El nacionalismo corso sale a la calle para forzar a Macron a negociar
Las exigencias de los nacionalistas topan con la negativa de Par¨ªs a ceder en reivindicaciones como la co-oficialidad de la lengua o el acercamiento de los presos por terrorismo
A la espera de la visita del presidente Emmanuel Macron, la pr¨®xima semana, el nacionalismo corso intent¨® este s¨¢bado una demostraci¨®n de fuerza con una manifestaci¨®n de miles de personas en la capital de la isla, Ajaccio. La protesta, convocada por los dirigentes pol¨ªticos de C¨®rcega, buscaba presionar al Estado franc¨¦s para negociar una mayor autonom¨ªa. Las exigencias de los nacionalistas, vencedores en las elecciones regionales de diciembre, han topado hasta ahora con la negativa de Par¨ªs a ceder en reivindicaciones como laco-oficialidad de la lengua, el acercamiento de los presos por actos de terrorismo, o el reconocimiento espec¨ªfico de la isla mediterr¨¢nea en la Constituci¨®n francesa.
"Demucrazia ¨¨ rispettu p¨¨ u populu Corsu" (Democracia y respeto para el pueblo corso) era el lema de la manifestaci¨®n, una de las mayores en a?os recientes en la ciudad. La disparidad de las cifras de asistentes?¡ªentre 22.000 y 25.000, seg¨²n los organizadores; entre 5.000 y 6.000, seg¨²n la prefectura¡ª hace dif¨ªcil?calibrar su ¨¦xito o fracaso. C¨®rcega tiene 330.000 habitantes. El tiempo inclemente pudo desanimar a algunos asistentes y deslucir la convocatoria. Los organizadores consideran un ¨¦xito, sea cual sea la cifra real, el car¨¢cter pac¨ªfico. El nacionalismo corso ha cambiado en los ¨²ltimos a?os: es m¨¢s transversal ¡ªatrae a votantes tradicionalmente no nacionalistas¡ª y ya no es marginal.
Ahora gobierna, pero en un pa¨ªs centralista como Francia poco pueden hacer las regiones, incluso las que sobre el papel tienen m¨¢s prerrogativas, sin la aprobaci¨®n de Par¨ªs. Y este el problema de la coalici¨®n gubernamental, formada por los autonomistas del jefe del ejecutivo, Gilles Simeoni, y los independentistas del presidente de la Asamblea, Jean-Guy Talamoni. La visita de ambos a la capital francesa, el 22 y 23 de enero, fue para ellos una decepci¨®n. Las reuniones con el primer ministro, ?douard Philippe, y otros representantes del Estado acabaron sin resultados: la Rep¨²blica dif¨ªcilmente ceder¨¢ en lo esencial, y la voluntad de di¨¢logo afecta m¨¢s a cuestiones t¨¦cnicas que pol¨ªticas. Fue entonces cuando Simeoni y Talamoni decidieron convocar la manifestaci¨®n, una especie de mensaje de bienvenida a Macron antes de su visita, el martes y el mi¨¦rcoles.
"Los corsos han enviado un mensaje fuerte. Ahora le toca al presidente de la Rep¨²blica decir, hablar y espero que mostrar que ha escuchado lo que hemos dicho hoy", dijo Simeoni en declaraciones a la agencia France Presse.
Mucho ha cambiado en la ¨²ltima d¨¦cada en C¨®rcega. El Frente de Liberaci¨®n Nacional Corso abandon¨® las armas tras cuatro d¨¦cadas de violencia. Con un 56% en las ¨²ltimas elecciones, la mayor¨ªa de los nacionalistas es indiscutible. C¨®rcega, adem¨¢s, acaba de estrenar un formato regional novedoso, una colectividad ¨²nica que fusiona los dos departamentos en los que estaba dividida. El objetivo de los nacionalistas es una autonom¨ªa al estilo de las comunidades aut¨®nomas espa?olas: la secesi¨®n ¡ªla v¨ªa catalana, como dicen algunos¡ª no figura en el programa com¨²n de la coalici¨®n gubernamental. Por todos estos motivos, los nacionalistas consideran que disponen de la legitimidad y la fuerza necesarias para llevar al Estado central a una negociaci¨®n pol¨ªtica.
