Los comunistas tampoco son lo que eran en Italia
La fragmentaci¨®n social y la p¨¦rdida de identidad pol¨ªtica lastran a la vieja izquierda incluso en el considerado cintur¨®n rojo de Emilia-Roma?a
La Via Stalingrado ¡ªno pod¨ªa ser de otro modo¡ª?cruza por encima de los ra¨ªles que llevan a la estaci¨®n central de Bolonia y se adentra en el barrio de San Donato, al este de la capital de Emilia-Roma?a. El edificio se llama Circolo Arci Guernelli. All¨ª se re¨²ne un partido comunista italiano. Es uno porque en Italia hay m¨¢s, pero este se llama Partido Comunista a secas. Hace fr¨ªo fuera y dentro; salvo alg¨²n valiente, nadie se atreve a deshacerse del abrigo. El edificio ha estado desocupado un tiempo por obras y los radiadores est¨¢n como de pega. La hoz y el martillo presiden. ¡°No los escondemos¡±, dice Lorenzo Soli, joven de 23 a?os al frente de la secretar¨ªa del PC en Bolonia, arropado por un grupo de camaradas tan o m¨¢s j¨®venes que ¨¦l. No a Europa, no a la OTAN, no al euro. La consigna es clara y podr¨ªa firmarla el propio Antonio Gramsci. Pero el momento pol¨ªtico aprieta, con el centroderecha ganando espacio en toda Emilia-Roma?a, cintur¨®n rojo tradicional de Italia y referente para los comunistas de medio mundo en el siglo pasado.
¡°La degeneraci¨®n del Partido Comunista Italiano [el que ayud¨® a fundar Gramsci] hizo que la clase trabajadora se marchara¡±, apunta Soli. Soluci¨®n: atraer de nuevo a los trabajadores y hacer partido. Eso pese a que esta formaci¨®n no llegar¨¢ ni de lejos al 3% de los votos en las elecciones del domingo, umbral para poder entrar en el Parlamento.
Espacio neofascista
Si el fascismo est¨¢ de vuelta o no en Italia es un tema. Sin resolver, pero un tema. Fuerzas pol¨ªticas, asociaciones y sindicatos han salido a las calles para protestar contra formaciones como CasaPound o Forza Nuova. Francesco Sampino, de 25 a?os, militante del Partido Comunista, estuvo en la marcha del pasado 16 de febrero de Bolonia. Por all¨ª se vio a pol¨ªticos de la talla de Pier Luigi Bersani, hoy en Liberi e Uguali. ¡°Pero el fascismo no est¨¢ retornando¡±, dice Sampino durante una charla en la sede del PC. Sus compa?eros de partido no lo tienen tan claro. ¡°No es un problema ahora¡±, dice Lorenzo Soli, de 23 a?os, ¡°pero est¨¢ creciendo¡±. Alarma hay. Tanto es as¨ª que las principales fuerzas sindicales han firmado con la casi totalidad de municipios que forman Bolonia un acuerda para que impidan que colectivos neofascistas usen sus espacios p¨²blicos.
Igual que existi¨® una galaxia comunista, ahora se teme que los neofascistas construyan su propia "galaxia negra". Anna Cocchi, de 68 a?os, es la presidenta de la rama bolo?esa de la Asociaci¨®n Nacional Partisana de Italia (ANPI), todo un s¨ªmbolo hist¨®rico de la lucha de resistencia frente al fascismo. "Hoy, nuestro primer empe?o es defender la Constituci¨®n", dice Cocchi. ?Est¨¢ en riesgo? "En un riesgo alt¨ªsimo", afirma, "y no solo por CasaPound o Forza Nuova, hay m¨¢s grupos con ideas fascistas". El inicio de esa galaxia negra que se ha abierto paso justo ahora, se?ala la presidenta de ANPI, no solo por el escaparate de las elecciones sino porque "los valores de libertad y solidaridad" se han debilitado en favor del "individualismo". Es por esto que esta asociaci¨®n, en la que a¨²n hay viejos partisanos nonagenarios como Ermenegildo Bugni, trabaja en las escuelas para renovar los valores que pueden hacer frente al fascismo.
