Una nueva educaci¨®n sexual
Mucho de lo que hoy nos molesta est¨¢ relacionado con los modos en que se instruy¨® a los ni?os
Una de las mayores sorpresas que nos depar¨® el futuro, es que con ¨¦l no lleg¨® la completa modernidad. No como la imaginamos. Las libertades no son tan generales como supusimos, la igualdad y la equidad est¨¢n descuidadas, y la tolerancia y la empat¨ªa muestran huecos amplios y preocupantes. En las ¨²ltimas semanas esta situaci¨®n ha sido particularmente aguda al mostrarnos violaciones a la libertad sexual de las mujeres. Los varios movimientos, las muchas protestas y denuncias acumuladas en diversos pa¨ªses, as¨ª lo acreditan.
Al lado de estas visibles voces, hay otras que se expresan con menos contundencia, como en el trabajo sexual semiforzado, y otras todav¨ªa menos sonoras como la abierta trata de personas con el mismo fin. En todos estos procesos hay una diversidad de factores actuantes, constitutivos de un arco que va de los abiertos aprovechamientos econ¨®micos a la aceptaci¨®n natural del fen¨®meno, pasando por la corrupci¨®n p¨²blica y privada o ciertas e inveteradas pr¨¢cticas culturales. La superaci¨®n de algo tan grande, arraigado y multifactorial, no ser¨¢ asunto simple, desde luego, m¨¢s all¨¢ de pr¨¦dicas moment¨¢neas o d¨ªas conmemorativos. La superaci¨®n de las condicionantes sexuales de explotaci¨®n de los miembros de cualquier g¨¦nero, salvo que quiera aceptarse una supuesta y consustancial naturaleza humana o la completa irreversibilidad cultural que, por lo dem¨¢s, no es de suyo natural, ha de pasar por la educaci¨®n.
Salvo los colectivos arraigados y con presencia, y ellos en los m¨¢rgenes de su agenda, no existen discusiones p¨²blicas sobre sexo y sexualidad
Por simple y obvio que nos parezca su utilidad y funcionalidad, la sexualidad es uno de esos temas que tratan de evitarse para, desde ciertas posiciones, mantener lo evidente. Una tem¨¢tica que pronto se constituye en un campo de batalla en el que el dinero, las creencias, las ideolog¨ªas y los favores influyen de modo inusual. T¨®mese cualquiera de los componentes del campo, tales como las preferencias sexuales, las pr¨¢cticas posibles, la calidad o condici¨®n de las partes o el modo de contender con sus efectos, y se ver¨¢ la profundidad de lo que conlleva lo sexual. La propia complejidad de las discusiones, el riesgo calculado de que las cosas se salgan de orden o signifiquen retrocesos a lo que se tenga por ganado, provoca la tangencialidad de mucho de lo que se dice y del modo como se dice. Salvo los colectivos arraigados y con presencia, y ellos en los m¨¢rgenes de su agenda, no existen discusiones p¨²blicas sobre sexo y sexualidad y lo que conllevan.
En sociedades como las nuestras, crecientemente sexualizadas de muchas y variadas maneras, es poco lo que se habla y debate p¨²blicamente en el tema. Lo que se provoca es que cada cual adopte de entre la oferta de posibilidades, aquellas a que tenga acceso, por lo dem¨¢s bastante mediatizadas y estandarizadas, independientemente del da?o que pueda provocarse o provocar, la adopci¨®n de pautas poco generosas o la reproducci¨®n de pr¨¢cticas discriminatorias o estereot¨ªpicas.
En d¨ªas pasados, la UNESCO y otras organizaciones afines emitieron la Gu¨ªa Internacional de T¨¦cnicas de Educaci¨®n en Sexualidad, un instrumento de enorme importancia para contender y revertir el actual estado de cosas y generar uno nuevo para el ya no tan lejano 2030. La pretensi¨®n del documento es lograr que los educadores cuenten con directrices para preparar a los ni?os y j¨®venes, y a estos con herramientas para un ejercicio pleno y responsable de su sexualidad. En particular, se busca que sepan evitar embarazos no deseados, explotaci¨®n, bullying o contagios, pero tambi¨¦n que sepan c¨®mo enfrentarse a fen¨®menos de cierto modo emergentes, como la pornograf¨ªa o las diversas formas de preferencia sexual.
En los programas educativos debe mantenerse lo ya ense?ado en materia de sexualidad. La anatom¨ªa y fisiolog¨ªa del cuerpo humano, las diferencias sexuales, los m¨¦todos anticonceptivos y el modo de contraer y evitar las enfermedades de transmisi¨®n sexual. Este es un piso m¨ªnimo que no puede disminuirse. Sin embargo, es necesario incorporar nuevos conceptos y mayores t¨¦cnicas, para que quienes habr¨¢n de acceder a una vida sexual, lo hagan con responsabilidad y consideraci¨®n a s¨ª mismos y a sus parejas. Mucho de lo que hoy vemos y nos molesta de las pr¨¢cticas sexuales, parece guardar relaci¨®n con los modos en que malamente se educ¨® a los ni?os y a los j¨®venes en el pasado. Es importante comenzar a revertir las cosas desde su origen cultural y educativo. De otro modo, seguir¨¢n repiti¨¦ndose los tristes fen¨®menos que c¨ªclicamente se manifiestan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.