En Par¨ªs las cosas se ven distintas. El Gobierno franc¨¦s encara el dossier corso como una negociaci¨®n ante todo t¨¦cnica. Francia es un estado donde la tradici¨®n jacobina excluye en teor¨ªa las excepciones para regiones o territorios de la Francia metropolitana. De ah¨ª que, hasta ahora, la ¨²nica puerta abierta que deja el Estado sea reformar la Constituci¨®n, pero no para reconocer al pueblo corso como tal, ni mucho menos para aceptar la co-oficialidad de la lengua corsa, que podr¨ªa implicar enmendar el art¨ªculo 2. "La lengua de la Rep¨²blica es el franc¨¦s", dice este art¨ªculo. Se habla, por ejemplo, de modificar el art¨ªculo 72, que contempla el derecho de una colectividad territorial a experimentar derogando de manera temporal leyes o reglamentos comunes. La reforma permitir¨ªa que esta experimentaci¨®n no fuese temporal sino permanente.
Esta reforma es insuficiente para los l¨ªderes corsos, cuyo programa de Gobierno contempla la adopci¨®n de un estatuto de autom¨ªa y su plena aplicaci¨®n en un periodo de diez a?os. Quieren que Par¨ªs conceda a Ajaccio competencias fiscales, reconozca el corso como lengua oficial y acepte que C¨®rcega pueda poner l¨ªmites al acceso a la compra de terrenos y residencias a los no-residentes en la isla. Seg¨²n un informe de la constitucionalista Wanda Mastor, encargado por Talamoni y entregado tambi¨¦n a las autoridades centrales francesas, la soluci¨®n consistir¨ªa en a?adir un nuevo p¨¢rrafo al art¨ªculo 74. El p¨¢rrafo reconocer¨ªa "las especificidades [de C¨®rcega] dentro de la Rep¨²blica", y mencionar¨ªa "la transferencia de competencias del Estado [en] materias fiscal, de suelo y ling¨¹¨ªstica".
La visita de Macron, con ocasi¨®n del vig¨¦simo aniversario del asesinato del prefecto Claude Erignac por un comando nacionalista, puede servir para desbloquear el di¨¢logo. Macron se ha declarado en el pasado a favor a alg¨²n tipo de reconocimiento de la isla. "Una democracia no debe temer aportar respuestas diferentes a necesidades diferentes", dijo durante la campa?a electoral que en mayo le llev¨® al poder. "La igualdad no es la uniformidad. Y es un hecho: C¨®rcega es particular". En el mismo discurso, el entonces presidente propuso "un nuevo pacto girondino". Girondino, t¨¦rmino asociado a la Revoluci¨®n francesa, es sin¨®nimo de descentralizador, frente a la centralizaci¨®n jacobina. El nacionalismo corso conf¨ªa en que el esp¨ªritu girondino acabe prevaleciendo.
El presidente ante el descontento de baja intensidad
El descontento corso es un ejemplo m¨¢s de la resistencia de baja intensidad que est¨¢ marcando el primer a?o de la presidencia de Emmanuel Macron. El presidente gobierna sin oposici¨®n; la movilizaci¨®n de la izquierda y algunos sindicatos en oto?o fracas¨® a la hora de frenar la reforma laboral; la econom¨ªa crece; y, pese a los altibajos, su popularidad resiste la erosi¨®n del poder. Esto no significa que no existan signos de malestar. En enero fueron los guardias penitenciarios, que bloquearon decenas de prisiones en protesta por las condiciones de trabajo y salariales. Tambi¨¦n se han convocado huelgas puntuales en centros de la tercera edad para reivindicar m¨¢s medios y personal en el cuidado de los residentes. Y esta semana alumnos de instituto han protestado ante las reformas del acceso a la universidad. Sumadas, estas protestas suponen un inc¨®modo ruido de fondo para el Gobierno, aunque por ahora no han adquirido una relevancia suficiente para inquietar de verdad al presidente, ni para colmar el vac¨ªo en la oposici¨®n.
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