Partidos de izquierda en Italia haberlos haylos sobre el papel. El l¨ªo de siglas es tan grande como la confusi¨®n entre formaciones. ?Qui¨¦n iba a pensar que Pier Ferdinando Casini, aliado anteayer de Silvio Berlusconi, ser¨ªa el candidato en Bolonia del Partido Democr¨¢tico (PD) de Matteo Renzi? La cosa no es balad¨ª. El joven Soli pone al tel¨¦fono al m¨¢ximo responsable del Partido Comunista en el pa¨ªs, su secretario general, Marco Rizzo, tres veces diputado nacional y otra, eurodiputado. Se encuentra de campa?a en Pescara, en la costa adri¨¢tica. Su oratoria es pausada. ¡°La transformaci¨®n del Partido Comunista de arriba abajo, de Gramsci a Renzi, ha sido completada¡±. Eso tras casi 30 a?os de escisiones sobre escisiones. Rizzo, de 58 a?os, hijo de un operario de la Fiat ¡ª¡°hijo de la clase obrera¡±, apostilla¡ª, defiende que est¨¢n creciendo, que la campa?a les ha hecho triplicar su fuerza y que su ¡°batalla es contra la pol¨ªtica p¨¦sima¡±, en referencia a las formaciones tradicionales, y a ¡°la antipol¨ªtica, que se llama Movimiento 5 Estrellas¡±.
Si es claro que este Partido Comunista no llegar¨¢ al Parlamento, tambi¨¦n lo es que las otras dos formaciones que maman de la misma teta pol¨ªtica lo tendr¨¢n casi imposible: el Partido de la Refundaci¨®n Comunista, de Maurizio Acerbo, y el Partido Comunista Italiano, de Mauro Alboresi. Ambas, no obstante, forman parte de la coalici¨®n Potere al Popolo?(Poder para el Pueblo) que, seg¨²n alg¨²n sondeo, podr¨ªa superar el 2% en las urnas.
El mapa de Emilia-Roma?a, gobernada por el PD, es a¨²n tremendamente rojo, pero el azul del centroderecha va comiendo terreno desde la frontera norte lombarda hacia el interior. El alcalde de Bolonia, Virginio Merola, es tambi¨¦n del PD. Pero, ?esto es izquierda? Volvamos a Casini. De ¨¦l habla en un caf¨¦ del barrio de la Bolognina, coraz¨®n anta?o de la izquierda ¡ªcampo de algunas de las grandes victorias de la resistencia antifascista de los a?os 40¡ª, el profesor de Ciencia Pol¨ªtica Filippo Tronconi. ¡°Lo de Casini es muy extra?o, dice mucho sobre la izquierda¡±. Una izquierda que casi no existe. ¡°El Partido Comunista contaba en el pasado con m¨¢s del 50% de los votos¡±, se?ala Tronconi, de 44 a?os, ¡°ser comunista era votar al partido, una identidad, una forma de vida¡±. Exist¨ªa, prosigue el profesor, una ¡°galaxia¡± comunista, redes, asociaciones, cooperativas, sindicatos¡ Toda esa relaci¨®n fue deshaci¨¦ndose tras la ca¨ªda del muro y la disoluci¨®n del partido en 1991. ¡°Ha habido una desconexi¨®n de la sociedad", contin¨²a, ¡°votar ya no es parte de la identidad; uno lo piensa cuando llegan las elecciones y elige un partido¡±.
La gente ha tomado distancia. Tambi¨¦n de los sindicatos, fuerza viva en al pasado de esa clase trabajadora que lideraba la regi¨®n. Danilo Francesconi, de 61 a?os, es secretario del CISL (Confederaci¨®n Italiana de Sindicatos de Trabajadores) en Bolonia. ¡°El apoyo de los trabajadores al sindicato es m¨¢s laico, menos ideol¨®gico¡±, dice desde la sede de la organizaci¨®n (4,5 millones de afiliados). Est¨¢ contento porque acaban de llegar a un acuerdo con la mastod¨®ntica industria italiana que fortalece la protecci¨®n de los trabajadores. Pero eso quiz¨¢ no salga mucho en los medios.
El afiliado que cree, cree. ¡°El sindicato mantiene una fuerte representaci¨®n¡±. Pero existe un riesgo para?Francesconi: ¡°Hay una deriva populista en todos los niveles de la pol¨ªtica (...), se crea una fantas¨ªa, una f¨¢bula que no se puede cumplir, y es ah¨ª donde el sindicato se convierte en un ferro vecchio¡±. Un hierro viejo.
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