ¨²nico que hago porque es la ¨²nica profesi¨®n que tengo. Si no cantase ya estar¨ªa muerta¡±.
Su apellido no es coincidencia. Celeste es la hermana peque?a de la gran Amalia Rodrigues (1920-1999), la quinta de nueve hermanos de una familia humilde. ¡°Con la excepci¨®n de dos giras en Brasil, jam¨¢s cant¨¦ con ella, jam¨¢s me aprovech¨¦ de su fama. Tampoco interpreto sus canciones, para qu¨¦, si ella las dej¨® perfectas¡±.
Hace un mes, mientras Celeste actuaba en Alfama apareci¨® una mujer rubia con mucho barullo detr¨¢s. ¡°Me anunciaron que era Madonna, pero yo segu¨ª cantando. Hubiera sido una falta de respeto con el resto de p¨²blico¡±.
Ya en privado, las dos mujeres entonaron a Elvis y despu¨¦s Madonna invit¨® a la fadista a pasar el fin de a?o en su apartamento de Nueva York. La portuguesa habla maravillas de la norteamericana, pero levanta un dedo, abre par¨¦ntesis y advierte al periodista: ¡°Borre todo lo de Madonna. Est¨¢ feo aprovecharse de la fama de otras personas¡±.
Celeste sigue al tanto a los nuevos fadistas, pero se r¨ªe y lanza una mirada p¨ªcara como diciendo, "usted se cree que por ser vieja soy tonta", cuando se le pregunta por sus preferidos. ¡°Todos. Los que sean aut¨¦nticos. Hay distintas maneras de interpretarlo, distintas sensibilidades pero el fado es siempre fado y siempre es distinto, pues se canta como el fadista se siente ese d¨ªa. No hay fado moderno o fado castizo o vad¨ªo. No existe nada de eso. El fado se siente o no se siente¡±.
Mientras a Amalia se le colg¨® el sambenito del fado moderno, a Celeste se le identific¨® con el castizo, con el tradicional, quiz¨¢s porque tiraba m¨¢s hacia la casa de Alfama que a los grandes escenarios del mundo. ¡°Todos tenemos casta, cantar fado es cantar las cosas de la vida. No es un love story. Yo ya no tengo la voz de jovencita pero he ganado en emoci¨®n; pas¨¦ por muchas cosas que cuando eres joven no las sabes¡±.
Para Estrela Carvas que cuida la casa-museo de Amalia y con la que trabaj¨® 40 a?os, no hay duda de que Celeste es la mejor. ¡°Hoy hay grandes voces, pero les falta coraz¨®n, les faltan experiencias. Cantan para comprar un coche, y el fado es experiencia, es vida¡±.
Celeste a veces deja el fado para interpretar folclore, ¡°portugu¨¦s, claro. Me encantan las buler¨ªas y las seguidillas y las peteneras, pero en p¨²blico no me atrevo. Los fadistas somos como los flamencos, puro sentimiento y si algo no permiten estos cantes es el acento extranjero. Hay japoneses y holandeses que cantan fado, pero no puede ser¡±.
Despu¨¦s de una vida llenando el Carnegie Hall de Nueva York y teatros del mundo entero, ahora le llega el turno de cantarles al grupo de turistas que cena un calco verde y un bacalao. Celeste se recoloca el chal, se repasa el pelo y se va con sus guitarristas, pero ya casi en el escenario, decide regresar a la mesa: ¡°Acu¨¦rdese de lo que le dije. Borre todo lo de Madonna¡±.
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