Vac¨ªo
Por la azarosa reaparici¨®n de Marco Antonio S¨¢nchez no se aclaran ni las culpas ni se abona la justicia
Todos los d¨ªas, si no es que siempre, los habitantes de la Ciudad de M¨¦xico, si no es que de M¨¦xico en general, sobreviven sus d¨ªas, si no es que tambi¨¦n sus noches, al filo del vac¨ªo. Sea por la incurable imbecilidad burocr¨¢tica o por la desatada desorganizaci¨®n de los gobiernos o sea por la instant¨¢nea espuma del abuso autoritario o de las simples ganas de chingar, la mayor¨ªa de los polic¨ªas, si no es que todos, llevan a flor de piel el escudo supuestamente intocable de la impunidad y en ascendencia piramidal, los jefes y sus jetas, si no es que todos los funcionarios disfuncionales, se enredan en explicaciones o justificaciones para intentar disfrazar, si no es que negar, precisamente el vac¨ªo que tan asombrosamente orde?an.
He llenado de comas al p¨¢rrafo anterior para que se lea despacio. Intento mitigar la ira y redactar sin desesperaci¨®n las letras con las que quiero abrazar al joven Marco Antonio S¨¢nchez Flores, si no es que lo abrazo al abrazar a mis hijos o los amigos de mis hijos o a los hijos de mis amigos. Uno, si no es que todos, tragamos la tragedia de todos los d¨ªas con esa rara mezcla de terror, incredulidad, recuero o reminiscencia de tantas atrocidades sabidas que las por saber parecen obnubilar la capacidad de nuestro asombro: ?c¨®mo es que detienen a un joven por fotografiar un mural en plena calle? ?c¨®mo es que lo acusan de haber robado un celular y lo suben a una patrulla y no lo presentan ante Ministerio P¨²blico? ?c¨®mo es eso de que ¡°a petici¨®n de una persona¡± (sin identificar) lo sueltan? ?c¨®mo es posible que no hayan interrogado al amigo de Marco Antonio, quien fue testigo del atropello y adem¨¢s, lo fotografi¨® tirado en el suelo cuando los polic¨ªas lo ten¨ªan maniatado como si fuera un homicida? Y, peor a¨²n, ?c¨®mo es que las supuestas autoridades dejaron pasar tantas horas sin avisar a los padres, sin mostrar la m¨ªnima coherencia en su supuesta apuraci¨®n por resolver el entuerto, habida cuenta (como dicen los leguleyos) de que las redes sociales y la opini¨®n p¨²blica ya se hab¨ªan movilizado con mucho mejor y mayor empe?o que la lenta ineptitud que siempre muestran los trogloditas de uniforme o de corbata?
Tuvo raz¨®n Sheridan el d¨ªa que sentenci¨® que ¡°M¨¦xico es quiz¨¢ el ¨²nico pa¨ªs del mundo donde los enanos son capaces de mirarte por encima del hombro¡± en esa engre¨ªda estulticia de la prepotencia m¨¢s absurda y ahora, para colmo, a la vanguardia de un triunfalismo meramente circunstancial, por la azarosa reaparici¨®n o localizaci¨®n de Marco Antonio S¨¢nchez Flores no se aclaran ni las culpas ni se abona la justicia con tanta baba rancia de responsabilidades inexistentes y confusas madejas de ineptitud e intransigencia¡ y en realidad, no s¨¦ ni qu¨¦ pensar o escribir. Intentemos describir que el sonriente joven de 17 a?os, 1.80 metros de estatura, cara alargada con pronunciado ment¨®n oval, tez api?onada, frente amplia, pelo negro rapado, boca grande que sonre¨ªa en la fotograf¨ªa que se reparti¨® entre tantas manos para indagar sobre su paradero y denunciar su desaparici¨®n ha sido ahora fotografiado inexplicablemente en un poblado a 30 kil¨®metros de distancia de donde fue detenido sin motivo aparente, con el pie derecho descalzo y un guango pantal¨®n que no parece ser de ¨¦l, as¨ª como el su¨¦ter de cuatro tallas m¨¢s grandes que le cuelga sobre el cuerpo de quien se supone era campe¨®n cinta negra de taekwondo, visiblemente golpeado, obnubilado, venadeado, si no es que marcado de por vida, con la mirada perdida en el vac¨ªo.
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