No Berlusconi, no party
La izquierda italiana es v¨ªctima de la divisi¨®n y de la vacuidad del antiberlusconismo
Silvio Berlusconi ha tenido un efecto aniquilador de la izquierda italiana. No ya por haberla derrotado tres veces en las urnas ¡ª1994,2001,2007¡ª, sino por haber simplificado el discurso de la oposici¨®n al mero antiberlusconismo. Tanto proliferaban las extravagancias del Cavaliere y trascend¨ªan las aberraciones a la democracia, tanto la ¡°sinistra¡± pod¨ªa disimular su endogamia, su divisi¨®n y hasta la precariedad de su proyecto pol¨ªtico.
No estaba claro qu¨¦ pretend¨ªa ser la izquierda. Ni c¨®mo iba a reaccionar a la crisis continental de la socialdemocracia, ni c¨®mo podr¨ªan resolverse los debates de la inmigraci¨®n, la seguridad, la globalizaci¨®n, la desigualdad, pero s¨ª estaba claro que la demolici¨®n de Berlusconi justificaba el mayor esfuerzo energ¨¦tico.
Se trataba de convertir la aversi¨®n al patr¨®n italiano en el principio de actuaci¨®n general. Reaccionar contra el magnate era mejor soluci¨®n que atreverse a formalizar la autopsia de la izquierda, v¨ªctima de la nostalgia ideol¨®gica y de su ensimismamiento ret¨®rico, desubicada entre el populismo ca¨®tico del M5S y la pulsi¨®n vengadora de los partidos xen¨®fobos.
La estrategia se ha demostrado temeraria y frustrante, sobre todo porque la longevidad pol¨ªtica de Berlusconi resume y ejemplifica el desastre de la aventura emprendida. No es que haya cumplido 81 a?os el an¨®malo bic¨¦falo ¡ªas¨ª lo llamaba Dario Fo¡ª ni que se haya retirado a su mausoleo de Arcore; sucede, al contrario, que ya han transcurrido 34 a?os desde su aparici¨®n mesi¨¢nica en el cr¨¢ter de la ca¨ªda del sistema. Y que sigue siendo Berlusconi un fen¨®meno determinante. No puede presentarse en las urnas porque le inhabilita una fechor¨ªa de asuntos fiscales, pero conserva toda su jerarqu¨ªa de inducci¨®n y de intimidaci¨®n, hasta el extremo de liderar la coalici¨®n con mejores expectativas electorales. Y hasta el punto de haber elegido unilateralmente a su v¨¢lido: Antonio Tajani.
La salud del Cavaliere refleja la insalubridad de la izquierda italiana, m¨¢s todav¨ªa cuando las antiguas pulsiones autodestructivas de la coalici¨®n conspiraron para sabotear el modelo reformista de Matteo Renzi. Demasiado heterodoxo respecto a los c¨¢nones. Y demasiado presuroso en adjudicarse el mismo cetro que malgast¨® D¡¯Alema en su ansia de poder.
El refer¨¦ndum con que Renzi quiso someter a los italianos sus reformas estructurales a semejanza de un delirio cesarista tanto degener¨® en un fallido plebiscito personal como expuso la divisi¨®n del Partido Democr¨¢tico y de los sat¨¦lites vecinos. Renzi se precipitaba a la misma velocidad con que se revisti¨® de fama. Y abdicaba en su mejor ministro ¡°cat¨®lico¡±, Paolo Gentiloni, hasta convertirlo en expresi¨®n de la inmortalidad de la cultura democristiana.
Era una falsa victoria de la izquierda, como lo fueron los a?os de Prodi hasta que lo descabezaron los trotskistas. Italia alojaba el partido comunista m¨¢s fuerte de Europa. Lo indultaron, incluso, los jueces en el proceso Manos limpias, pero no sobrevivi¨® a la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, de forma que su actual fisonom¨ªa es una algarab¨ªa de excomunistas, socialistas, liberales y democristianos que tienen como mayor punto de consenso la vacuidad del antiberlusconismo.
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